Tuve una pelea con mi protector, el motivo mis alas y mi actitud de niña pequeña y fastidiosa para él, al parecer es lo único que discutimos últimamente y terminamos separados para después reconciliarnos y seguir entrenando. Me encontraba en una de los montañas cercanas y altas, mirando la luna roja mientras observaba el collar que me dio mi padre, aquella piedra demoniaca de color negra como la noche, no sabía si era mi imaginación pero veía que esta se había vuelto diferente, como si la profundidad de su oscuridad fuera más fuerte, aunque no sé cómo podría ser posible. Seguía observando la piedra demoniaca hasta que llego mi hermano para hacerme compañía.
— Nuevamente peleaste con Acatriel por lo que puedo concluir — me dijo sentándose a mi lado
— Se está volviendo una costumbre — conteste sin quitar la mirada de mi piedra demoniaca
— ¿sucede algo?, no dejas de mirarla
— No lo sé, me siento extraña, y además siento que su oscuridad es más profunda — mi hermano me pidió la piedra, se la di y comenzó a observarla detenidamente
— Yo no veo nada extraño — me contesto — tal vez es solo tu imaginación
— Puede ser
Me devolvió la piedra, pero no deje de observarla, algo me preocupaba, pero no comprendía que era. Deje de lado la piedra haciendo caso a mi hermano de que solo era mi imaginación y centre mi atención en la gran luna roja. Creo que se debe a mi larga vida en este mundo, pero nunca me había preguntado cómo era posible que en este mundo solo existiera una gran luna roja que iluminaba en el día y con forme pasaban las horas esta se oscurecía poco a poco trayendo la noche con ella. Le pregunte a mi hermano mi duda, su contestación fue que se debe a la naturaleza de este mundo, seguimos hablando sobre muchos temas más, logrando que me distrajera un poco. Seguimos en ese lugar parecía que todo estaba bien y tranquilo, pero algo me preocupaba y no era mi protector, pero tampoco podía saber que era ese algo que me preocupaba solo que no podía dejar de mirar el regalo de mi padre.
— ¿Qué sucede?, ese rostro no es por Acatriel — dijo mi hermano, sorprendiéndome que él no necesite de un poder como el que antes poseía para conocerme
— Ni yo misma me entiendo — conteste sinceramente — solo sé que algo me preocupa, pero no comprendo lo que es, tal vez solo este cansada de tanta pelea con Acatriel — mi hermano extendió su mano para rodearme con su hombro y darme un abrazo
— Tranquila — me dijo intentando calmarme, pero fue en vano
Nos quedamos en silencio hasta que le dije que tenía que irme, ya que me reuniría con Perisa ya que quiere enseñarme a volar, aunque en realidad no quiero intentarlo ella sigue insistiendo. Aún sigo con la esperanza de despertar un día y no ver estas alas, por lo cual no quiero ni pensar en volar con ellas, mi lugar esta definido, y solo quiero saber una forma de deshacerme de ellas sin tener que morir para ello porque aunque me digan que son algo grandioso es lo contrario es una maldición de la cual me temo no tiene salida que no sea la muerte, pero morir no me sirve, ya que desaparecería de este mundo para solo vivir en el recuerdo de quienes me tienen en sus pensamientos hasta que ellos desaparezcan y no quede nada, aunque en cuanto muera no quedara nada de mí.
Llegue al punto de reunión con Perisa, un lugar espacioso en el cual pueda extender mis alas e iniciar el vuelo, aunque siempre intento sacar una excusa para evitar esto, o simplemente desaparecer ella se las arregla de alguna forma para que este con ella. Mire como del cielo bajaba Perisa y tocaba el suelo con elegancia, mientras caminaba hacia mí con una sonrisa, intente devolvérsela, pero al parecer soy muy obvia con mi estado actual de preocupación.
— Nunca sabrás si te gusta, si no lo intentas — me dijo sabiendo a que se refería
— Esta vez no es esto, aunque estoy segura que no me gustara para nada — Perisa supo de inmediato que decía la verdad
— Podemos hacer algo diferente solo por el día de hoy — me dijo mostrándome una sonrisa, coloco su mano en mi hombro — puedes contarme todo lo que quieras, soy tu amiga puedes confiar en mi
— Lo, se — conteste — pero ni siquiera sé lo que me pasa, sé que suena extraño, pero así es
Perisa dejo de tomar el tema, me comprendió cuando le dije que necesitaba estar sola, por lo cual nos separamos. Comencé a caminar rumbo a casa, de repente sin darme cuenta este mundo demoniaco el cual tiene tonos rojizos en el comenzó a perder su color, volviéndose un poco opaco. ¿sería mi imaginación?, ¿me está sucediendo algo extraño?, ¿se deberán a las alas?, no llegaba a una respuesta, solo sabía que no me sentía bien y poco a poco mis fuerzas comenzaban a disminuir, caminaba con algo de dificultad, me sentía cansada, mi cuerpo estaba pesado y de repente comencé a sentir dolor, un dolor terrible se sintió como si me atravesaran desde la espalda y llegaran a mi corazón, después de soportar ese extraño momento todo desapareció, mi cuerpo regreso a la normalidad y el mundo de mi alrededor recupero su típico color pero ahora sentía una gran tristeza y ganas de llorar. Estaba cerca de mi casa, solo quería llegar y desahogarme no sé por qué, pero pronto dejare salir estas lágrimas. Seguí con mi camino hasta que mi protector se cruzó en mi camino al verlo no lo soporté y solté mi llanto mientras corría hacia él y lo abrazaba fuertemente. El me pregunto que me sucedía, se notaba su preocupación por mí pero como podía contestarle ni siquiera conocía la razón por la cual lloraba y me sentía tan triste.
— Astartea ¿sucede algo?, — su voz estaba llena de su preocupación y algo de alteración ya que no respondía solo escuchaba mi llanto
Inesperadamente recibí un abrazo de su parte, era un calor muy cálido y agradable pero no podía pensar mucho en eso, solamente seguimos de esta forma hasta que logré calmarme, fue entonces cuando le conté lo que sentí y que no podía darle una respuesta a la causa de mis lágrimas.