Arte
Pánico. Miedo.
El frío la heló.
Aquella chica temblando,
la puerta tocó.
Aquel 19 de diciembre,
el cuervo se acercó.
Y con la melancolía de siempre,
a ella le habló.
Le habló sobre unos seres
llenos de vida.
Ocultos en la mayoría de las ocasiones
pagando una condena, que jamás cumplirían.
Sobre cómo no vería la luz del sol
Si de aquel lugar, ella se iba.
Ella inocente y sorprendida a partes iguales, le creyó.
«¿Y puedo entrar?» preguntó.
A lo que el cuervo, simplemente, asintió.
Y sin mirar atrás, desapareció.
Puso su mano en la desgastada madera.
Y sin esfuerzo alguno, logró que la puerta se entreabriera.
Disparos y gritos.
Fue lo único que oyó.
Lágrimas y muertos.
Fue lo único que vio.
Engañada por aquel cuervo,
su vida cambió.
Convertida en seres,
llamados arte.
Más adelante,
supo a lo que el cuervo se refería.
Al convertirse en lo que, anteriormente
ella más temía.
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