Epílogo

Bastian O’Neill había asolado al mundo durante mucho tiempo, había causado pérdida, sufrimiento, llanto y desolación. Se había complacido con el dolor ajeno, había destruido y atentado contra su propia sangre en nombre de unos ideales absurdos y con métodos macabros. Su reinado de terror había concluido con un doloroso saldo de víctimas inocentes. Con su muerte se cerraba otro capítulo de la historia de la raza Arzhvael y de la Orden Arzhaelí, que quedaba sellado con la sangre de aquellos que dieron sus vidas por devolver a su pueblo la justicia y la libertad.

La Violencia nunca ha sido ni será la respuesta a los problemas, pero mientras haya quien se crea con el derecho de pisotear e imponer su voluntad a cualquier grupo humano violando con ello su dignidad y sus derechos civiles, siempre habrá alguien que se levante en armas para defender y devolver a su pueblo la justicia, la libertad y la posibilidad de…Una Nueva Vida.