Astartea las historias no contadas

Capítulo 4

Acatriel

El demonio de ojos rojos de nombre Acatriel se encontraba disfrutando de la cita que tenía con su amada, pasaban mucho tiempo juntos pero la mayor parte siempre era entrenando lo cual al principio era suficiente para él, pero poco a poco se dio cuenta que dejar de lado el entrenamiento y disfrutar de un rato con su amado era maravilloso porque realmente la amaba, era la única mujer que causaba que su corazón latiera rápidamente, él amaba todo de ella incluso que en ocasiones fuera algo ingenua. Ahora ambos veían objetos de intercambio. Astartea fue llamada por una piedra blanca muy hermosa y valiosa las cuales solo se encontraban en las almejas nocturnas, pero ¿realmente eran tan impresionantes?, el observaba como los ojos de su amada se iluminaban, pero estos se apagaron cuando no pudo obtener el objeto, ella se negó a cambiar su guadaña ya que también era importante para ella, pensó en si tenía tan valioso como para cambiarlo, pero realmente no tenia nada. Al no tener nada se le ocurrió la idea de conseguir esa piedra, sería difícil pero definitivamente lo conseguiría, miro un broche sin nada especial pregunto por él y simplemente se lo regalaron ya que no tenía ningún valor.

Sin darse cuenta Astartea se alejó de el para espiar a sus alumnas, se dieron cuenta que realmente ella no tenía nada de qué preocuparse ya que sus alumnas la admiraban enormemente, pero le molesto un poco que él tuviera la culpa de como actuaban esas chicas ante su amada, ¿de verdad era tan aterrador? Se preguntaba en su interior. Al terminar su cita Acatriel dijo una pequeña mentira para poder salir del territorio y darle una sorpresa a la mujer que tanto ama.

Comenzó el gran recorrido para llegar a su destino, por el camino se encontró con algunas criaturas demoniacas del desierto que solo aparecían durante la noche, estas no fueron problema alguno para su gran poder y al caer la noche llego a su destino el rio, ahora solo necesitaba seguirlo y encontrar el lugar más profundo pero eso lo aria por la mañana para aprovechar el tiempo, por ahora solo se dedicaría a descansar un poco y pensar en la parte más difícil de todas “el regalo” su plan era buscar algunas almejas nocturnas aunque sabría que esto sería difícil ya que es común encontrarlas en las profundidades y él no tenía un gran control aguantando la respiración, pero el mayor problema era como colocaría las piedras en el broche, no podía simplemente colocarlas, de alguna forma tenían que sostenerse y el no era bueno para esa clase de trabajos, concluyendo que tendría que pedir ayuda a alguien, pero se preocuparía por eso después ahora solo tenia que esperar a que la noche se hiciera presente.

La noche llego Acatriel se preparó de un salto entro al agua y comenzó a hundirse lo más profundo que pudo, miro como entre la arena se veían almejas que comenzaban a brillar, la más cercana tendría suerte si llegaba a ella ya que la mayoría estaban en lo más profundo por esa razón son tan difíciles de conseguir, volvió a la superficie para tomar algo de aire, volvió a sumergirse y tomo la primera almeja, la abrió inmediatamente pero esta no tenía ninguna piedra preciosa, se molestó por este hecho pero seguiría buscando.

Con el tiempo se volvió más bueno aguantando la respiración, logrando obtener tres almejas y fue todo ya que no podía llegar más profundo. Se sentó tranquilamente y abrió la primera, no había nada, de igual forma en la segunda. Dio un respiro y deseó que esta tuviera como mínimo una piedra, pero no fue así. Se sentía molesto, pero no se rendiría tan fácil, era un hecho que no alcanzaría las demás almejas, pero si seguía viajando en dos días más llegaría a otro lugar y posiblemente tuviera mejor suerte.

En el siguiente punto volvió a repetir la misma rutina esta vez recogió dos almejas de las cuales una no tenía una piedra sino tres, una sonrisa ilumino su rostro su amada seguramente estaría feliz por esto. Guardo las piedras en su ropa, se encontraba tan emocionado y feliz que regreso rápidamente al territorio, ni siquiera le importo secarse el cuerpo o la ropa ocasionando que esta se ensuciara con el viaje.

Llegando al territorio se preguntaba a quién podría pedir ayuda, él no era lo que se dice un demonio popular por lo cual todos se alejaban de el a excepción de Agramon, su amada y claro su ex amigo Dumah, pero cuando lo veía siempre terminaban discutiendo ya que ninguno se soportaba.

Cali y Drugia se reunieron en la noche para entrenar y ser mejores, de esta forma enorgullecerían a su maestra Astartea, ambas habían terminado cansadas después de perfeccionar sus habilidades especiales y se sentaron totalmente agotadas sin ganas de intentar caminar para regresar a casa.

—Si nuestra recuperación no fuera rápida, mañana no podríamos movernos — le dijo Drugia a Cali

—No podemos decepcionar a nuestra maestra, es increíble como soporta tanto entrenamiento teniendo un cuerpo débil — contesto Cali orgullosa y seria, ambas chicas se sorprendieron al escuchar un sonido proveniente de los arbustos y arboles

—¿podría ser un enemigo? — pregunto Drugia alerta

Ambas chicas se levantaron y se prepararon para lo que fuera que se acercara a ellas, mientras veían con atención siempre el mismo punto ambas juraron ver unos ojos rojos brillantes que les ocasionaba algo de pánico y cuando finalmente esto salió de los arbustos, ambas no pudieron contenerse y dieron un gran grito al ver lo que para ellas era un monstruo, ya que ni siquiera era una criatura conocida.

—Ustedes dos son muy ruidosas — dijo Acatriel molesto y sin entender el comportamiento de ambas mujeres

—Esa voz, ¿eres Acatriel? — pregunto Cali

—¿Quién mas seria?

—Efectivamente eres Acatriel, nos asustaste, de por si eres aterrador ahora podrías matar a cualquiera con solo verte — contesto Drugia con gran sinceridad y haciendo que el demonio se molestara — lo siento — dijo con temor y se ocultó detrás de su amiga




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