Arthur : Infiltrada en la historia

♛Octavó capítulo ♚

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  Capítulo ocho.

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El dolor de mis piernas cansadas martillaban con intensidad en mi mente. Sentía cada palpitar de los músculos al hacer una pequeña pausa. Mi respiración entré cortada se mezclaba con el aire denso del frío bosque. Traté de brindarle calor a mis brazos, consiguiendo que en su lugar, mis manos se empezaran a congelar. 

Había perdido la noción del tiempo, tratada de recuperar el aliento perdido mientras mi corazón latía frenéticamente. Pero, tenia que recuperar lo que ese ratón me arrebató. Respiré profundo tratando de encontrar fuerza para seguir. Me detuviende en medió del oscuro bosque, mis piernas empezaron a titiritar. No era una opción rendirme, pero sin mi consentimiento  mi cuerpo se estampó contra el pasto que permanecía húmedo. Por la residente llovizna hace unas horas atras.

Mi cara sentia el frío y sucio pasto contra mi mejilla. Veía el bosque con somnolencia y mi respiración se volvió regular, con dificultad tratando de ordenar mis ideas y tal vez, rendirme.

Una luz destellante se cruzó por mis ojos. Los cuales lo seguían con rapidez, sin dejar que se escapara. Y más empezaran a salir. Volaban con libertad, brillaban con gozo y danzaban a la luz de la luna. Una de ellas se detuvo en mi nariz, dejándome verla de cerca.

—Una luciérnaga —susurré.

Una sueve melodía se coló entre mis oídos. Algo muy dentro de mi se alarmó. Las luciérnaga, con orden se dirigieron con la rapidez con las que le permitían sus alás. A la sonata que entré el bosque se escuchaba.

Me levanté lentamente mientras sacudía mis prendas.Tenía la misma curiosidad de ellas, quería saber, de quién era la canción tan dulce. Y sin perderlas de rastro, llegué al lugar de dónde se originada el sonido lento.

Un lugar despoblado,sin arboles al su arrededor . Se encontraba una fuente olvidada, dejando ver las ramas de las plantas. Sin nada que dar, el agua en ella estaba seca. La luna se sitúo en el lugar más indicado, logrando reflejar su luz, hacia la fuente. Y, tratando de ver entre los arbustos, un hombre se encontraba en ella, teniendo entre sus largos dedos una armónica.

Escuchaba con cautela la música que hacían sus labios.

Mi boca estaba entré abierta, viendo con asombró aquella persona de cabellos plateados largo. Su figura era delgada, haciendo que no sea un reto cargar con la bata azul y dorada que llevaba. Tenia sus ojos cerrados concentrado. Mientras sus dedos se movían al ritmó de la música. 

Las luciérnagas, sin mucha vergüenza se a cercaron a él. Quién al sentir su presencia .Abrió sus ojos, dejando ver su heterocromía. En su izquierda un brillante dorado y en su derecha, un cálido rojo sin profundidad.

Estaba preparada para ver cualquier cosa en esté mundo. Pero nunca para ver ojos de diferente color.

Dejó su armónica en su regazo. Dándole atención a las luciérnagas que lo rodeaban. Algo blanco se deslizó por el césped, llegando con rapidez hacía él.

Mis ojos se abrieron y fruncí mi cejas.

—Ratón —susurré con rencor.

Él agarró el ratón en sus manos. Alzándolo hasta su oreja. Vi cómo su cara pacifica, hacía con facilidad una pequeña expresión de alegría.

Dejó al roedor en los muros de la fuente, para después girar su rostro hacía los arbustos en dónde me escondía.

—No tienes por qué esconderte, Anastasia —pronuncio. Mi corazón empezó a bombear.—Vamos, ven. No tienes por qué temer.

Respiré profundo. Ya fui descubierta, no tenía caso seguir escondida. Con paso seguró, salí entre los arbustos. Situándome al frente de él. De repente, el roedor se colocó entre su regazo. Haciendo que por ternura él  lo acariciara.

—¡Tenía tantas ganas de conocerte!  —sonrió alegre —Eres más hermosa que lo que imaginé.

—¿Quién eres? —junto sus labios ansioso —¿Cómo sabes mi nombre?

—Yo sé más de lo que te imaginas.  —alcé una ceja.—Ahora percy quiere una disculpa de tú parte —hizo un puchero.

—¿Percy? —el roedor se colocó en dos patas en su regazo. Sacando sus pequeños dientes a mi dirección. —No recuerdo haberlo ofendido —fruncí mi boca.

—Percy no es un ratón. Es un gánster —el roedor asintió satifecho —Bien, no quiero perder mucho tiempo. El amanecer se proxima.

—¿Qué quiere decir? —pestañee. Cerró sus ojos pensando, para después abrirlos lentamente.

—Pequeña. Es una verdadera locura que estes aquí —labee la cabeza — Mi nombre es Merlín —sonrió —Bienvenida al mundo de Arthuro, mi querida Elly.

Sentí como mi cuerpo quedaba paralizado delante de él. Pestañe varias veces.

—¿Tú eres Melin? —exlame con desconfianza —Claro, y yo soy la madrina de cenicienta. Mira —lo señalé con mi dedo — Salacadula chachicomula. ¡Bibidy babidy bu!

—Si soy Merlín, niñata —entre cerró los ojos.

—Eres un mentiroso . Merlín tiene una larga barda que le llega a las rodillas. Su peló es banco y si no fuera por qué no supiera. Él es viejo —él puso los ojos en blanco deprimido.

—¿Asi es cómo me describen en tú mundo? —fruncí mis labios. Miró a percy — Tú mundo es cruel —trato de hacer un intentó de lloriqueo.

—¿Quién eres? —repetí.

—Merlín. Y me está cayendo gordo que no me respetes como tú salvador —bramó. — Si piensas que reencarnastes por qué si. Estas mal, sólo fue un error.

—¿Error? Hablas que me volvieron a dar vida ¿así como así? —pregunté. Merlín asintió.

—Eres un mal entendido. Tú destinó era morir desde el principió. Por un error, reencarnastes en Anastasia. Ahora, estoy aquí para informarte que desapareceras —pestañee confundida. Él pareció notarlo —Veras, eres un relleno en el mundo de Arthuro. Cómo las personas que son rellenos en tú vida pasada. Las que te encuentras en la calle, en el super, en diferente sitios. Pero, cada una tiene su historia. Por lo tanto, al no ser necesarias en la historia de una persona se van borrando. Actualmente, estas existente por qué por aquí mismo. Quedá el mansión de Sir Héctor. Dónde reside Arthuro, dónde practica sus modales y se va rigiendo como una persona de la aristocracia.



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En el texto hay: reencarnación

Editado: 29.06.2020

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