¡Imbéciles! – el grito de Ulog congeló el aire – No puedo estar rodeado de tantos idiotas…
Señor… – interrumpió uno de los presentes.
¡Calla! – gritó mientras arrojaba una copa repleta de vino contra la pared - ¿Cómo demonios pueden haberse escapado un mestizo y un humano? Un medio muerto y un inconsciente, ambos desarmados, acabaron con uno de nuestros guardias y salieron caminando por la puerta principal. ¿Acaso son idiotas? – concluyó tapándose el rostro con la mano derecha.
¿Pero qué problema pueden traernos un mestizo y un humano, señor? – pregunto Kurra.
Bueno… – se adelantó Larca a contestar justo cuando Ulog estaba preparado para levantarse y golpear a Kurra – Esta batalla fue bastante sencilla porque teníamos el efecto sorpresa. Si ellos escapan y avisan a su rey, el efecto sorpresa se pierde, todos los fuertes y las ciudades se pondrán en alerta, y deberemos enfrentarnos a ellos en un asedio.
¿Y eso que problema tiene? – preguntó Kurra realmente confundido.
Nos demoraremos más tiempo en cada ciudad, permitiéndoles que junten las fuerzas en un solo ejército, con lo cual se nos complicaría el panorama – contestó Larca.
¿Cuántos hombres hemos perdido durante el asedio? – interrumpió Ulog con visible molestia.
Unos sesenta, señor. También hay unos ciento veintitrés heridos, que se recuperarán en unos tres o cuatro días – contestó Kurra, quien estaba encargado de aquellas tareas.
Bien. Pues entonces tengas la posibilidad de comprender a lo que nos arriesgamos perdiendo el factor sorpresa. Necesitamos que nuestros números no desciendan significativamente hasta que los Fe-Gun se nos unan.
¿Fe-Gun? – preguntó Larca sorprendido – No sabía que ellos eran nuestros aliados.
Bueno, por lo menos veo que aún puedo sorprenderte, Larca Gro-Orshi – respondió Ulog con un tono que no pasó desapercibido ante los ojos del destinatario – Es hora de que se marchen. Kurra, Larca, quédense.
Sí, señor – respondieron casi al unísono.
Les pedí que se quedaran – comenzó Ulog poniéndose de pie – porque son mis mejores generales. Por eso les he dado un papel especial en mi plan.
Nos halaga, mi señor – respondió Larca.
¡Calla! ¡Deja de adulaciones! – protestó molesto Ulog – No te elegí por tu lengua traicionera, Larca, ni a ti por tu fuerza bruta, Kurra. Los elegí porque quise respetar a dos grandes luchadores, dos líderes. Pero no se confundan, no confío en ninguno de ustedes. Me ganaré su respeto tarde o temprano. Ya llegaremos a eso. Por ahora, me conformo con que comprendan que podemos lograr algo interesante. Un verdadero avance para nuestro pueblo. En fin. Es hora de que conozcan el lugar que can van a ocupar en este nuevo mundo que se está forjando.
¿Qué nos depara el destino? – preguntó Kurra emocionado.
Grandeza – contestó Ulog complacido por el gesto sincero de Kurra – Pero para conseguirla, todavía nos queda un largo camino.
¿Qué quiere que hagamos, Gorlak? – preguntó nuevamente Kurra, ante la atenta mirada de Larca.
El próximo paso consiste en tomar la costa oeste. Por allí llegaran las tropas de los elfos oscuros. Ellos no estarán al mando, nosotros lo estamos. Hemos pactado una alianza que nos es beneficiosa, que nos brindará muchas más tropas. Eso nos dará una ventaja, incluso en el caso de que se nos presentara una fuerza aún más grande en número. Tendremos que dividir nuestras fuerzas. Por suerte para nosotros, el sur del río Rhondo no cuenta con muchas fortificaciones. La ciudad de Kira es la única en esta parte del mapa, luego tenemos la Ciudad Puerto de Zarix, y los fuertes Virianti, en la costa occidental, y Ziguuris en la margen central del río. Además de tres puentes.
Es mucho margen para cubrir – dijo Larca pensativo – No tenemos tantos hombres.
Lo sé, pero no podemos descuidar ninguno de esos frentes – contestó Ulog.
¿Y entonces? – preguntó Kurra.
Dividiremos nuestras fuerzas. Los Fe-Gun aportarán alrededor de treinta y dos mil soldados. Lo principal es anular la cosa oeste. Enviaremos mil quinientos soldados a asediar cada uno de los fuertes, y otros mil quinientos para asediar la ciudad de Kira. Quinientos soldados irán a cada uno de los puentes, donde construirán una barricada para ayudar a la defensa del sur del río.
O sea que serán cuatro mil quinientos soldados menos, que quedarán para que tomemos la Ciudad Puerto de Zarix y el fuerte Virianti, supongo – comentó Larca – Nos quedan entonces alrededor de cuatro mil quinientos soldados, más los goblins por supuesto.
Son pocos hombres – comentó Kurra.
Es verdad, son pocos hombres. Las armas de asedio se dividirán en dos, la mitad irá hacia el este, y el resto irá hacia el oeste. Para asediar Kira y Ziguuris, divídanselas. Intentaremos tomarlos por sorpresa, debemos dilatar que la noticia llegue a Taria lo máximo posible, Rhondia no tiene el ejército más grande del continente, pero sus guerreros son duros y sus castillos, fuertes. Por lo pronto, elijan entre los demás generales algunos en los cuales puedan confiar que cumplan sus órdenes. Kurra, tu quedarás a cargo del asedio del Fuerte Ziguuris, y tú, Larca, de Kira. Los demás comandantes que ustedes elijan se ocuparan de reforzar los distintos puentes.
Editado: 13.06.2019