Helena
No podía mirar a Mase. Sin embargo, sus ojos se posaban en mí. Podía sentir su curiosidad. Llenaba la habitación. ¿De qué había ido eso? Axel entró abruptamente a la habitación como si estuviera listo para salvar a Mir. Luego, básicamente, se la quitaba de encima. Casi sentí lástima por ella. La tenía gritando
por su orgasmo la noche anterior pero hoy ni siquiera quería tocarla.
—Explica esta mierda, por favor, porque, hermanita, estoy seriamente tratando de entender todo esto —dijo Mase mientras se sentaba en la cama extra grande detrás de él.
—No sé lo que quieres decir —dije, todavía sin mirarlo.
Mase se rio entre dientes. —Por supuesto que lo sabes. Dilo. O se lo preguntaré a él.
No. No podía dejarlo hablar con Axel. Ni siquiera podía asegurar lo que creía saber.
—No lo sé exactamente. Axel y Mir duermen juntos, pero parece ser todo lo que hacen. Estuvo aquí ayer por la noche.
—¿Él duerme con ella? ¿En serio? ¿Contigo en la casa?
Me encogí de hombros. —Él no sabía que yo estaba aquí ayer por la noche.
Mase no respondió de inmediato. No tenía idea de lo que pensaba, pero por primera vez desde que había llegado, quería estar a solas unos minutos.
—Tú sabes que le gustas, ¿verdad? —dijo Mase, finalmente.
Negué con la cabeza.
—No, no le gusto.Él quiere que yo lo perdone por…—
Me detuve. No podía decirle la verdad a Mase. Era muy probable que Mase fuera después por una de las grandes armas que utilizaba para la caza.
—¿Por qué? —preguntó Mase, permaneciendo de pie, su cuerpo se tensó.
Mierda. Tenía que arreglar esto.
—Él y yo nos hicimos amigos hace un par de meses. Me empezó a gustar.
Nos besamos. Entonces su amigo se ahogó y regresó aquí. Él no me llamó de nuevo. Pensé que sólo pasaba el duelo por su amigo y necesitaba tiempo. Luego me enteré de que estaba durmiendo con Mir.
Mase hizo un gruñido infeliz y cruzó los brazos sobre el pecho. —¿Eso es todo lo que hizo? ¿Besarte? ¿Te hizo alguna promesa?
Negué con la cabeza, porque mentirle a Mase era la única manera de que pudiera dejar vivo a Axel.
—Si te hace sentir mejor, parece que le sigues interesando. Él no quiere a Mir. Mi conjetura es que él te quiere y sabe que está jodido. Mi consejo es permanecer jodidamente lejos de él. Chicos débiles no son los que valen la pena para quedarse. Cuando un hombre recibe la atención de alguien como tú, se
supone que tiene que entender su suerte. No tirarla a la basura. Él no lo entiende.
Encuentra un hombre que entienda cuanto vales.
Sonreí y finalmente lo miré.
—¿Es ese un consejo de hermano mayor? —le
pregunté.
—El mejor. Estoy lleno de ellos. Ahora ve, ponte tus vaqueros y las botas vaqueras que te envié en Navidad. Vamos a pasar el rato con gente normal —respondió con un guiño.
Me acerqué y lo abracé.
—Gracias —le susurré.
—No me agradezcas por cuidar de ti.
El bar que Mase encontró se encontraba a unos buenos veinte minutos a las
afueras de Rosemary. Las luces de neón brillantes en las ventanas y varios
camiones en el aparcamiento daban todo el incentivo que Mase necesitaba para
entrar —El barro en los neumáticos significa que hay buena cerveza aquí —
explicó, abriendo la puerta. Rodé los ojos y abrí la puerta para saltar de la
camioneta.
Caminamos hacia la puerta y Mase se detuvo, luego me miró. —Intenta no
lucir atractiva. Sólo quiero jugar al billar y tomar una cerveza. Pasar algún tiempo
con mi hermanita, no patear a un estúpido por flirtear contigo.
Me eché a reír, y luego asentí. ¿Qué pensaba que iba a hacer? Ir allí y batir
mis pestañas a todo aquel que me mirara.
Abrió la puerta del bar y entró. El olor del humo del cigarrillo llenó el aire.
Este era un olor familiar para mí. Mase respiró hondo y me sonrió. —Puedo oler la
cerveza desde aquí. Es buena —dijo con una sonrisa tonta antes de dirigirse al bar.
Lo seguí rápidamente. Eché un vistazo alrededor de la enorme sala mientras Mase
nos ordenaba una cerveza. No señalé que era menor de edad. Solo dejé que lo
hiciera.
Las mesas de billar se encontraban llenas y busqué una cabina vacía. Traté
de no hacer contacto visual con nadie. Pero mis ojos se encontraron con una cara
conocida. Ella no me miraba. Estaba mirando la copa en la mesa. Vi cuando un
hombre se acercó, le habló y ella respondió sin mirarlo. El chico negó con la cabeza
y se alejó. La tristeza en su perfil y la caída de sus hombros rompió mi corazón.
Me volví hacia Mase. —Veo a alguien que conozco. ¿Puedes dejarme hablar
con ella a solas? Volveré en un par de minutos. Parece que necesita un amigo.
Mase miró por encima de la multitud y lo supe cuando sus ojos se
encontraron con Bethy. Él asintió con la cabeza. —Claro. Estaré por aquí.
—Está bien —le contesté y luego me dirigí a Bethy. Ella no levantó la vista
hasta que me deslicé en el asiento frente a ella.
La confusión en sus ojos se convirtió en sorpresa. —¿Harlow? —preguntó,
luego miró a su alrededor para ver si yo iba con alguien que ella conocía. Pude ver
el momento de pánico. No quería que nadie supiera que estaba aquí bebiendo lejos
su dolor.
—Estoy aquí con mi hermano. Nadie más —le aseguré, y me devolvió la
mirada, aliviada.
—Oh. —Solo respondió eso.
No era buena en esto. Había tratado con la pérdida. Había perdido a mi
madre, a la que apenas recordaba, y luego a mi abuela, pero nunca alguien de
quien estuviese enamorada. Nunca alguien tan joven con una vida por delante. —
¿Quieres hablar de ello? —le pregunté
Bethy frunció el ceño y miró a su vaso. —No lo sé. En realidad no.
A mí nunca me amaron o me enamoré, así que no podía saber lo que sentía.
¿Cómo de vulnerable te hacía eso? Yo sólo sabía el daño que había sufrido por
confiar en alguien que me traicionó. Eso era doloroso, pero no sostenía una vela
por eso.
—Algunos días creo que me voy a despertar y esto habrá sido una pesadilla
—dijo, sin dejar de mirar a la copa como si contuviera todas las respuestas.
Decidí que lo mejor para mí era permanecer tranquila y dejarla hablar. Yo
era una buena oyente. Podía ayudarla de esa manera.
—Pero luego me despierto y se ha ido. No está a mi lado. Él no me está
sonriendo con esos bonitos ojos suyos. No lo tengo para acurrucarme y planear
estar siempre juntos. Él era mi lugar seguro. Nunca había tenido un lugar seguro
antes. Pero Jace era mi lugar seguro. Él se ocupaba‖ de‖ mí…‖ y‖ yo...‖ Yo‖ no‖ lo‖
merecía.
Empecé a decirle que no era cierto, pero siguió hablando.
—Nunca supo la verdad sobre mí. Nunca supo mis secretos. Quería decirle
todo. Pero sabía que una vez que lo hiciera podía perderlo, y no lo podía perder.
Entonces…‖entonces‖Tripp‖llegó‖a‖casa‖para‖una‖visita‖y‖fui‖en una espiral fuera de
control. Los recuerdos, las mentiras; todo era demasiado. Esa noche había estado
bebiendo, porque finalmente me convencí de decirle a Jace la verdad. Él merecía
saber quién era la persona que amaba. Y como yo fui una cobarde, bebí. Y
entonces…‖lo‖maté.
Llegué a través de la mesa y cogí su mano. —Tú no lo mataste —le aseguré.
Lo sabía. Jace se ahogó.
Levantó la mirada hacia mí y las lágrimas rodaron lentamente por su
rostro. —Él se metió ahí para salvarme. Había caminado hacia el agua y casi me
ahogué. Debí haber sido yo —tragó saliva—. Debí haber sido yo. Debió haberme
dejado ir y salvarse, pero él no lo haría. Él me salvó y debí haber sido yo. Yo era la
mentirosa. Yo fui la indigna.
No era mi asunto. No sabía sus secretos y no los quería saber. Pero lo que sí
sabía era que Jace la habría salvado sin importar qué. El amor no solo desaparecía
por una mentira. Yo quería a mi papá, y él se encontraba muy lejos de ser perfecto.
—Te habría salvado, incluso si le hubieras dicho esos secretos. El amor no
sólo desaparece. Podría haber estado herido. Podría haber incluso sido incapaz de
confiar en ti. Pero él habría ido por ti, porque eso es lo que le hace el amor a una
persona.Bethy dejó escapar un pequeño sollozo y se tapó la boca. —Merecía la vida.
Una completa y feliz —dijo una vez que dejó caer la mano—. Se lo arrebaté
No podía ayudarla a perdonarse a sí misma. Tomaría tiempo.
—Pero cometiste un error. Jace te protegió. Algún día tú serás capaz de
dejar de culparte a ti misma. Hasta entonces, trata de pensar en todas las cosas
buenas. No insistir en las cosas malas.
—Pero Tripp está en la ciudad ahora. Él me lo recuerda. Sólo de verlo desde
la distancia me hace recordar.
No tenía ni idea de quién era Tripp y por qué se mantenía hablando de él.
Una vez más, no es mi asunto. Era obviamente una parte del pasado que la
atormentaba. —Estoy segura de que muchas cosas te harán recordarlo y el pasado.
Con el tiempo, será más fácil.
Bethy cerró los ojos con fuerza. —Eso espero —susurró.
No quería dejarla sola. —¿Qué haces aquí sola? —le pregunté.
Ella frunció el ceño. —Me gusta. No quiero ver a la gente. Pero creo que
estoy lista para ir a casa esta noche.
Le apreté la mano y puse mi mano de nuevo a mi lado de la mesa.
—Si alguna vez necesitas a alguien que escuche, que no está unida a la
situación, entonces estoy aquí —le dije mientras me levantaba.
Bethy me dio una sonrisa débil. —Gracias, Harlow. Eso significa mucho.