Axel
Había empezado a irme hacia mi camioneta cuando noté el Range Rover de Leo. Estaba aquí. Me di la vuelta y me dirigí hacia el interior, mientras lo llamaba para saber exactamente dónde estaba.
—Si —dijo Leo.
—Veo tu camioneta. ¿En dónde estás?
—Adentro. ¿Estás afuera?
—Sí.
—Espera allí. Voy a ir fuera.
Luego colgó. ¿Qué demonios? Había estado en el comedor. Podía oír los sonidos familiares en el fondo. ¿Por qué va a salir para venir a verme? A menos…Helena estaba allí. ¿Qué creía que yo iba a hacer? ¿Hacer una escena? Caray, ya lo había hecho en la cancha de tenis. Necesitaba un plan de juego. No otro choque de trenes.
Esperé por él. Estuvo allí rápidamente. Leo salió por la puerta y me miró con una mirada de preocupación en su rostro.
—¿Te golpeo aquí? —preguntó, como si no fuera nada sospechoso.
Me decidí a aliviar su mente.
—Sé que Helena está en la ciudad. Sé que ella esta viviendo con Mir y ya hemos tenido nuestro primer encuentro…y segundo,
en realidad.Leo dejó escapar un suspiro de alivio. —Bien. Después de tu última diatriba borracho-imbécil me preocupaba que esto fuera a ser un problema.
—Mi único problema es que ella no va a dejar que me explique. Me odia.
Necesito un consejo, hombre. La cagué. Es por eso que quería hablar contigo. Pero creo…Creo que puede que tenga que hablar con Bianca.
Las cejas de Leo se juntaron.
—¿Cómo la cagas? Killian la alejaba de ti. Eso fue todo. Harlow es una chica dulce. No me puedo imaginarla odiando a alguien.
—Hay mucho más que eso —le dije, pasándome la mano por el pelo. No quiero decirle a Leo que he estado durmiendo con Nan de nuevo. Ella era su
hermana, y aunque era egoísta y mala como una serpiente, la amaba. Yo no estaba
seguro de cómo iba a reaccionar para conmigo usándola.
—¿Qué más hay?
Pensé en eso. Deseaba que sólo me dejara hablar con Blair. No necesitaba ayuda de él.
—Dime que no has jodido con Mir —dijo con un suspiro de exasperación.
Él sabía. Siempre descubría todo. —Sí, algo.
Leo negó con la cabeza y dejó escapar una risa dura. —Estás jodido. Dije que Helena no odia a la gente, pero Mir está tan cerca de ser la primera. Tienes que dejar la cosa de Helena ir y seguir adelante. No hay manera de que puedas solucionar esa mierda.
Quería que ella entendiera. Quería su perdón, y quería que supiera que aprecié lo que ella me había dado. Nadie ni nada volvería a ser tan especial para mí otra vez. Nunca lo olvidaré. Tal vez esto era lo mejor para los dos, si eso era todo lo que ella estaba dispuesta a hacer. Esa noche, cuando estuve dentro de ella, me demostró algo mucho más profundo de lo que nunca imaginé. Me asustó.
Amar a alguien de la manera que Leo amaba a Bianca.. eso era intenso. Te controlaba y tenía el poder para destruirte. Yo había visto tanta angustia y dolor en mi vida. Mi padre había estado enamorado más de una vez, y cada vez había terminado con dolor, no sólo para él sino para mí. Amor por siempre, no era algo que yo creía. Harlow era peligrosa para mí. Ella fue la primera persona con la cual me permití imaginar con un para siempre. ¿Y si ella dejaba de amarme un día?
¿Qué pasa si la pierdo? Vi la mirada vacía en los ojos de Bethy. El dolor en su interior. Tenía que despertar cada día y vivir con ello.
—Sólo quiero que me escuche. No quiero nada más. Quiero que sepa que... que ella era especial. Esa noche fue especial. Eso es todo. Nada más. No estoy pidiendo una segunda oportunidad. No puedo hacer eso. Sólo quiero su perdón. Y no puedo vivir conmigo mismo si cree que tomé su inocencia como un juego.
Nunca fue un juego.
Leo se quedó ahí mirándome como si estuviera hablando en otro idioma.
Estaba divagando. No tenía sentido. Por lo menos no para él. Necesitaba hablar con Bianca, maldita sea.
—¿Lo único que quieres es que ella sepa que si la follaste significó algo? ¿Es eso lo que estoy entendiendo? ¿No quieres nada más?
Me estremecí ante su descripción, pero asentí.
—¿Puedo preguntar por qué?
La imagen de Bethy doblada en lamentos mientras bajaban el cuerpo de Jace en la tierra estaba grabada en mi cerebro. —No puedo amar a alguien tanto como tú amas a Bianca.
Rush ladeó una de sus cejas. —¿Por qué es eso?
—Porque me asusta. No voy a ser tan vulnerable. Yo no quiero serlo.
Leo no parecía entenderlo, pero finalmente asintió hacia su Rover.
—Me dirijo a casa. Si quieres un consejo de Bianca entonces encuéntrame allí y puedes decirle esta mierda loca. Pero ella no estará de tu parte. Te lo advierto ahora.
No esperaba que lo hiciera. —Lo sé.
—Cuando le cuentes que te acostaste con Mir después de tomar la virginidad de Helena entonces yo me agacho, porque el arma va a salir, y esta vez estoy muy muy seguro de que va a apretar el gatillo —dijo con una sonrisa divertida antes de caminar hacia su camioneta, sin mirar hacia atrás hacía mí.
Estaba en lo cierto. Bianca iba a patear mi culo. Pero una vez que lo supere me ayudaría, aunque sólo sea porque ella entendería que Helena se merece estar conmigo.Treinta minutos más tarde, Bianca estaba mirándome. Su rostro pasó de horror a completamente cabreada. Nate, por suerte, se había trepado en su regazo, de lo contrario yo estaba bastante seguro de que me hubiera lanzando un golpe hacia mí.
—¿Quiere que lo agarre, nena? —preguntó Leo,entrando en la sala de estar.
—No. Déjalo en sus brazos. Estoy seguro de esa manera —le contesté.
Leo rio entre dientes y se acercó para sentarse a su lado. Nate se fue hacia Leo con una sonrisa feliz y vi a mi mejor amigo agresivo convertirse en un sensiblero completo cuando Nate puso un sonoro beso en el rostro de Leo.Sí…esa clase de amor. Yo no podría hacer eso. ¿Qué pasa si algo le sucediera a Nate?
¿Cómo podría a Leo despertar cada mañana?
—Yo no soy como Leo. No puedo hacer esto. Esta... vida. No puedo amar a alguien tan completamente que ellos tengan mi corazón sus manos. No soy tan fuerte. He tenido malas experiencias con ese tipo de confianza. Pero me importó lo
ocurrido con Helena. Dejé que llegara muy lejos con ella. La dejé entrar lo suficiente para que me importe que la he lastimado. No quiero que este herida.
Ayúdame, por favor.
La furiosa mirada de Bianca se suavizó un poco, y se inclinó hacia adelante, sin apartar la vista de mí.
—¿Por qué? Dime por qué, Axel. ¿Qué pasa con lo que tengo con Leo que tú no puedes tener?
Yo no iba a desenterrar mi pasado y hablar de mi infancia como si eso fuera una buena excusa. Y ninguno de nosotros quería sacar a Jace. Eso todavía era demasiado fresco. —No estoy listo para eso. Eventualmente lastimaré a Helena y no puedo hacer eso. Sólo quiero que escuche mi explicación y que seamos amigos.
Ella es dulce y especial y no puedo soportar la idea que piense que la usé. —Amigos. Esa palabra sonó plana. Si Helena me perdonaba, ¿podría vivir con sólo ser amigos? ¿Cómo se suponía que la mirara y no recordara lo bien que se sintió en
mis brazos? ¿Me pedía algo imposible? No quería dejar Florida, Infierno, no podía dejar Rosemary. Alguien tenía que asegurarse de que Helena sobreviviera con Mir.
Bianca metió un mechón de su largo pelo platinado detrás de su oreja y me atravesó con su mirada fija. —No la quieres, pero quieres que ella sepa que lo que ustedes tuvieron fue especial para ti. Puedo entenderlo. Es típico de ti. No te gusta lastimar a la gente.
—¿Me puedes decir qué hacer? Ella me odia ahora mismo.
Nate se acercó y tiró de los cabellos de Bianca y se rio alegremente.
—No jales el pelo de mamá. Hemos pasado por esto, amigo —dijo Leo, salvando a Bianca de otro fuerte tirón.