El ambiente se había tensado. En los ocho años que llevaba Nathaniel en aquel lugar y si bien había visto enfurecer a los vampiros e incluso pelearse entre ellos, nunca les había visto aquella actitud que era más que una actitud un cambio radical que ponía de manifiesto todo su salvajismo y su lado más oscuro, a pesar de que en realidad no estaban haciendo nada, pero era algo que se podía percibir con tanta claridad como si lo estuviese tocando. Y si se quiere, quien más lo impresionó fue Ioan, porque a pesar de que lo había visto furioso y en muchas ocasiones el causante de su ira era él mismo, en esta oportunidad en verdad aquel sujeto parecía enfermo de ira.
Todos parecían haberse olvidado de Alaric y se concentraban en Elijah con excepción de Iker que seguía mirando al supuesto elfo preguntándose quién sería aquel y cuestionándose las habilidades de quienes lo habían llevado.
Nathaniel sintió pánico, porque todos los presentes tenían el peor aspecto que les hubiese visto jamás. La piel de la mayoría se había tornado azulada, unas oscuras sombras habían aparecido alrededor de sus ojos que en aquel momento exhibían un rojo intenso, sus incisivos se habían extendido y por lo menos los más antiguos, que ya Nat identificaba perfectamente, parecían a punto de atacar a Elijah.
Ioan parecía a punto de sacarle la cabeza a aquel infeliz, pero Ruslam se adelantó, y aunque no era que él estuviese mucho más contento, le interesaba saber algunas cosas que consideraba de mucha importancia.
Iker que, si bien no estaba experimentando la obvia alteración de los demás, tal vez por el hecho de que él sí tenía poco tiempo de transformado y nunca se había enfrentado a un berserker siendo un vampiro, pero que sí sabía que aquellas criaturas eran en realidad un peligro para cualquier vampiro, se había ido moviendo con sigilo hacia donde estaba Nat, porque con sentimientos ausentes y todo, no iba a permitir que aquella criatura le hiciese daño a Nathaniel. Sin embargo, y sabiendo lo que sabía, también se estaba preguntando por qué razón aquel fulano estaba tan… tranquilo, porque según la información que manejaba, no reaccionaban bien ante la presencia de los vampiros.
A pesar de que Ioan seguía exhibiendo la misma actitud, su mente parecía estar ocupada en otra cosa.
No tuvo ocasión de terminar cuando Ruslam lo había golpeado de nuevo. Entre tanto, cuando Iker y Nat escucharon el relato, la luz se hizo en sus cerebros, pues recordaban solo a un individuo que solía ser muy hábil y veloz con sus canalizadores. Alex.
Aquello no tranquilizó en lo más mínimo a Nathaniel que era a quien estaba dirigida la información, porque estaba bastante seguro que Ioan no demoraba en dar la orden de matarlos a ambos y su cerebro había estado trabajando a toda marcha buscando la forma de evitarlo.
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Editado: 28.11.2023