Helena
El almuerzo no fue tan doloroso.
Pero no estaba segura de querer volver a repetirlo pronto. Ahora mismo no me encontraba lista para confiar en alguien. Esto era temporal, aunque sonaba muy atractivo tener un amigo, no creía que Adam quisiera solo una amistad.
Eventualmente querría más.
Me marché del club y me dirigí a mi auto. No me sentía de humor para jugar golf. Solo quería leer y escapar de este desastre donde mi papá me dejo.
Necesitaba salir de Florida y encontrar algún parque público donde pudiera sentarme bajo un árbol y leer. Tenía dos libros nuevos en mi lector electrónico. No podía esperar leerlos.
Entonces lo vi. Oscuro y largo cabello con rizos desordenados recogidos en una coleta. Sombrero vaquero colocado sobre su cabeza. La camisa de cuadros azules tiraba contra sus anchos hombros y su espalda mientras se apoyaba en mi auto con los brazos cruzados sobre su pecho. La emoción brotó dentro de mí, incluso mientras me preguntaba porque él estaba aquí. Comencé a correr.
El sonido de mis pasos llamó su atención y se volvió hacia mí. Una lenta y suave sonrisa se extendió por su hermoso rostro. Veía tantas cosas de nuestro padre en él. A menudo me preguntaba si así sería como mi padre se vería si no hubiera permitido que el sexo, drogas y rock and roll controlaran su vida. Mase era saludable y fuerte.
Eché mis brazos alrededor de él mientras abría los suyos. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, aferrándome a él con fuerza. Las lágrimas escocían mis ojos. No me di cuenta de cuan sola me sentía hasta este momento. El solo tener a
Mase aquí. Alguien que me ama. Era un alivio.
—Escuché que nuestro querido viejo te lanzó hacia los lobos y quería asegurarme de que te encontrabas bien —dijo arrastrando su acento sureño del modo en que siempre me hacía sonreír.
No podía responder en ese momento. Si veía la emoción en mis ojos o lo notara en mi voz me haría empacar y me llevaría a Texas. Tragué el nudo en la garganta.
—No es tan malo. Hoy tuve un buen día.
Mase gruñó y se echó hacia atrás para verme.
—Por lo que papá me dijo, es una completa perra. Luego escuché que te envió a vivir con ella. Todo me resulta un poco difícil de digerir.
—Me odia. También te va a odiar, solo porque puede. Pero Leo y su esposa, Bianca, están aquí. Ella te agradará. Es muy amble. No estoy completamente sola.
Mase frunció el ceño y el hoyuelo de su mejilla izquierda desapareció.
—¿Leo se casó? Maldición, me estoy quedando atrás en esta jodida familia.
—Sí.También tiene un bebé. Es adorable,igual que Leo…Leo y Bianca son impresionantes.
—Bueno, estoy anonadado. El rompecorazones se casó. No lo he visto desde hace una eternidad, pero no esperaba esto.
—La gente cambia. Leo ha cambiado.
Mase asintió.
—Sí, la gente cambia.
Leer ya no me sonaba tan atractivo. Quería pasar tiempo con Mase.
—¿Cuánto tiempo te quedarás aquí?
Masé arqueó una ceja y se frotó su barbilla sin afeitar.
—Hermanita, tanto tiempo como tú me necesites.
Lo necesité por nueve meses, pero no iba a decirle eso.
—¿Dónde te estás quedando?
Mase dejó escapar una risita.
—Voy a quedarme en esa enorme y linda casa que mi padre compró.
Mi mandíbula cayó.
—Pero Mir no va…—Mi voz se desvaneció.
Mase me guiñó un ojo y se inclinó hacia mí.
—Llamé a Killian. Sabe que estoy aquí. Y dijo que si la perra me daba problemas lo llamara. Él la controlaría —Sonrió
—No es que necesite que la controle. Voy a llevar mis cosas allí y escogeré mi habitación. No hay ninguna jodida cosa que ella pueda hacer para detenerme.
Pensé en la reacción que ella tendría y supe que esto no sería bueno.
—Va a volverse loca. Está loca.
Mase colocó su brazo sobre mis hombros.
—Bien. Necesito algo de entretenimiento. Ahora, porque no me muestras cómo llegar a esa casa y me ayudas a instalarme. Luego vayamos a encontrar un bar decente para beber unas
cervezas y jugar billar. Uno donde no se necesite jodidas camisas polo y autos de lujo. —Miró alrededor del estacionamiento con expresión de disgusto.
Podría ser el único hijo del rockero más famoso del mundo, pero era un vaquero. Su gran camión Dodge tenía barro en los neumáticos y botas de trabajo
sucias en la parte de atrás. No pretendía aparentarlo.
—Bien. ¿Voy en mi auto y tú me sigues?
—Sí. Necesitamos llevar tu auto a casa antes de que salgamos esta noche.
Abrí mi puerta y miré hacia atrás para verlo caminar hacia su camión y subir.
Mi hermano se encontraba aquí. Iba a mudarse con nosotros. Los tres hijos
de Killian viviendo en una misma casa.Esto iba a ser…un desastre.