Jonathan se levantó temprano y antes de salir para la Sede se detuvo ante la habitación de Liz y llamó, al no recibir respuesta abrió la puerta con precaución.
Desde la muerte de Peter, Liz se había negado a abandonar la cama, y aunque en apariencia no tenía nada, a Jonathan había comenzado a preocuparle la palidez de la chica y el hecho de que prácticamente no se alimentaba.
En medio de todo Jonathan se alegró de que dijese aquello, en principio porque, aunque lo que decía no fuese agradable, al menos estaban manteniendo una conversación y eso era algo a lo que ella también se había estado negando, de modo que se permitió sonreír.
Jonathan iba a decir algo, pero en ese momento Liz comenzó a hacer arcadas. Una luz de alarma se encendió en el cerebro de Jonathan y actuó en consecuencia. Cursó un urgente mensaje a Daira y luego de asegurarse que Liz estaba bien, bajó al Salón apenas con tiempo para recibir a la arzhaelí.
Daira estaba de veras extrañada y la razón para ello era muy sencilla. Ella conocía a Jonathan McKenzie y sabía que aquel incordio era un especialista en amargarle la existencia al prójimo, y ella había sido una de sus víctimas predilectas desde que el chico había entrado como aspirante. Daira había sufrido lo indecible con aquel muchachito, y como en esa época todos pensaban que Giulian había muerto, ella habría estado a punto de jurar que el infeliz aquel había reencarnado en Jonathan, de modo que por todo lo anterior encontraba sumamente inquietante la seriedad del chico.
Daira abrió mucho los ojos, pero no dijo nada más y se dejó conducir a la habitación de la chica.
Pero a pesar del descortés recibimiento, ambos arzhaelíes la ignoraron y Jonathan tan directo como siempre, se acercó a la cama.
Aunque Liz hubiese tenido intenciones de protestar o moverse, y no las tenía, porque lo dicho por Jonathan la había dejado en blanco, no habría podido hacerlo, porque este individuo no era de los que perdía el tiempo en estériles discusiones a menos que se tratase de molestar a alguien. De modo que inmovilizó a Liz mientras Daira procedía a examinarla. La arzhaelí lo hizo y repitió la prueba en dos ocasiones para estar segura, y luego se volvió a Jonathan.
Jonathan se sentía feliz y desgraciado al mismo tiempo, porque aquello era lo que más había deseado su hermano y había muerto sin enterarse de ello, mientras que Liz se encontraba en estado de shock.
Y sin más explicaciones abandonó la habitación dejando a Daira preguntándose qué hacer con alguien que ni siquiera la quería allí, pero en realidad Jonathan no tardó mucho, porque a los pocos minutos regresó con su madre y Anne tampoco puso muy buena cara al ver a Daira. A pesar de que la mayoría de sus hijos pertenecían a la Orden al igual que sus amigos, a ella aun le costaba ver el uniforme y conservar la calma, razón por la cual ni Jonathan ni Kenny lo llevaban mientras estaban en casa.
A Daira le provocaba golpearlo, ella entendía perfectamente la actitud y el dolor de Anne, pero Jonathan McKenzie era cualquier cosa, menos delicado. Sin embargo, Daira se olvidó de él y procedió a explicar a Anne y a una aún muy sorprendida Liz los cuidados que debía observar, no solo porque ya había sufrido una pérdida, sino porque estaba en extremo débil y eso hacía mucho daño al bebe. Anne escuchó con mucha más atención que Liz y le aseguró a Daira que se ocuparía de todo. La arzhaelí también le recomendó ponerse en contacto con algún Läkare de su confianza para que controlase el embarazo.
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Editado: 19.10.2022