En cuanto Iván les dio la orden de correr, los niños comenzaron a hacerlo a todo lo que daban. Vlad iba al frente, Eve a la par de los pequeños, e Iván cerraba la marcha cubriéndolos.
Llegados al pie de la montaña helada que debían escalar, Vlad se detuvo un momento considerando el mejor sitio para subir con menor dificultad. Finalmente pareció encontrarlo y comenzaron el ascenso.
El asunto no se presentaba fácil, porque a la pronunciada inclinación se sumaba lo resbaladizo del terreno, y aunque los ganchos eran de ayuda, ésta no parecía ser suficiente.
Con todo y las dificultades lograron superar la primera etapa. Se detuvieron un momento para que los niños descansaran un poco y por primera vez desde que había comenzado el viaje, ninguno de ellos parecía tener nada que decir.
Después de una media hora aproximadamente, Iván se puso nuevamente de pie y los miró con preocupación, pero no podían detenerse mucho más.
Los chicos comenzaron a ponerse de pie, pero Vlad no.
Unos segundos después él levantó la cabeza y tanto Eve como Iván vieron con consternación que tenía los ojos enrojecidos.
Comenzó a avanzar mientras Eve e Iván se miraban preocupados. Ciertamente aquel era el peor momento para que Vlad se derrumbara, pero tampoco podían permitirle seguir si estaba mal, de modo que Iván decidió que esa noche si continuaba así, le enviaría un mensaje a Delos para que se reuniera con ellos y enviaría a Vlad a casa quisiera o no.
A los niños por su parte, no se les había escapado que algo sucedía, pero la única que parecía tener una idea clara de qué exactamente, era Samantha. Ella había estado preocupada por Vlad desde el inicio de las vacaciones y ahora se le había hecho evidente que Iván y Eve también. Sin embargo, nada dijo a los demás, pero sí se adelantó hasta alcanzar a Vlad y metió su mano en la de él. Vlad volteó y le sonrió, pero ella lo miraba con los ojos muy abiertos.
Sam no confiaban para nada en lo que le estaba diciendo, pero aun así guardó silencio y siguió caminando de su mano.
Volvieron a detenerse un poco más tarde de mediodía para que los niños comiesen algo, pero mientras lo hacían, vieron a Vlad y a Iván empuñar sus Gwialen y para sorpresa de los chicos, Mael dejó caer lo que tenía en las manos.
Mael había sentido repentinamente que se le erizaba el vello de la nuca. Se puso de pie y miró hacia sus espaldas, y aunque todos siguieron la dirección de su mirada, no alcanzaron a mirar nada.
El chico volvió a sentarse, pero no se le pasó aquella extraña sensación.
Un poco más tranquilos y después de esperar un rato más, reanudaron el ascenso. A pesar de que era muy temprano ya había empezado a oscurecer, y con la oscuridad sus acompañantes decidieron acercarse más. Los niños lo notaron al comenzar a ver destellos en la oscuridad y que estaban seguros no pertenecían a luciérnagas precisamente. En un momento determinado, escucharon claramente un gruñido nada tranquilizador. Vlad giró la cabeza, Iván miró a Eve y probablemente le transmitió un mensaje indicándole que protegiera a los niños, pero mientras este intercambio silencioso tenía lugar, Mael se había adelantado y caminaba con decisión hacia donde se veían los ojos brillantes. Sam y Gail estiraron los brazos para detenerlo, pero Eve sujetó a Sam e Iván a Gail, en tanto que Vlad apenas había tenido tiempo de agarrar a Danny y ponerle la mano en la boca antes de que empezara a vociferar y alterara a los Lobos.
De modo que los chicos vieron aterrorizados como Mael se acercaba a aquellos ojos, que era lo único que podían ver y que lucían bastante amenazantes. Mael se detuvo y luego de unos segundos, vieron que un par de aquellos ojos se acercaba sin prisa a él.
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Editado: 23.07.2022