Arzhvael (libro 2. Perseguidos)

Cap. 16 El Orfanato

 

Si Sam tenía  por costumbre levantarse temprano, aquel día con mayor razón. Despertó mucho antes del amanecer, y aunque el frío hacía desear quedarse entre las mantas, ella se levantó y se alistó. Un poco antes de clarear, estaba parada frente a la ventana cuando llamaron a la puerta. Autorizó la entrada pensando que era demasiado pronto para partir. Sin embargo, no eran ni Iván ni Giulian, se trataba de Mael.

  • Vaya, aún para ti es temprano ¿no? - dijo al verlo
  • Sabía que tú estarías despierta desde muy temprano.

Apenas Mael había entrado, apareció Blaidd a su lado y corrió hacia ella. Sam le acarició la cabeza y el Lobo se sentó a su lado.

  • Supongo que notaste al igual que nosotros, que llevan un exceso de compañía - dijo el chico
  • Sí, y la verdad no entiendo por qué tantos.
  • No voy a decir que yo lo sepa con exactitud, pero supongo que es debido a que las cosas no están nada bien allí afuera 
  • Pero vamos fuera de nuestro mundo, eso es lo que no…
  • Nena, estamos hablando Nurión - la interrumpió - Sabes perfectamente que está tan interesado en darles caza que para cualquiera de ustedes es peligroso moverse aunque fuesen a la luna.
  • Es posible que tengas razón - reconoció Sam
  • Bien, por esa razón, y aunque sé perfectamente que llevas la mejor compañía, Blaidd irá contigo.
  • ¿Qué? - preguntó ella asombrada - Pero…
  • Sin peros, irá contigo y no acepto que discutas eso.
  • Pero…
  • Dije sin peros, Samantha
  • Ya te pareces a Giulian y a Vlad  - dijo ella al escuchar el tono del chico
  • Como quieras, pero irá contigo.
  • Mael - intentó ella de otro modo - aceptando que quieres que lo lleve por protección, ¿qué te hace pensar que va a obedecerme? Sabemos que Blaidd es más que una mascota, no es un perrito cariñoso que obedecerá a cualquiera que lo trate bien.
  • Créeme nena, a ti te obedecerá 

Ella lo miró con duda, estaba cansada de ver a Gail y a Danny ordenarle cualquier cosa y éste ni se daba por enterado, y si lo pensaba bien, pasaba mucho más tiempo con ellos que con ella, de modo que se le hacía muy difícil creer que con ella fuese a comportarse de distinto modo.

  • Dale una orden - dijo Mael al ver sus dudas
  • ¿Una orden? - pero no parecía ocurrírsele nada

Mael miró a Blaidd y éste repentinamente comenzó a aullar de forma ensordecedora.

  •  ¡Mael, despertara a todos! - dijo ella mirándolo alarmada, pero Mael se limitó a sonreír
  • Haz algo al respecto
  • Blaidd, cállate - de forma inmediata hizo silencio y ella miró  a Mael - Tú se lo ordenaste
  • Te juro que no ¿por qué habría de engañarte, nena?
  • De acuerdo - aceptó finalmente - ¿Pero por qué a mí si me obedece? ¿Puedes ordenarle obedecer a alguien específicamente?
  • Eso no importa - dijo él restándole importancia - Vamos a desayunar

Comenzaron a bajar las escaleras y como de costumbre Blaidd desapareció.

  • ¿Cómo sabré si está conmigo? - preguntó
  • Siempre está - dijo él - lo que sucede es que nadie puede verlo si él no lo desea, o si no lo llamo.

Llegaron al comedor y ya estaban allí los Arzhaelíes y los Krigers. Los saludaron y fueron a sentarse. Unos minutos después, apareció Danny.

  • Samantha, Danny - dijo Eowaz llamando su atención - no es un secreto para ustedes que la situación en el exterior nos es fácil en estos momentos. De modo que por favor, cualquier orden que les den, acátenla sin pensar y sin discutir ¿está claro?

Ellos asintieron y nos momentos después estuvieron listos para partir.

  • Cachorro, cuida que Gail y Di no hagan nada estúpido mientras no estamos -  le dijo Danny
  • Lo intenta…
  • ¡Douglas! - interrumpió la voz airada de Diandra y Danny cerró los ojos haciendo un gesto de dolor
  • Buenos días, Di - saludó él volviéndose y vio que Gail y Aderyn venían tras ella

Diandra lo ignoró y se dirigió directamente a Sam para despedirse. Lo mismo hicieron Gail y Aderyn deseándole un buen viaje.

  • Nos vemos más tarde -  dijo Mael, y al abrazarla le susurró al oído - Recuerda nena, Blaidd te cuidará

Se despidieron de Danny, pero éste aún esperaba la explosión de Diandra, de modo que cuando ella se acercó a despedirse, se preparó para la tormenta.

  • El que debe procurar no hacer nada estúpido eres tú - le dijo - tienes la desagradable costumbre de meterte en líos más grandes que tú. Así que si se te ocurre la maravillosa idea de servir de diana, te arrancaré la cabeza con mis propias manos ¿has comprendido?
  • Yo también te echaré de menos - dijo él sonriendo
  • ¡No voy a echarte de menos, estúpido! - exclamó ella - Pero si no regresas entero, te juro que te vas a arrepentir 




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