Ariantes: El Hijo del Dragón

KORGUEN EST BRUM’A

Korguen estaba de pie junto al cuerpo de su padre y de su primo cuando las llamas comenzaron a elevarse hacia la despejada noche en el patio central del fuerte, “El Lucero del Alba” hacía aquél día lugar de luto para las tropas élficas.

A pesar de lo que había sucedido, lo que más intriga causaba era qué era lo que vendría, pues todos sabían que Korguen no estaba a favor de ir a la guerra, y fue el principal (y único) opositor de toda su familia. Muchos soldados compartían su visión, sino todos.

Korguen lucía cabizbajo y dolorido por la muerte de su padre, y algunos podrían haber jurado ver una lágrima caer de sus ojos cuando encendía la pira funeraria de ambos. Los humanos se comportaron de manera correcta, les dieron leña y prepararon el campo para qué pudieran llevar a cabo la ceremonia sin ningún problema. Luego de presentar sus respetos, la mayoría se retiró a los barracones para dar intimidad a aquellos visitantes, que tan sentidos estaban luego de la muerte tan aberrante de su líder, producto de una traición insospechada.

Korguen no se movió de su lugar hasta que las llamas se hubieron consumido por completo, manteniéndose de pie por más de ocho horas consecutivas, rechazó todo trago o trozo de comida que le fue ofrecido en un gesto de total ascetismo, dolor y respeto. Cuando la ceremonia hubo terminado, se retiró hacia su tienda de campaña y mandó a llamar a sus más leales seguidores. Los juntó en una ronda y les comentó cuál era su plan. Todavía no había amanecido cuando Korguen y su pequeño ejército se dispersó entre las tiendas de campaña, y silenciosamente pasaron el mensaje: “Alani, Soren y los humanos fueron los que asesinaron a nuestros líderes. Prepárense para la batalla”. Cuando el sol comenzaba a asomarse por el este, Korguen y sus tropas se aprestaron a tomar las armas. En pequeños grupos, los soldados élficos comenzaron a posicionarse sobre las murallas, y el primer destello del alba era la señal para comenzar con el plan. El ataque tomó completamente desprevenido al ejército rhondo, que no pudo ofrecer resistencia. Su enemigo había dormido con ellos durante unos días sin que se percataran de que el odio que sentían se expandía a cada minuto. Algunos elfos no estaban de acuerdo con la misión asignada, pero no pensaban desafiar las decisiones del heredero.

Los ríos de sangre comenzaron a descender desde las paredes y pronto se posicionaron en el espacio entre los adoquines del suelo, tiñendo el fuerte de un color y olor a sangre que lo inundó todo. La lucha no llegó a durar más de dos horas, en las cuales el fuerte completo fue despejado, no quedó un solo humano libre, ni siquiera los prisioneros de la mazmorra. Al mediodía, Korguen se posicionó en la punta más alta del bastión y se dirigió a su ejército.

Amigos. Hermanos – comenzó con un tono elevado que se oyó en todos los rincones – Hoy hemos tomado por la fuerza un fuerte, un castillo humano. Una de las edificaciones más importantes del norte del continente, límite entre dos reinos que intentan destruirnos. No han solo sido los valanos los que nos han arrebatado nuestro bosque, sino también los rhondos que nos han hecho venir hasta aquí para defender sus tierras – pudo ver como varios asentían – Pero lo más trágico de todo, es que hemos perdido a nuestro gran líder, mi padre: Lankin Est Brum’a, sabio y noble líder y cariñoso padre. Y sumado a esto, lo que a nivel personal es más doloroso, ha muerto por la traición de mi hermano, Soren. Yo sé lo que están pensando, por qué habría mi hermano de matar a mi padre. Pues la razón es simple, mi hermano es un brujo, sediento de poder y de sangre, es un “Osh-zoo-ria”. Y mi prima, la que siempre ha sido su amante, le ayudó porque quería quedarse con el poder de su clan, para unificarlos bajo la bandera de un brujo, un mago, un descendiente de aquellos a los cuales decidimos dejar en el pasado por una razón… Pues yo digo que no dejaré caer a mi civilización, ni a mis dioses, ante las ideas de un loco. Quienes lo deseen, sepan que son libres de irse, pero yo, y aquellos que quieran seguirme, retomaremos nuestro hogar, el bosque Ariantes, y haremos pagar a aquellos humanos que nos han expulsado de nuestros hogares, de nuestras tierras, de nuestros dioses. Nos vengaremos por la muerte de mi padre y mi primo. Nos vengaremos por todos aquellos que sufren bajo el yugo de la prepotencia humana. Algunos dirán que estoy loco, que soy un imbécil por pensar que con un ejército tan pequeño podremos conseguirlo. Pero yo les digo, tal vez seamos pocos en número, pero somos muchos mejores que cualquier otro, y les demostraremos eso al mundo

Los Ar-Gun no podían creer lo que escuchaban, pero contrario a lo que podría cualquiera opinar, se sintieron interpelados por Korguen de tal manera que los gritos de aprobación comenzaron a elevarse desde los distitntos rincones. Korguen abrió las puertas del fuerte, permitiendo a quien quisiera seguir los pasos de su hermano, pero ninguno lo hizo, el discurso del elfo había logrado tocar los puntos centrales que los elfos querían escuchar.



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En el texto hay: elfos, enanos, guerra

Editado: 13.06.2019

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