Ya habían llegado a octubre y Sam había recibido una enorme alegría, porque Philip había conversado con Iván y lo había convencido para que delegase la responsabilidad del Club de Duelo en otro arzhaelí, ya que él tenía bastante con su propia cátedra para los krigers. De modo que Iván se lo había propuesto a Jonathan, pero el chico dijo que él no tenía paciencia y prefería quedarse con otras prácticas de campo. Esto no era estrictamente cierto, lo que sucedía era que el área de trabajo de Jonathan era el espionaje, y aunque era excelente duelista, en realidad no tenía tiempo para ello. Giulian había escuchado la discusión y le pidió a Iván que lo dejase a él hacerse cargo. Inicialmente Iván no había estado muy seguro de que fuese buena idea, Giulian era demasiado indisciplinado para eso, pero finalmente había aceptado. Pero si bien Sam estaba muy contenta, no así el resto del grupo, porque ellos veían en aquello una fuente de los más horrorosos problemas. Sam en el Instituto y Giulian en Arx, era la fórmula ideal, pero ambos en el mismo lugar, y un lugar donde Samantha, quisiera o no, llamaba en exceso la atención de la población masculina, era una bomba de tiempo. A la par de esto, Dan tenía otra preocupación y decidió actuar en consecuencia.
Fueron al estudio y Dan aseguró la puerta.
Giulian enrojeció hasta la raíz del pelo y miró a Dan boquiabierto. Ciertamente no era la primera vez que él le recordaba las posibles consecuencias de su comportamiento, pero había una diferencia abismal entre aquellas ocasiones y esta, porque ahora se trataba de su hija.
Giulian subió a su habitación y guardo la pequeña botella en una gaveta. Esa noche hablaría con Sam. La noche pasada ella tenía mucho que estudiar y se había acostado muy tarde terminando todos sus deberes. Cuando bajó de nuevo ya se preparaban para irse, le dio un apresurado beso y la vio partir.
Ese día cuando llegaron a casa estaban muertos, Sam subió directo a su habitación y se tiró en la cama. Cuando despertó estaba oscuro. Se levantó y encontró una bandeja sobre la mesita de su cuarto, seguramente Crappy se la había dejado allí, pero ella no tenía hambre. Salió y fue a la habitación de Giulian entrando sin llamar como era su costumbre.
La chica se sentó en sus piernas y lo rodeó con sus brazos.
La apartó con cuidado para levantarse, fue hacia la gaveta donde había guardado el frasco y volvió hacia Sam.
Giulian tenía la desagradable sensación de no ir por buen camino.
Sam le arrebató el frasco de las manos y lo lanzó con furia contra la pared donde se estrelló y los vidrios volaron en todas direcciones.
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Editado: 19.10.2022