Arrancame la vida (dvl 2)

2. Destino

 

 

Mientras camino por el pasillo, lo único audible es el sonido de mis zapatos que hace un eco inmenso que me llena de tristeza. Me duele tanto la cabeza y el alma, desde esta mañana que llegué a esta vieja ciudad se ha reproducido en mi mente todo lo que viví aquí. Siempre quise quedarme con los mejores recuerdos, los lindos y amorosos; pero no puedo, porque siempre al final aparece la mirada de Hannah hacia mí, cargada de todo el odio que me tenía al enterarse de lo que estaba haciendo.

Quisiera poder cambiar el final de todo, pero es imposible. Me lleno de coraje hacia mí porque yo pude haber hecho que todo fuera diferente, si yo no hubiera regresado, ella no se habría enterado de nada y seguiría con vida, quizá hubiera cumplido su más grande sueño. Estoy segura que hubiera sido la mejor actriz.

Abro las puertas y el silencio continúa, no esperaba encontrar a muchas personas aquí, porque papá no fue una persona de tener muchos amigos, pero tampoco esperaba que este lugar estuviera vacío, con solo dos arreglos de flores: uno de mi parte y otro seguramente por parte de la funeraria. Él no era una mala persona, no tenía la culpa de no poder expresar sus sentimientos. No se merecía esto, nadie lo merece. Lo único que puedo y quiero hacer es abrazarme a su ataúd y llorarle, llorar por el tiempo que no pudimos pasar juntos, por los abrazos que no nos dimos, por los te quiero que no pudo decir. Y aunque no me arrepiento de haberme alejado, hubiera deseado tanto que el tiempo en el que vivimos juntos hubiéramos sido unidos, pero eso nunca pasó y ya no pasará. Abrazada a esta caja de madera con el cuerpo sin vida de mi padre en él, pido perdón por las veces en las que fallé como hija y por supuesto, le digo que lo perdono, porque a pesar de todo no le guardo ningún rencor y lo quiero, siempre voy a quererlo. Antes de que mi mamá muriera todo era bueno y tengo recuerdos maravillosos cuando fuimos tres.

Ahora solo estoy yo.

Pero, no estoy sola en este lugar porque alguien toca mi hombro y me enderezo. No volteo porque de pronto siento escalofrió y mucho miedo. Cuando me habla, cuando escucho su voz casi en un susurro siento que el cuerpo deja de responderme.

No puede ser, esto no puede estar pasando.

—Tranquila, estoy aquí.

Las manos me tiemblan, también las piernas. No pensé volver a escuchar esa voz, me hace llenarme de culpa otra vez. He crecido, tengo ahora un hogar propio y amor en mi pareja, pero escucharla me hace darme cuenta de que puedo irme al otro lado del mundo, fingir ser otra persona y cambiar mi identidad diez veces, pero jamás voy a superar lo que pasó. No puede volver, no ahora cuando más vulnerable me siento.

—Emma —me susurra.

Da vuelta a mi cuerpo y la miro por unos segundos, me abraza y aprieta tan fuerte casi robándome el aire. No lo entiendo, no entiendo nada. ¿Qué está haciendo aquí? Mi cuerpo atónito y confundido comienza a temblar y a desobedecer a mi cerebro.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? Te buscamos hasta por debajo de las piedras, mi niña te extrañamos tanto.

 

¿Buscamos? Eso quiere decir que Ian también me buscó, y quizá Ariel. Ana me mira y me abraza y llora como si de verdad me hubiera extrañado y yo no puedo decirle nada. Me siento tan confundida. Debería odiarme por lo que pasó con su hija y gritarme hasta que pudiera cansarse.

Tal vez ya me perdonó. ¿Ian lo habrá hecho también? ¿Me habrá perdonado? Quizá está sintiendo lastima por mí.

 ‎Mi cabeza da tantas vueltas con todo lo que está pasando, comienzo a marearme y Ana se da cuenta. Me agarra del brazo y me ayuda a sentarme. Me repite una y otra vez que está conmigo y que no va a dejarme sola nuevamente y yo no puedo dejar de llorar, desaparece unos segundos y trato de convencerme de que es un sueño, que todo esto no es más que parte de un mal sueño y que despertaré, no quiero estar en este lugar. Siento que me estoy ahogando y no puedo más. No pensé que pudiera caber tanta culpa en el alma de una persona.

Cuando regresa lleva con ella un té y me sonríe de una forma tan linda, demostrándome cariño, demostrando que está aquí porque de verdad quiere estarlo, porque a pesar de que no se llevaba tan bien con mi padre está aquí, por mí. Me pone el vaso en las manos y suspira antes de sentarse a lado mío.

—Sabía que estarías aquí, me llamaron del hospital porque no podían localizarte, pero, yo estaba segura que vendrías. Emma ¿qué ocurrió contigo?

—Yo... —es tan difícil pronunciar palabra, aún no puedo verla a los ojos—, yo no pude volver. Fue mi culpa, lo de Hannah.

Pienso que después de todo, lo mejor que puedo hacer es confesarlo, decirle que por mi culpa su hija murió, tal vez así pueda sanar essta grande herida, pero ya no sé qué esperar. Este no es un buen momento, siento que me estoy partiendo en dos, que mi alma se destruye. A pesar de mi confesión ella no cambia conmigo.

—No digas eso, fue un accidente. Y no sabes cuanto te necesité.

Se le quiebra la voz y por primera vez en tantos años la miro a los ojos, está tan triste, rota. Han pasado cinco años y podría jurar que por ella no pasaron. Sigue tan bella como siempre, y siempre veo a mamá en ella y será así toda la vida. Al verla de este modo me doy cuenta de una cosa: ella no sabe lo que realmente pasó entre su hijo y yo. Me extraña tanto que Ian no le dijera lo que él vio aquella mañana en la cocina de su casa, estaba segura de que él me odiaba, se veía en su mirada, igual que en la de Hanna.




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