Aunque Iker no era muy mayor cuando se sucedió el secuestro, y había pasado muchos años en Rejett, no había olvidado el bosque que rodeaba a Averdeen, lugar en el que se había adentrado muchas veces en su infancia, pues siempre le gustaron los largos y solitarios paseos por él. Sin embargo, no sabiendo con exactitud qué esperar con relación a Jud, decidió ir un poco más lejos. Como aun el sol no se había ocultado por completo, al llegar a un claro se detuvieron y Iker se sentó.
Esto obedecía a que, si bien Jud también se había sentado, tenía la cabeza gacha y solo jugueteaba con una rama. No era que Iker apreciase a las personas que hablaban en demasía, especialmente si no le interesaba lo que decían, pero por algún motivo que no demoró en descubrir, aquel silencio lo incomodaba.
Iker decidió que por ese camino difícilmente llegarían a alguna parte, de modo que invadió los pensamientos de Jud sin ningún reparo. A decir verdad, Iker no tenía ni la más mínima idea de cómo o por qué él podía hacer aquello cuando era obvio que nadie más parecía poder hacerlo, pero decidió que no obtendría resultados prácticos preocupándose por ello y solo lo hizo a un lado sumándolo a la lista, cada vez mayor, de cosas relacionadas consigo mismo, para las que aún no tenía una respuesta. Después de mirar con atención, entendió a lo que se refería Jud, pero casi soltó la carcajada, aunque tuvo la delicadeza de no hacerlo, pero en su opinión, aquel individuo andaba muy desencaminado en la vida pensando como lo hacía.
A continuación, y aunque no había hecho aquello antes, se concentró y sintió cómo sus incisivos se extendían, y aunque no estaba molesto, también logró que sus ojos se tornasen carmesí. A pesar de que ninguna de las dos cosas las había hecho a voluntad nunca antes, pues ni sus incisivos se habían extendido, sino cuando había tenido necesidad de alimentarse, ni sus ojos enrojecían, sino cuando estaba molesto, lo consiguió lo mismo sin que nada de lo anterior estuviese sucediendo.
Jud se había puesto de pie y efectivamente lo estaba mirando, aunque con poco asombro, a decir verdad, pues la mayor parte del tiempo y cuando los uzkys se encontraban con los vampiros, ellos tenían aquel aspecto. Sin embargo, como le había dicho Eri a Arianell, Jud podía ser muy terco, especialmente cuando quería o estaba convencido de algo.
Iker tenía escasísima paciencia, pero hizo su mejor esfuerzo por no perder la poca que tenía.
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Editado: 01.03.2024