Helena
Encontrar el club fue fácil.Florida Beach era una pequeña ciudad costera; ni siquiera podría llamarse una ciudad. Era donde vivía la elite y veraneaban.
Después de conducir a través de ella y ver las casas por todo el frente del Golfo, entendí por qué Mir quería vivir aquí.
Llegando a la puerta principal del club, recordé mi pase de miembro que papá me había dado para darle al portero. Abrió las grandes puertas de hierro para que entrara y seguí las indicaciones hacia el aparcacoches. No quería averiguar dónde estaba el estacionamiento, y le podría pedir ayuda al valet para
llegar a las canchas de tenis.
Un chico en con una polo y pantalón blanco se acercó a mi coche cuando aparqué para el valet. Metí la mano en el asiento de atrás y tomé la raqueta antes de que me abriera la puerta.
—Buenos días, señorita —dijo con una sonrisa amistosa. Su largo cabello rubio cayó sobre un ojo y lo metió de nuevo detrás de la oreja. Me imagine que era un surfista. Parecía uno.
—Buenos días —le contesté, sacando mi bolsa por encima del hombro.
—Soy nueva aquí. ¿Me puedes decir dónde puedo encontrar las canchas de tenis?
Asintió.
—Vaya a la entrada principal de aquí. Tome la primera a la
izquierda y entre por la puerta doble que da a la terraza trasera. Baje las escaleras y luego gire a la derecha. Verá las canchas al frente.
Eso sonaba bastante fácil.
—Gracias — le respondí, entregándole al chico
mis llaves.
—¿Puedo ver su tarjeta, señorita? Tengo que registrar su coche en el sistema.
Fui al interior del coche, tomé la tarjeta de mi tablero y se la entregué.
La leyó rápidamente y la paso a través de un lector de tarjetas antes de entregármela de nuevo.
—Háganos saber cuándo esté lista para ello, Señorita—contestó.
—Gracias. —Pensé en decirle que me podía llamar Harlow, pero no tenía sentido. Probablemente se metería en problemas con la administración si alguna vez era atrapado llamándome por mi nombre de pila.
Me dirigí al interior. El hecho de que sabía que no iba a tropezarme con Mir fue el mayor alivio que tuve durante toda la mañana. Un hombre vestido como el chico de afuera me abrió la puerta, y seguí las instrucciones del valet hacia las canchas de tenis.
Pasé un restaurante en mi camino y decidí que iba a volver para el almuerzo. Se veía bien y la comida olía increíble desde aquí. Una chica en pantalones cortos y polo blanco se detuvo frente a mí. Una lenta sonrisa tocó su cara. Su cabello castaño estaba recogido en una coleta alta, y era obvio que era una empleada porque el atuendo era el mismo que el de los chicos que me habían ayudado, pero más ajustado. Me resultaba familiar.
—¿Helena? —preguntó.
La reconocí. La había conocido en la boda de Leo y Bianca.
—Sí —le respondí, frustrada porque no podía recordar su nombre. Axel se había metido en mi cabeza este día y no podía recordar mucho más que mi conversación con él.
—Soy Bethy. amiga de Bianca. Nos conocimos en la boda —dijo.
Sentí mi cara se calentarse. Odiaba no recordar a las personas. Era parte de mi cosa socialmente inepta. —Lo recuerdo —contesté con una sonrisa
—Es bueno verte de nuevo.
—Tenía la esperanza de que eso fuera lo correcto a decir y que no sonara como una idiota, porque me sentí como una.
La expresión de Bethy era amable, pero había tristeza en sus ojos. —Entiendo. Conociste a mucha gente ese día. No sabía que estabas en la ciudad.
Me gustaba esta chica. Ella me hacía sentir cómoda. Eso era raro. —Estoy aquí mientras mi padre está de gira. Me envió a vivir con Mir.
Los ojos de Bethy se ampliaron y dejó escapar un silbido.
—Maldita sea.
Pensé que eres la hija que él quería.
Ella, obviamente, era muy cercana a Bianca y sabía exactamente como era nuestra situación familiar.
—Le compró a Mir una casa aquí, pero a cambio también tengo que vivir en ella cuando esté de gira. No le gusta dejarme sola en Los Ángeles —expliqué, tratando de no sonar demasiado a la defensiva acerca de papá.
Bethy dejó escapar un largo suspiro.
—Personalmente, preferiría L. A. si fuera tú.
Sentí ganas de reír, pero no lo hice. Me mordí el labio por dentro para evitarlo.
—Sabes que tengo razón. La puta te odia —dijo Bethy—También odia a Bianca, así que ustedes deben trabajar en equipo y unir fuerzas.
—Me agrada Bianca. Estoy tan contenta de que Leo la encontrara.
Bethy me estudió un momento.
—Supongo que tú y Leo tienen mucho en común. Ambos fueron prácticamente criados por Slacker Demon.
También estaba mi hermano Mase. Nadie nunca lo mencionaba. Vivía con su madre en un rancho en Texas. Papá iba a verlo varias veces por lo que sabía, pero rara vez él nos visitaba a Los Ángeles Le gustaba su vida en Texas. También era muy cercano a su padrastro.
—Sí. Nos veíamos un montón —le contesté,
decidiendo no mencionar Mase. Eso sólo conduciría a preguntas que no estaba segura de cómo responder. Papá no había visto Mase en más de un año, pero Mase me llamaba por lo menos una vez al mes para comprobarme y ver cómo estaba. Eso me daba la oportunidad de preguntarle sobre su vida. Mi abuela solía asegurarse de que viera a Mase varias veces al año. No lo había visto desde que ella falleció. Nunca le dije a papá al respecto porque me preocupaba que le hiriera que Mase no lo contactara de esa manera.
—Bueno, me alegro de que estés en Florida, aunque me gustaría que tuvieras un mejor hospedaje. ¿Necesitas ayuda para encontrar algo por aquí? —preguntó, luego miró mi falda de tenis y la raqueta sobre mi brazo y sonrió
—Te diriges a las pistas de tenis. Sígueme. Necesito asegurarme de que no seas acosada por Nelson, nuestro profesor de tenis de mala calidad. Tenemos un profesional mucho más agradable, Adam. Eso es lo que tú necesitas.
Era bueno saberlo. Mantenerme alejada de Nelson. Se dio la vuelta y nos dirigimos hacia las puertas. Su cola de caballo se agitaba de un lado a otro mientras caminaba, pero rebotaba a su paso. A pesar de que no la conocía muy bien, me pareció extraño.
Nos dirigimos hacia la puerta y saludó a varias personas. La mayoría de ellos miembros. Era interesante que tuviera buenas relaciones con los miembros aunque trabajaba aquí. No estaba acostumbrada a este tipo de club de campo.Me gustó. Mucho.
—¿Así que juegas mucho tenis? —preguntó Bethy, mirando hacia mí.
—La casa de papá tienen una cancha. La uso para hacer ejercicio y sólo para tener algo que hacer. Me da tiempo para pensar.
—Y aquí la utilizaras para escapar de Mir. Buena idea —respondió Bethy.
Esta vez me hizo sonreír.
Un hombre alto, rubio y bronceado con unos oscuros ojos color canela con verde nos vio caminar hacia él y sus ojos comenzaron a viajar por mi cuerpo. No me gusto en absoluto. La gorra que llevaba puesta la colocó hacia atrás y estaba
vestido con un traje de tenis totalmente blanco.
—No es para ti, Nelson. Se fiel a tus pumas. Estoy buscando a Adam —le dijo Bethy al hombre, y me encontré apegándome a ella mientras lo pasamos.
—¿Por qué no la dejas decidir a quién quiere? Tengo una hora libre para alguien —respondió.
—¡Qué asco! ew, desaparece —espetó Bethy, y siguió caminando.
Estaba muy agradecida con Bethy en ese momento.
—Lo siento. Nelson piensa que es el regalo de Dios para las mujeres. Si no fuera tan espeluznante seria atractivo, pero es solo. . . ugh. A las mujeres de más edad les encanta. Adam es nuevo. , Lucas el dueño de Kerrington Club, contrató a
Adam hace dos semanas, o tal vez debería decir Della, la prometida de Lucas,contrató a Adam hace dos semanas. No era una fan de Nelson y quería otra opción aquí.
No conocía a Della, pero me gustó por esa sola razón.
—Adam —llamó Bethy, y me asomé hacia la cancha para ver a un hombre alto y musculoso girarse. Tenía el pelo rojo. Tal vez era más un rubio rojizo por estar mucho en el sol. Tenía una banda elástica blanca alrededor de su cabeza, y también llevaba el traje de tenis blanco que Nelson estaba usando. Me di cuenta de
las palabras "Kerrington Club" bordadas en su camisa en pequeñas letras y "Tenis Pro" debajo de este.Adam llegó corriendo hacia nosotros con una sonrisa en su rostro. Mientras se acercaba, sus claros ojos azules entraron en foco. Eran sorprendentes y muy pálidos. No era tan moreno como Nelson. Incluso tenía pecas en sus musculosos brazos. Era lo que mi abuela llamaba un pelirrojo.
—Hola, Bethy, ¿qué pasa? —preguntó, sonriéndole y mirando hacia mí con una sonrisa para luego volver a Bethy.
—Tengo un nuevo miembro. Ella es una amiga de Leo y, por desgracia, la media hermana de Mir. No se parece a ella. Igual como Leo no se parece a Mir.
De todos modos, quiere jugar. Instálala y dale un itinerario; Va a necesitar un lugar para escapar mientras está viviendo con la perra malvada. De todos modos, Helena este es Adam. Adam, te presento Helena.
Bethy realmente odiaba Mir.
—Encantado de conocerte, Helena—dijo, tendiéndome la mano. Puse la mía en la suya y se la estreché. Fue breve. Nada raro o incómodo. No me gustaba dar la mano o tocar a gente que acababa de conocer.
—Tengo un par de horas vacías en mi agenda que tengo que llenar. Nelson es el más pedido por los clientes habituales —nos informó Adam. Tenía los dientes perfectamente rectos y muy blancos. Tenía una cosa por los dientes bonitos.
—Está bien, entonces. Mi trabajo está hecho —dijo Bethy, luego se volvió hacia mí—Estás a salvo con Adam. No un trepador. Disfruta de tu día.
—Gracias por tu ayuda —le contesté.
Bethy esbozó una sonrisa, pero de nuevo la tristeza en sus ojos estaba allí. —No hay problema. Bianca me ha contado maravillas de ti. Quería asegurarme de hacerme cargo de parte de ella.
Asentí y Bethy le regresó el saludo a Adam antes de regresar por dónde venimos.
—¿Por qué no revisamos mi horario aquí en la Mac y configuramos tus sesiones diarias? Es decir, si vas a venir todos los días.
—Sí. Voy a necesitar algo que hacer —Le aseguré. Era fácil estar cerca con Adam, y la idea de tener algo que desear o a alguien con quien hablar, incluso si se trataba de tenis, sonaba atractivo. Además, era él era guapo y su sonrisa hacia que sus ojos brillaran. Me gustaba eso. Me gustaba mucho.