Artemisa

DOS

Digna de  una Artemisa 

— su padre.... Apolo...murió...  

Me coloque una chaqueta negra y me mire al espejo, mirada perdida, corazón roto y una chica fuerte.

— Ariana... Hay que irnos ahora— dijo mi abuelo del otro lado de la puerta.

— bajen, pronto estaré ahí— dije, escuche sus pasos alejarse y luego mire por última vez mi reflejo.

Salí de mi habitación y al bajar observe a mi madre y hermano, lo primero que hice fue mirarlos a los ojos, impecables...ni una lagrimas.

Nos criaron para soportar cualquier dolor, pero ahora que lo siento no pensé que no podría soportarlo.

Tenia que ser fuerte por mi familia.

— el auto está listo— mi abuelo abrió la puerta y los tres salimos subiendo al auto, iba en el copiloto y mi madre y mi hermano atrás.

Mire por el retrovisor y observe a mi hermano para luego ver a mi madre, cuidare lo que me queda a toda costa.

Al llegar al velorio vi a todas las personas reunidas, eran pocas las que lloraban y las que lo hacían eran amigos de mi padre que no tenían ninguna relación con los cazadores de artemis.

 Mi hermano y mi madre permanecían uno al lado de otro, caminaba por todo el lugar observando a las personas hasta que mis ojos se toparon con un color grisáceo y amarillento.

Fruncí el ceño, parte de mí los culpaba de su muerte pero la otra parte sabia perfectamente que ellos hicieron lo posible por ayudar a mi padre.

El cura empezó a hablar.

— Apolo Venandi, una gran padre, un gran amigo y una gran persona... En esta tarde los despedimos sabiendo que su alma descansara en paz en el paraíso. 

Palabras de despedida... ninguna, yo no las daría o me rompería, el hecho de que ahora este delante de un ataúd vació ya es suficiente dolor, ni siquiera pude tener el cuerpo de mi padre... 

Las palabras del cura siguieron hasta que termino y todos se acercaron dejando una rosa blanca, cada persona se fue retirando dejándome a mí por último, quería tenerlo a mi lado.

Volver a escucharlo regañarme y decirme que seria una gran líder, pero no era así, ahora estaba de pie frente a su tumba a punto de romperme, no era digna de ser una Artemisa.

Al darme la vuelta y apartarme de su tumba todo cambiaría, él ya no estaría, él ya no lideraría... ahora todo estaría en mis manos.

— odie esa regla, el siempre la mencionaba— levante la mirada encontrándome con esos colores extraños.

— no sé de que habla— dije.

— de la regla de no seas débil, llorar no es debilidad Ariana— se sabia mi nombre, claro que lo sabia...

— no quiero llorar— dije levantando la mirada.

— eres tan fuerte como tu padre y puedo asegurar que también seras una gran líder...

—  gracias...— dije en un susurro casi inaudible. Deje la ballesta de mi padre reposada en su lápida, esto era lo único que quedo de su cacería. 

Tome el cuchillo que ocultaba en mi bota y levante mi mano.

— Juro enfrente de la tumba de mi padre que vengare su muerte y no descansare hasta que el desterrado que tomo su vida muera en mis manos— hice una x en mi muñeca con el cuchillo y deje que la sangre cayera manchando las rosas blancas. Los cazadores empezaron a echar la tierra de nuevo. 

Una mano apretó mi hombro en señal de fortaleza.

— ve a casa con tu familia y descansa...— la persona estaba por irse pero no podía permitirlo, no tenia tiempo para descansar.

— Alfa Evan— lo llame y me acerque a él. 

— dime Ariana...

— mi padre no esta ahora y eso quiere decir...

— que eres la líder de las cazadoras, la nueva Artemisa.— asentí con la cabeza.

— ahora me corresponde a mí hacer su trabajo y continuar con la paz que hay entre ambas especies, pronto llegare a su manada para volver con la búsqueda de los desterrados.

— llegare en tres días a la mansión Venandi... no te precipites.

— estaré esperando su llegada alfa.

Camino hasta su luna que lo esperaba al lado de un auto blanco. Ambos se subieron y arrancaron. Mire por última vez la tumba de mi padre.

Tal y como lo pensé... ese día logre descansar y los cazadores no me molestaron, pero al amanecer el consejo de cazadores se junto en la mansión.

Entre, mi abuelo, mi hermano, mi madre, Alanna, su padre Steven y Julieta eran parte del consejo.

Ambos se sentaron en una silla al rededor de la mesa dejando un asiento libre, el de mi padre, tome la silla y me senté a la cabeza de la mesa. 

— ¿tomaras el puesto de tu padre?— hablo Steven, sonreí de lado.

— si, eso me corresponde, no a ti Steven— la rivalidad entre ambos era grande, conocía su ambición y las veces en las que quiso deshacerse de mi padre.

— eso esta bien Ariana, seras una gran líder— hablo Julieta, quise sonreirle pero solo asentí con la cabeza, ella era lo más cercana a una amiga.

— Como Artemisa tu deber es proteger a los humanos de los desterrados y continuar con el trabajo que tu padre no pudo completar— la voz de mi abuelo retumbo por todas las paredes.

— lo haré, cazare a los desterrados que huyeron en la última cacería— hable con voz clara.

— quiero tener a Julieta y a Leo a mi lado— hable, después de todo ahora todo lo que dijera se hacía— ambos serán las ayudas que necesito.

— yo también quiero estar a tu lado— hablo mi hermano.

No... no lo pondría al borde del peligro.

— tú seguirás entrenando— hable— quiero que sigas entrenando y por eso entrenaras a los cazadores que vayan entrando.

— ¡pero ese es mi lugar!— hablo Alanna.

— tú ahora estarás formando parte de la academia que se encuentra en la ciudad entrenando a humanos la auto defensa, no podemos dejar a esa zona sin vigilancia, mi madre, Demian y Steven serán los encargados de cuidar la mansión Venandi cuando no este por asuntos de la manada vecina e irán a cada cacería. 



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En el texto hay: cazadores, hombres lobos, romance

Editado: 20.06.2021

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