El día del cumpleaños de Brendan, Sam, Amy y Elar se esmeraron mucho en la decoración del jardín, y como estaban en plena primavera la naturaleza las ayudó mucho. Giulian se quejaba en todos los tonos diciendo que aquello sería un campo de batalla y amenazando con suprimir todas las futuras celebraciones de los cumpleaños de sus hijos, pero su mujer no era nada compasiva y lo demostró una vez más durante el desayuno de ese día.
La cara de Giulian era digna de concurso y los presentes tuvieron que hacer un enorme esfuerzo por no reír, ya que el individuo tenía expresión de horror y parecía cercano a sufrir un colapso.
Cada vez que Mael quería fastidiarlo lo llamaba de la misma forma que lo hacía su hijo, ya que Giulian protestaba a diario diciendo que era imposible que un chico que había aprendido a hablar casi primero que a caminar, no fuese capaz de llamarlo por su nombre. Pero como todos sabían que Giulian protestaba por deporte, nadie le hacía mucho caso, con excepción de Mael que gustaba de fastidiarlo de vez en cuando por ese asunto.
No obstante, e independientemente de que Giulian se quejase solo por molestar, era un hecho cierto que lo que decía no carecía de veracidad, de manera que teniendo en cuenta que los pequeños ángeles a medida que crecían se volvían más audaces y peligrosos, tomaron algunas medidas de seguridad extra.
Mael se encargó de levantar un cerco de energía que les impidiera abandonar los límites de los jardines, evitando con ello posibles y furtivas incursiones al bosque, mientras que Amy había hecho más o menos lo mismo alrededor del lago. De modo que aquellos dos puntos que representaban un peligro potencial, habían quedado vetados para los chicos.
Alrededor de las cuatro de la tarde, habían comenzado a llegar los invitados, por supuesto esto no aplicaba a la señorita McKenzie que había llegado casi antes de que nadie se levantase en Averdeen, y en el caso de Dreo y Vladimir habían dormido la noche anterior allí.
Los pequeños correteaban por el jardín mientras Giulian no perdía de vista a Gemdariel, porque con casi año y medio y a pesar de su discapacidad, era casi tan inquieta como sus hermanos y en ese momento intentaba por todos los medios posibles tirar al pobre Nathaniel que se esforzaba en limpiarle la carita llena de dulce. Giulian caminó de prisa al ver que los gemelos Douglas tenían todas las intenciones de apartar a Nathaniel con su delicadeza característica. Aquel par de individuos le había dado otro significado a la palabra amenaza, porque casi nadie los escuchaba decir nada nunca, pero sin duda se hacían sentir de forma muy efectiva, y era un muy mal asunto que estuviesen junto al otro par de gemelos, ya que era algo que generalmente terminaba en desastre para cualquiera que estuviese cerca. Pero a pesar de la prisa que se dio Giulian, ellos estaban más cerca y tiraron a Nathaniel para luego sujetar a Gemdariel y apartarla de él. Aquello no era ninguna novedad y ya todos habían notado el celo con el que aquellos dos pequeños sujetos trataban a la trilliza, y al que generalmente le iba peor era a Garlan que sufría los injustos ataques de ellos y de los gemelos Cornwall cada vez que tenía en brazos a Gemadariel.
En aquel mismo momento, Sam había interceptado una mirada peligrosa justamente en sus gemelos y se dirigía hacia ellos con el fin de evitar lo que pretendían, pero antes de llegar vio que Darien había comenzado a vomitar. Iván que también lo había visto, y aunque estaba más lejos, llegó primero que ella hasta el chico.
Y a Sam le bastó un rápido vistazo para comprender. Los gemelos no comían nada de chocolate ni nada que lo contuviese, aunque fuese en mínimas cantidades, y evidentemente el niño había comenzado a comer aquel dulce inadvertidamente, y al sentir el chocolate con el que estaba relleno, había comenzado a vomitar.
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Editado: 29.01.2023