Helena
Tan pronto como subimos al jet, Mase se comió un tazón de avena y se fue a la cama. No era una persona madrugadora. Me senté en el sofá de cuero junto a la ventana para poder ver hacia afuera mientras pensaba a dónde podía haber ido papá en vez de pensar en el hecho de que Axel estuviera aquí.
Conmigo.
No me volteé a ver qué hacía ni dónde iba a sentarse. No estaba segura de qué decirle ahora que nos hallábamos a solas. También odiaba la idea de que mi corazón se acelerara cuando me sonreía.
Su cálido cuerpo se desplomó junto a mí, lo suficientemente cerca para que su brazo estuviera rozándose con el mío.
—Hola —dijo, simplemente.
Ignorarlo era imposible y grosero. Yo no era grosera.
—Hola —respondí,
mirándolo y luego regresando la mirada hacia la ventana.
—¿Estás preocupada por tu padre? —preguntó.No realmente. Esto era normal.
—No. Sólo frustrada porque nunca parezca madurar.
—¿No vas a mirarme?
No quería hacerlo. Me hacía olvidar que era peligroso.
—Probablemente no—respondí honestamente.
Axel se rió. —Es una pena. Me gusta mirar tus ojos.
Cerré los ojos y maldije silenciosamente. ¿Por qué, Axel? ¿Por qué me haces esto? No es justo.
—¿Vas a odiarme para siempre? —preguntó.
No lo odiaba. Esto no se trataba de eso. ¿Acaso no lo entendía? Él había establecido los términos. Yo sólo me protegía.
—No te odio. Es sólo que sé dónde estoy contigo, y trato de no pensar demasiado en ello, o en ti, para el caso.
No dijo nada. Bien. Lo había callado. Tal vez se iría y no tendría que seguir oliéndolo. Tan cálido y delicioso. Sabía cómo se sentía esa piel contra la mía y no necesitaba recordatorios.
—Cometí un error, Helena. Estaba asustado y lo arruiné.
Finalmente me giré para mirarlo. Ya tuvimos esta discusión. No quería tenerla de nuevo.
—Lo sé. Ya me lo dijiste. Lo entiendo. —Comencé a girarme de
nuevo, pero Axel me agarró del mentón y gentilmente volvió a girar mi rostro hacia el suyo.
—No. No hemos hablado de esto. Te dije cosas que no son ciertas. Te dije que no estaba listo para una relación. Era mentira. Me sentía malditamente asustado de amar tanto a alguien y perderla. Pero ya no lo estoy. No puedo seguir
haciéndome esto.
No respondí porque no tenía idea de qué hablaba.
—Te quiero. Te he querido desde el momento en que te vi. Cuando me enterré en tu interior, supe que estaba perdido. Esos hermosos ojos color avellana y esa sonrisa angelical habían comenzado a matarme por dentro y a hacer su hogar en mi corazón.Pero esa noche… me reclamaste,no puedo librarme de eso. No puedo olvidarlo.
Oh. Levanté la mirada hacia él mientras sus palabras se asentaban. ¿Esto significaba que me quería? ¿O sólo lo decía porque quería que tuviéramos sexo de nuevo?Bajó la cabeza hasta que sus labios prácticamente rozaban mi oreja.
—Eres todo lo que quiero. ¿Me perdonas por huir? Por favor.—
Me alejé de él, poniendo algo de espacio entre nosotros.
—No. No estoy lista para olvidar que durmieses con Mir, ni que no me llamaras por dos meses.
Axel frunció el ceño y se pasó una mano por su largo cabello,
desordenándolo aún más.
—Sí llamé. Pregúntale a Dean. Él te lo dirá. No sabía por qué no recibías llamadas en tu celular pero lo reventé con ellas. Pensé que te habías enterado de mi metida de pata con Mir mientras estaba borracho y que habías terminado conmigo. Tu papá me amenazó con llamar a la policía si aparecía en tu casa. Comencé a beber un montón para olvidarte, y sí, sucedió que Mir estaba allí.
¿Realmente había intentado llamarme? ¿Por qué papá me mantendría alejada de él? A menos que supiera de Mir y Axel. Esa sería una razón para que papá amenazara a Axel ¿Decía la verdad?
—Quiero estar cerca de ti. Cuando lo estoy, todo se desvanece y no puedo concentrarme en nada más que en ti. Eso era lo que me asustaba, pero he decidido que era estúpido estar asustado de eso. Es especial. Tú eres especial.
Mi abuela me diría que ignorara las palabras dulces y que me alejara. Pero mi abuela nunca había visto a Axel Carter. Era demasiado atractivo para las palabras. Lo extrañaba. Esto. Estar con él. Extrañaba esto. Él me había enseñado cómo disfrutar la vida, aunque sólo hubiera sido por dos semanas.
Cuando estuve con él sentí que realmente vivía.
—No creo que pueda confiar en mi buen sentido contigo —le dije honestamente.
—Te darás cuenta que puedes confiar en mí. No soy un chico malo. En el fondo lo sabes. Sólo tomé una muy mala decisión.—
Correr riesgos nunca había sido lo mío. No era una persona arriesgada. Era cuidadosa. No me lastimaban. Me protegía. Tenía muros. Y Axel había atravesado mis muros una vez. Dejarlo entrar otra vez era pedir mucho.
Se movió hacia mí y puso su cabeza en mi hombro.
—No me importaría rogar —dijo.
Me estremecí por el hormigueo de su aliento contra mi piel. Esto era una mala idea. Axel era bueno hablando dulcemente. Con su apariencia y su boca podía hacer que una chica hiciera cualquier cosa con palabras. Si me permitía preocuparme por él más sólo terminaría mal.
—No ruegues. Sólo dame un poco de espacio. Necesito pensar —respondí, alejándome aún más de él. El hecho de que quisiera acurrucarme en su regazo y enroscarme a su alrededor no era bueno. Solía ser más fuerte que esto. Él decía que yo lo hacía débil, si sólo supiera lo débil que él me hacía a mí.
Axel me dio esta mirada triste que sólo hacía su rostro más atractivo. Cerré los ojos y respiré profundo.
—No.Has estado durmiendo con Mir. Te escuché.
¿Tienes idea de cómo se siente? Saber que los fuertes gritos que te mantenían despierta en la noche, de hecho eran imagenes de alguien…—Me detuve. Iba a decir demasiado.
—Me mantiene despierto en la noche. Odio saber que escuchaste eso. Ni siquiera recuerdo mucho de esa noche.Pero saber que nos escuchaste… me mata.
Miré por la ventana para poder abrir los ojos. No confiaba en mí misma con esos ojos suyos enfocados en mí.