Presente
Helena
Había llamado solo una vez después de que su amigo se ahogara. Había estado borracho y no tuvo mucho sentido. Tenía la esperanza de que volvería a llamar al día siguiente, pero no lo hizo. Sabía que se encontraba en duelo y decidí que era una señal de Dios de que arreglaba las cosas. Lo había echado a perder, permití que Axel se acercara a mí, y no le había dicho. Tuve la suerte de que en realidad nunca se preocupara por mí. Había pensado que lo hizo, y por un momento me deje vivir en esa fantasía.
Lo sabía mejor ahora. Las dulces palabras que me dijo habían sido una estrategia y caí. Tomé el anzuelo, línea y plomada. Si pudiera regresar esa noche, lo haría. No iba a romantizar más con eso. Le había dado una parte de mí misma que no podía devolver. Había tomado mi virginidad y huido. Por una vez
me permití pretender.
Me senté en la cama y miré por la ventana hacia el golfo. Estos serían unos nueve meses aún más difíciles de lo que imaginé al principio. No solo tenía que lidiar con Mir, sino que tenía que lidiar con Axel y Mir. No dejaría que me doliera. Era más fuerte que eso. Axel había tomado mi virginidad, pero ya me
habían robado mi inocencia. Amar a Jeremías me hizo eso. Pensé que me amaba; pensé que era mí para siempre. Era muy atento y dulce. Llevaba mis libros en la escuela y me trataba con tanto cuidado. Le había dicho la verdad y fingió que
no importaba.
Entonces lo encontré detrás de las gradas después de su práctica de fútbol con la falda de porrista de Nikki levantada y sus pantalones cortos abajo mientras la cogía contra la pared de cemento. Eso fue todo para mí. Entonces me di cuenta de que solo era la hija de Killian, y me hallaba rota. Solo era querida por mi estatus social. Nada sobre mí era especial. Eso es todo lo que los chicos veían cuando me miraban.
Excepto Axel.
Era diferente. No solo fui la hija de Killian para él. Solo fui un desafío. Una vez que obtuvo lo bueno, había terminado. Mi abuela siempre me advirtió sobre chicos como él. Estaría tan decepcionada si pudiera verme ahora. Negué con la cabeza.
No podía pensar en eso. Solo me hacía sentir peor. Era una sobreviviente y no me detenía a pensar mucho en las cosas. Sentir lástima por mí nunca me llevó a ninguna parte. No era algo que hacía. Dondequiera que iba y cualquier situación
que se me presentara, sobrevivía. Era buena en eso. La abuela siempre decía—Chica, más te vale mantener esa cabeza en alto y no dejar que te vean caer.
Muéstrales el acero en esa columna vertebral. No estoy criando a una princesa mimada. Estoy criando a una mujer. Una mujer trabajadora, autosuficiente, que no necesita de a ni un hombre. ¿Me escuchas? —Ni una sola vez actuó como si hubiera algo malo en mí. Creía que estaba completa. Me encontraba bien. Y a veces, también me lo creí.
Poniéndome de pie, me fui a tomar una ducha. Me alistaría, iría al club y jugaría tenis. Tenían un profesor de tenis con quien podía trabajar. Después jugaría una ronda de golf. Llenaría mis días con cosas que podía hacer sin amigos. Tal vez incluso tumbarme en la piscina del club. Iba a pasar a atravesar esto.
...dos meses y tres semanas atrás...
La mañana después de que Axel me besó en la piscina, se había ido. La forma en que actuó después de besarme había sido extraña. No me encontraba segura de lo que era malo o si se había arrepentido y no sabía cómo alejarse de mí.
El despertar a la mañana siguiente sin Axel respondió esa pregunta.
Papá también se había ido. No había venido a casa de su última fiesta de borrachera, pero no me hallaba sorprendida por eso. Axel huyendo me había dolido. Odiaba que sintiera algo por él. Besarlo había sido un error. No era su tipo.
Nunca quise ser su tipo. Mir no era alguien con la que una persona en su sano juicio desearía estar.
Encerrarme en mi cuarto a leer no sonaba tan atractivo como lo había hecho antes de Axel. En cambio, me lancé a tenis y natación. Empujé todos los pensamientos de la cara de Axel fuera de mi mente lo mejor que pude. Alguien debería haber puesto una etiqueta de advertencia en sus labios: Cuidado, no tocar.
Eran difíciles de olvidar.
Tres días después de que Axel desapareciera, nadaba afuera. Hoy exitosamente me las arreglé para empujar todos los pensamientos de Axel hasta el fondo de mi mente. Así que cuando mi cabeza salió del agua para encontrar a
Axel allí de pie, mirando hacia mí, no me encontraba segura de sí imaginaba cosas o si realmente se hallaba allí.
Aparté mi pelo mojado hacia atrás y limpié el agua de mis ojos. Entonces volví a abrirlos, y allí estaba. Aún allí.
—Hola —dijo con su sexy sonrisa. Quería decirle algo para hacer que la sonrisa desapareciera. Necesitaba una etiqueta de advertencia, también.
No me hallaba de humor para hablar con él.
—Mir no está aquí —le contesté. No había vuelto desde que se fue a Florida y la última vez. Me encontraba segura de que era a donde Axel escapó también. Fue a buscarla. Como
siempre lo hacía.
—Sí, lo sé —respondió.
Realmente debería haber regresado a nadar e ignorarlo. Era la cosa más inteligente que hacer. Pero entonces podría tomar eso como una invitación a unírseme.
—¿Qué necesitas? —le pregunté, en el tono más molesto que pude reunir.
—Vine a verte. Parece que una vez que un hombre te besa, eres difícil de olvidar —respondió.
No era lo que esperaba. Tragué el nudo nervioso en mi garganta. Cedería y lo perdonaría fácilmente si comenzaba a decir cosas como esas. ¿Dónde se había ido mi columna vertebral? Solía ser más fuerte que esto.
—Estás enojada porque me fui —dijo.
Pensé en replicar y cambié de opinión. Eso solo le daría más poder. No necesitaba saber que me afectaba en absoluto.
—Fue algo idiota que hacer. Pero me asustaste. Me gusta coquetear con chicas guapas, pero no lo manejo muy bien cuando un simple beso hace girar mi maldita cabeza. Me haces querer cosas y sentir de cierta manera. No estoy listo
para eso.
Me esperaba un patético lo siento; no eso.