Axel
—¡Necesito que vengas aquí ahora! ¡Ahora mismo, maldita sea! —gritó Mir en el teléfono. Lo mantuve lejos de mi cabeza para evitar que reventara mis tímpanos.
—Deja de gritarme en el maldito oído —ladré.
—¡Él no se irá! Necesito ayuda. No puedo mantener a mi lamentable padre al teléfono. Te necesito. Por favor. ¡Ayúdame!
—¿Quién?
—¡Solo ven aquí! —chilló y colgó el teléfono.
Mierda. No quería estar para nada cerca de Miranda.Pero Helena… si “él”molestaba así a Mir, ¿podría esa persona lastimar a Helena? ¿Mir había traído a casa alguien que no conocía? ¿Era peligroso? ¡Mierda! Corrí a tomar mis llaves de
la camioneta y me dirigí afuera. Iría para allá, pero esto no era por Mir. Hacía esto por Helena.
Una camioneta Dodge negra con una cabina extendida, que lucía como si hubiera sido hecha de barro, se hallaba estacionada al lado del auto de Helena. ¿A quién rayos trajo Mir a casa esta vez? La idea de Helena estando en peligro hizo que el enojo dentro de mí comenzara a hervir. Maldita sea, Nan no era lo bastante segura para Helena. Necesitaba un lugar seguro para vivir, y Nan tomó decisiones estúpidas como esta camioneta Dodge.
Subí las escaleras y abrí la puerta sin tocar. Los altos gritos de Mir eran fáciles de seguir, caminé hacia arriba a la primera habitación en el segundo piso.
—¡NO, te vas a ir de mi maldita casa! ¡Empaca sus malditas bolsas y vete ahora! Esto no es el acuerdo que tenía con Killian. —Mir tenía la cara roja cuando entré a la habitación. Sus ojos salvajes encontraron los míos y arremetió contra mí,
envolviendo sus brazos a mí alrededor
—Viniste. Gracias, gracias. Necesito tu ayuda
Mis ojos encontraron los de Helena. Eran grandes y mezclados de emociones. La única que me importaba era la herida. Quité los brazos de Mir de mi cuerpo y la alejé de mí sin quitar la mirada de Helena. No quería que pensara que me encontraba allí por Mir.
—¿Llamaste a tu novio? Eso es malditamente divertido. —El acento profundo atrapó mi atención. Moví mi mirada al chico al lado de Helena. Su tono sonaba relajado, pero la manera en que se encontraba de pie ligeramente frente a Helena y su postura rígida me dijeron que se sentía como si la protegiera.
—¿Quién eres? —pregunté, caminado para pasar a Mir y más cerca de Helena. No sé a quién intentaba proteger este chico, pero maldita sea si lo iba a dejar llegar más cerca de Helena.
—¡Piensa que se va a mudar a esta habitación! Dile que no —demandó Mir.
¿Pensaba qué?
Miré a Helena dar un paso hacia él y envolver su pequeña mano alrededor del bíceps del chico. No me gustó eso. Para nada. Miré su mano en su brazo y luego moví mi mirada a la de ella. ¿Él era suyo? ¿Ella había seguido adelante?
—¿Quién es él, Helena? —pregunté. Necesitaba escucharla diciéndomelo.
Helena levantó la mirada al chico, luego otra vez a mí. Podía ver la indecisión en su rostro. No confiaba en mí. Jodidamente odiaba eso. Había trabajado duro para lograr que confiara en mí. Ahora se sostenía de este chico como si fuera parte del maldito calvario.
—¿No puedo creer esto? ¿Vienes aquí y le preguntas a ella quién es él? ¿Qué rayos está mal contigo? Está en mi casa y lo quiero fuera. Ahora. —Mir agarró mi brazo y lo jaló, intentando tener mi atención. Sólo la ignoré. Me mantuve enfocado en Helena.
—Axel, este es mi hermano, Mase Colt-Manning. Mase, este es Axel Carter. El mejor amigo de Leo y novio de Mir.Todo lo que escuche fue "mi hermano” y mi cuerpo entero se relajó.Era su
hermano. El estrechamiento en mi pecho se había ido y pude respirar de nuevo.
Nada más de lo que dijo importaba. Mase Colt-Manning. El único hijo de Killian Manning. Me pregunté si había suspirado de alivio muy fuerte.
Mase dio un paso hacia mí y estiró su mano.
—Mucho gusto —dijo con su acento de Texas.
Agité su mano. Su agarre era más una advertencia que un saludo.
—Igual —respondí. La amenaza silenciosa no pasó desapercibida. Había notado mi atención hacia Helena. El mensaje que tenía en esta habitación era incorrecto, y quería
malditamente corregirlo, pero no por su bien. Por el de Helena.
—¿En serio, maldita sea? ¿Estás estrechando su mano? ¡Se está mudando a mi casa! ¡Sin ser invitado! —chilló Mir
Me hice hacia atrás y miré a Mir por primera vez desde que entré en la habitación. —Es la casa de Killian, Mir. Si quiere traer a uno de sus hijos aquí, puede.
No veo cómo puedes detenerlo.
La cara de Mir fue de roja a rojo brillante mientras estrelló su pie en el piso y dejó salir un ruido que sonó como una chica de cinco años haciendo una rabieta.
—No es que me importe, pero ¿cómo aguantas eso? —preguntó Mase.
—No lo hago. No es mi novia. Helena ha malentendido algunas cosas que no me deja aclarar —respondí, mirándola. Bajó la cabeza y miró sus pies.
—Ya veo —respondió Mase, y tenía la idea de lo que vio. Mucho más que Helena. Era un chico y estaba por toda mi cara. Solo quería que me perdonara, y no tenía nada con Mir. Ya no.
—Vete —demandó Mir, señalando la puerta. El brillo de enojo en sus ojos fue directamente hacia mí
—Ahora. Sal de mi maldita casa. Eres alguien a quien puedo botar. Así que sólo vete. No debí haberte llamado.
—Te diría que te quedaras pero Helena y yo teníamos planes. Estoy seguro que nos veremos por ahí —dijo Mase—Ahora puedes irte de mi habitación, Mir.
El ceño furioso en su rostro mientras se giraba y salía de la habitación casi me hizo reír. Mase no iba a dejarla irse sin nada. ¿Eso era por lo que se encontraba aquí? ¿Estaba aquí por Helena? La forma en que tuvo su cuerpo ligeramente frente
a ella como si estuviera listo para golpear a cualquiera que se acercara demasiado me dijo que era exactamente por qué se encontraba aquí.
—Gracias —respondí antes de girarme para irme.
—De nada, pero ¿por qué me agradeces? —preguntó.