Helena
El tenis había sido justo lo que necesitaba para sacar mi agresividad. No quería hablar, sólo golpear esa estúpida pequeña bola por una hora. Y había golpeado cada una que Adam enviaba en mi dirección. Cuando dejó caer su raqueta y lanzó la pelota en el aire, la atrapó y se la guardó en el bolsillo, sabía que nuestra hora había terminado.
—Hoy estabas tirando a matar. Esperaba que destrozaras una pelota antes de que termináramos —bromeó Adam mientras caminaba hacia mi agua y una toalla. Me limpié la cara y luego tomé un largo trago de agua.
—¿Eso fue sobre el amor por el juego o imaginabas la cabeza de alguien en esa pelota?
Forcé una sonrisa.
—Es sólo uno de esos días. Me siento mejor ahora —contesté.
—Bueno. Porque me preguntaba, ¿si te gustaría cenar conmigo esta noche?
¿Tal vez una película, también?
Hice una pausa. Espera... ¿Me está pidiendo salir en una cita? Me volví a mirarlo y la mirada de esperanza en sus ojos me dijo que eso era exactamente lo que hacía. Adam quería llevarme a una cita.
Mi reacción inmediata fue negarme. No me disponía a hacer esto, pero me detuve antes de que pudiera decir algo. Que Axel me hubiera herido no significaba que todos lo harían. Además, Axel se había ahorrado algunos problemas. No lo sabía, pero lo hacía. Adam no peligraba. No iba a quererlo como lo hice con Axel. Además, ¿era justo que me protegiera de todo el mundo? ¿Quería estar sola toda mi vida? No, no quiero. No quiero vivir con mi padre hasta morirme.
Me merecía saber lo que era vivir. Quería saber que era amada. ¿Cómo lo iba a encontrar si no lo busco, ni permito que venga a mí?
—Me gustaría —le dije sin pensarlo más.
La sonrisa en el rostro de Adam fue inmediata y tuve que sonreír. Iba a una cita. A una cita real. Papá estaría orgulloso de mí.
—¡Menos mal! Me preparé todo el día para que me rechazaras y me animé a preguntar.
Se expuso. Eso me hizo sentir especial. Más especial de lo que Axel me hizo sentir.
—Me alegra que lo preguntaras —dije honestamente.
—A mí también —respondió y tiró su toalla sobre el hombro—. ¿Te vas ahora? —preguntó.
Asentí.
—Deja que te acompañe hasta tu coche. Mi próxima cita puede esperar unos minutos —dijo y abrió la puerta para mí. Me gustó eso también. Se puso a caminar a mi lado.
—Puedo recogerte en tu casa si te parece bien.
—eso sería genial. Vivo en el 43 de Florida Beach Estates —
contesté.
—¿A las siete es demasiado temprano? ¿Tarde?
—A las siete es perfecto —contesté.
Le dimos la vuelta al edificio en lugar de atravesarlo, pero Adam no parecía tener prisa.
—¿Las cosas con Mir van bien? —preguntó.
Me encogí de hombros. En realidad no. Odiaba a Mase y me odiaba mucho más por estar ahí, pero no me importaba.
—Tolerable —contesté.
Entramos en el estacionamiento y me acordé de que dejé mi coche en el valet parking.
—Hele—Llamó Mase desde su camioneta. Lo miré y luego a Adam.
—Ese es Mase, mi hermano. Está aquí de visita. —Le expliqué.
Los ojos de Adam se abrieron un poco.
—Había oído que Killian tuvo un hijo, pero me pareció que era un rumor.
Un nudo nervioso se formó en mi estómago. La mención de mi papá me confundió. ¿Oyó sobre Mase? Solamente los acérrimos fans sabían de Mase. Se mantenía fuera de los noticieros. No sabía qué pensar.
Adam volvió la sonrisa de nuevo a mí.
—Nos vemos esta noche —dijo.
Asentí y se volvió para caminar de regreso por donde vinimos antes de que Mase se acercara demasiado a nosotros.
—Entra. Quiero almorzar y no quiero hacerlo aquí. Necesito comida de verdad —dijo cuándo se detuvo frente a mí. Me subí a la camioneta.
—¿El instructor de tenis? —preguntó.
Asentí, todavía pensando en el comentario de Adam sobre Mase.
—¿Te gusta? Seguro está caliente por ti. La lengua del tipo estaba casi colgando.
—¿A dónde vamos a comer? —Le pregunté, con la esperanza de cambiar de tema.
—Hooters. Ahora respóndeme, ¿te gusta el tipo?
Dejé escapar un suspiro de frustración. Mase era como un perro con un hueso.
—Me invitó a salir.
—Eso no responde a mi pregunta —respondió.
—Está bien. Creo que me gusta.
—¿Eso crees?
Gruñí y le di a Mase una mirada frustrada.
—No lo sé. Parece agradable y sincero, pero he estado en este camino antes. Les gusto a los chicos debido a papá.
Pasa de moda y he dejado que me hieran de esta manera antes. Ahora soy mayor y más inteligente y más cuidadosa.
Mase frunció el ceño. No entendía este problema. Tenía mujeres lanzándose a él, por él, no por papá. Era hermoso y nadie sabía que era hijo de Killian.
—¿Crees que ese tipo está interesado en quien es tu papá?
Me encogí de hombros. —No lo sé.
—¿Dijiste que sí?
Asentí.
—Bueno, debes pensar que hay algo en él.
Lo hice. Hasta que supo sobre Mase.
—Sabía acerca de ti. Cuando dije que eras mi hermano, ya sabía que Killian tuvo un hijo. Sólo los acérrimos saben de ti.
El entendimiento iluminó los ojos de Mase cuando dio la vuelta a la carretera principal y se dirigió fuera de la ciudad.
—Ya veo. Sí, eso es extraño. Pero tal vez no es realmente un fan; tal vez sólo escuchó el chisme de Florida. Este pueblo sabe más sobre Slacker Demon que en ninguna otra parte dado que el hijo de Dean creció aquí. Sienten que tienen algún tipo de información interna. Probablemente solo escucho rumores ya que vive aquí.
No había pensado en eso. Seguramente vio a muchos de los miembros de la banda como clientes todo el tiempo. Pudo haber oído algo a través del radio pasillo del club de campo.Florida tenía una estrecha relación con Slacker Demon. Dejé escapar un suspiro de alivio y me recosté en el asiento. Eso tenía sentido.
—¿Te sientes mejor ahora? —Preguntó.
—Sí —le respondí.
—Bueno. Pero si me equivoco, solo tienes que decirlo y voy a reorganizar su cara por ti.
Me limité a sonreír. No porque no le creyera. Porque le creía. Mase era duro.
Era un tejano difícil y había aprendido hace mucho tiempo que era un hombre diferente. Así es como un niño pequeño se cría con un padre ausente. Su padrastro era un tejano. Era dueño de un rancho y usaba botas y un sombrero todo el tiempo.
Era grande, alto, fuerte y lo amaba. Incluso cuando era una niña tímida, siempre se aseguró de que me sintiera como en familia cuando iba de visita.
Fuera de nosotros tres, Mase había sido el afortunado. Tenía una madre que lo adoraba. Un padrastro que lo trató como su propio hijo. Tal vez por eso era el mejor de nosotros. Por lo menos yo no era la peor. Mir tenía ese título. Pero le habían dado la peor vida, por lo que pude decir.
Una pequeña parte de mí sentía pena por ella. Pero sólo una parte muy pequeña.