Asmodeo & Amon

La noche donde todo comenzó.

Dejé toda la casa con las luces apagadas, solamente la de mi habitación estaba encendida, pero no la luz, sino que la lámpara de mi mesa de noche, Sonriente comió porque yo le di su comida y finalmente coloqué unas almohadas bajo mis sábanas, claro si entran nadie va a sospechar mi decepcionante intento de escape, pero debía intentarlo, ya estaba lista para ir a la fiesta.

Aún no sabía porque después de haberme negado había decidido ir, para empezar, Emerald no era de mi agrado, no estaba invitada, aunque según Sarah, todos los jóvenes del pueblo lo estábamos.

Tuve que salir por la puerta trasera y me salté las rejas que separan el jardín con la calle, por suerte toda mi vestimenta estaba bien, pero mi rodilla no lo estaba, me la había golpeado y disimulé mi dolor, ¿en qué momento se me ocurrió ponerme un vestido?, era una fiesta, claro, por eso lo decidí, el frío impactó contra mi piel expuesta, y temblaba por el mismo, por suerte había traído conmigo un suéter que pensaba podría calmar lo helado. Cuando me lo coloqué un sentimiento de alivio me invadió, se sentía calientito, como si tuviera fuego dentro de ella, no tan exagerado, pero se sentía muy cómodo.

Las calles estaban solas y poco iluminadas, mientras me dirigía a casa de Emerald pensé en cómo podían reaccionar mi madre y Jasper si notaban que no estaba en casa, se enfurecerían ambos, y tendría un castigo de por vida. Aunque no estaban en la casa, temía que llegaran pronto y yo no estuviera ahí. Mi madre me había dicho que se tardaría por que unos chicos de primero del instituto armaron una revuelta en la biblioteca, muchos de los libros habían salido volando por doquier y debían organizarlos alfabéticamente para que todo estuviera bien, junto a Rachel se encargarían de hacer tal cosa, y esperaba que se tardaran, puesto que no sabía a qué hora volvería de la fiesta.

Había algo que me preguntaba y era, ¿nuestro líder Aarón sabría de esa fiesta?, dato curioso, el líder era aquel que manejaba el pueblo en si, era el dueño de la iglesia, y de la mitad del terreno del pueblo, y, por si fuera poco, era el padre de Emerald. Si ella hacía una fiesta, era por que él había salido por asuntos importantes, por su madre no se preocupaba pues había fallecido años atrás en un accidente, así que tenía la casa sola para todos los del instituto y su fiesta.

Ya había llegado a esa casa y mi rodilla por fin había dejado de dolerme, agradecía que no quedó marca alguna, más que el dolor que ya estaba cesando, siempre admiré la casa de los Amery, grande, pulcra, prolija, con un jardín inmenso con arbustos y árboles cortados con figuras, era normal, ellos eran los más poderosos del pueblo. Entré y la música no dudó en entrar por mis oídos, lo admitía, ella hacía buenas fiestas, aunque, solo he asistido a dos, esta y otra que ya casi no recuerdo. Busqué con mi mirada a Annie, pero no la veía por ningún lugar, pero era obvio, como iba a poder verla si la sala era un salón de baile donde la aglomeración de personas era extrema, tuve que caminar entre la multitud haciéndome camino, hasta tuve que fingir que bailaba para que me dejaran pasar, me sentí tan tonta haciendo eso, y es que bailar no se me daba nada bien, un chico que estaba en mi curso se acercó a mí, parecía tener alcohol en su sistema porque su aliento lo delataba.

—Charlotte preciosa, bailemos. —me pidió mientras hacía un movimiento muy extraño con su cuerpo, vaya intento de baile.

—No, Charles. —y coloqué mi mano en su pecho para poner distancia, él se había acercado mucho y tengo mi espacio personal, saben— Tengo otras cosas que hacer.

—Una fiesta, música, una pista, ¿qué otras cosas podrías hacer? —seguía intentado acercarse a mí— Vamos anímate, solo es un baile, a menos de que quieras algo más.

—Evitarte, claramente. —le dije y sonreí con victoria, pues hizo una mueca de rendición— ¿Y querer algo más contigo?, por supuesto que no.

—Tú te lo pierdes, chiquita...

Si que estaba ebrio, una mano tomó mi muñeca y literalmente me arrastró por toda la sala hasta llevarme a la cocina. Yo me solté de golpe y me volteé con rudeza para ver quién era, iba a decir un millón de maldiciones, pero me contuve cuando la vi.

—No pensé que vendrías. —era Annie, ah, Annie, ¡Annie!, estaba frente a mí y sonreía.

—Tú me debes muchas explicaciones. —y la señalé con mi dedo índice, ella rio y negó con su cabeza, ¿qué le había parecido gracioso? — No dije ningún chiste.

—Sé que no, ¿pero qué explicación quieres?, Jack me terminó por que se enamoró de Emerald, y ahí murió todo, no hay más que explicar.

—¿Así tan fácil?, ¿no hubo drama?, ¿súplicas, lloriqueos? —ella negó otra vez— Pero que tranquila te lo tomas, si fuera yo hubiera matado a Jack.

—Es que ya no estaba todo bien, sabes. Nuestra relación ya no era la misma, casi no estábamos juntos, él siempre estaba con Emerald. —y se encogió de hombros mientras se apoyaba en la isla de la cocina, yo la imité— Ya no había amor, esa chispa se extinguió. Los dos dejamos de sentir afecto por el otro al mismo tiempo.

—No me digas que tú también te enamoraste de alguien más Annie, porque sería muy pronto, no entiendo como Jack se enamoró de Emerald si aún estaba contigo.

Y eso era algo que ahora recobraba todo el sentido, por eso es que a veces no miraba a Jack y Emerald en las congregaciones, porque estaban juntos, haciendo precisamente lo que hacían en el árbol aquel día, besándose, y mi mamá la toma como ejemplo, siempre diciéndome lo correcta que es, si tan solo supiera que es lo que hacía detrás de la iglesia se infartaría, le daría el famoso patatús. Lo que yo hice no es nada comparado con lo que ella hizo.



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En el texto hay: misterio, profecia, paranormal

Editado: 16.10.2024

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