Cap. 51 ¿Desaparecidos?
Cuando abandonaron la habitación y se dirigieron a donde habían dejado a Diandra, Samantha notó la ausencia de Mael, sin embargo, decidió guardar silencio, aunque una extraña angustia se instaló en su pecho.
A Diandra y a Gail los habían colocado en unos divanes que instalaron en uno de los salones pequeños.
- ¿Qué sucedió con Gail? —preguntó Danny con aprensión
- Por favor, cualquiera diría que no lo conoces, Danny —contestó Aderyn que se había quedado allí con ellos —Para Gail todo es una broma, pero no hay nada que le haga menos gracia que un Lery
Danny no solo entendió, sino que se dijo que era muy estúpido, pues era seguro que Gail estaría tan furioso como todos, y lo que se le hacía extraño era que se hubiese puesto violento. Danny miró a Diandra con desánimo, pues tenía serias dudas acerca de la conveniencia de despertarla; él sabía por experiencia, que calmar a su volátil mujer no era un asunto sencillo, y si no lo había sido con las simples, o quizá no tan simples, travesuras de sus hijos, en este caso sería mucho peor.
Dan miraba a su hijo con ira y no podía creer que hubiese cedido ante los argumentos de Samantha. Él había pensado que por difícil que fuese Diandra, siendo mujer, era la que podía terminar cediendo, pero para lo que no estaba preparado era para que quien lo hubiera hecho fuese Danny. Giulian en cambio, y si bien no estaba menos furioso, sabía que, si Samantha había hecho de aquella relación su cruzada personal, ya podían ellos hacer girar la tierra en reversa antes que tener alguna oportunidad con ella.
Mientras que Iván se ocupaba de Gail, Danny se dispuso a despertar a Diandra con resignación, pues prefería hacerlo él antes de que alguien más se arriesgase a ser víctima de ella.
Aunque los ojos de Gail enrojecieron en cuanto sus recuerdos encajaron en su lugar, y se incorporó con violencia, cabría suponer que sabía que era tiempo perdido enfrentarse a su padre, mientras que Danny no tuvo tan suerte.
- ¡Apártate de mi camino, Daniel Douglas! ¡Si tú no tienes los pantalones para defender a nuestra hija, yo sí!
- Escúchame por favor, Di
- La única forma en que tendrías mi atención, es si me hubieras traído el cadáver de ese desgraciado —siseó en forma venenosa
Danny miró a Samantha con un clarísimo: te lo dije, pero quien intervendría sería Aderyn.
- Di, se razonable. Por más…
- Tú cállate, Aderyn. No tienes derecho a opinar, porque tú tienes a la hija perfecta, Lyseryd es brillante y se enamoró del chico correcto, así que no te metas
- Solo intento ayudarte —dijo Aderyn con tristeza
- Pues no lo hagas. No puedes ayudar a nadie si no fuiste capaz ni de proteger a tu propio hijo
- ¡Diandra!
La exclamación partió de tres diferentes gargantas, a saber, la de Danny, Gail, y Mael que acababa de entrar. Aderyn se giró con los ojos llenos de lágrimas y abandonó la estancia. Samantha pensó en ir tras ella, pero Mael le hizo un gesto con el que le indicaba que él se haría cargo.
- ¿Cómo es posible que le hables de ese modo a Aderyn? —preguntó Danny
- Entonces que no se meta donde no tiene derecho a hacerlo
Él en verdad estaba molesto y dolido, pues Aderyn no solo era como su hermana, sino que, de hecho, era la prima de Diandra, y estaba siendo terriblemente injusta.
- No supondrás que siente realmente lo que dijo, Danny, solo está alterada —transmitió Samantha, pero él igual no guardó silencio
- Todos en esta sala tienen derecho a meterse, porque todos son tíos o abuelos de nuestros hijos. Así que no, Diandra Douglas, no te voy a permitir que maltrates a nadie
- Denielig Zaig es mi hija, así que la única que tiene derecho…
- Se te olvida que también es la mía —la interrumpió Danny con un helado siseo y un peligroso brillo en los ojos que recordaba a una serpiente a punto de atacar
Todos sabían que Danny amaba con locura a Diandra y ella a él, pero las circunstancias los habían enfrentado en una lucha en la que ambos podían salir muy lastimados. De modo que Samatha decidió que había llegado el momento de intervenir antes de que su hermano dijese o hiciese algo de lo que podía arrepentirse mucho luego. Se acercó, colocó una mano sobre su brazo para calamarlo e intentó ver en la mente de Diandra, pero esta era un caos.
- Di…
- Tú tampoco te atrevas a decirme qué hacer. Tú tienes una vida perfecta, un marido que no respira si tú no le das permiso, unos hijos que te adoran y que no cometen la estupidez de enamorarse de la persona equivocada…
- ¡Di! —exclamó por encima de la voz de Diandra que había ido subiendo de volumen —¿Te estás escuchando? Tú también tienes todo eso
- No, no es cierto. Para ti todo ha sido fácil, todo el mundo te ama y te has dado el lujo de ir por ahí destrozándole el corazón a los hombres tanto buenos como malos, incluido el estúpido de mi primo que destruyó su vida por tu culpa y…
- ¡Diandra! —bramó Giulian —Te quiero muchísimo, pero no te voy a permitir que le hables de ese modo a mi esposa
- Di —dijo Sam aprovechando el silencio que le había impuesto Giulian —Estoy segura que realmente no piensas lo que dices, porque también lo estoy de que no has olvidado que mis padres tuvieron que dejarme en otras manos para salvar mi vida; que pasé mis primeros años en un orfanato sin el calor de una familia como la que tú tuviste; que desde que volvimos a nuestro mundo, lo hicimos con la amenaza de Bastian pendiendo sobre nuestras cabezas; que fui secuestrada por ese maniático y, aunque amo a mi hijo, fue una idea macabra de Bastian; sabes lo mucho que sufrimos y lo mucho que perdimos al enfrentarnos a él, y lo sabes, porque has estado a mi lado todo ese tiempo.