aló de las cintas y la bolsita se abrió solita dejando ala vista un hermoso anillo con pequeños diamantes alrededor, y arriba cuatro piedras:rubi, zafiro, diamante y esmeralda, las cuatro estaban unidas haciendo una figura de trébol de la suerte con sus 4 pétalos.
Mila abrió enorme los ojos, la verdad es que no sabía ni que hacer, sus manos temblaban, tenía que controlarse o capaz era de fundirlo con el calor que emanaba de sus manos y ese si que no seria un buen espectaculo.
-Es bellisimo Hans yo...yo jamas habia visto algo asi, pero esto qué significa.
-No te propondré matrimonio, no te pediré que seas mi Reina, No podría pedirte que aceptes ser mi esposa, ni que te unas a mi de por vida, y me dejes hacerte feliz. Sólo te dejaré este anillo, como muestra de que lo que siento por ti es real. Debo irme, con pesar debo dejarte, pero cuando regrese, y si me aceptas podre ver este anillo en tu mano, como muestra de que lo que sientes por mi tambien es real, y me aceptas. Lo demás déjamelo a mi.
-Oh, Hans. No se que decir es hermoso lo que dices, tengo mucho que pensar, pero para bien o no, cuando regreses te tendré noticias.
Fueron segundos, minutos quizá horas, pero sus miradas seguían conectadas, había algo ahí entre los dos, pero aun no sabían lo que era exactamente, Hans definitivamente sentía algo fuerte por ella y estaba luchando por que se hiciera más grande, pero Mila temía perderlo antes incluso de tenerlo.
De pronto apareció el esperado beso, ese que debía aparecer, si no no fuera una buena historia. Ya nos estaban dejando mucho que desear estos dos.
Hans puso su mano en el cuello de Mila acariciando con el pulgar su rostro, poco a poco bajando su mano hacia su media espalda, Mila abrazo su cuello jalándolo más hacia ella, de pronto terminaron acostados sin terminar el beso, poco a poco sus caricias aumentaron de nivel, la mano de Hans se posiciono sobre su muslo subiendo poco a poco jalando su pierna hacia él, sus besos se detuvieron solo para proseguir besando su cuello, su hombro, solo lo que podrían hacer es dejarse llevar, ambos lo deseaban, ambos lo esperaban así que sin mas preambulos, sucedió.
Caía casi el anochecer, el sol estaba oculto pero el calor que hacía entre ellos era mucho más que el de un medio dia, era algo único, algo especial.
el albornoz quedó completamente abierto dejando ver su cuerpo desnudo ante él,sus manos temblaban pero no tenía miedo.
Hans bajo su mirada, y pudo observar cada centímetro de su blanca piel. No quería tener sexo, eso no. Quería algo más, tenía que demostrarle que ambos estaban destinados a estar juntos.
Con su pulgar acarició cada parte de su cuerpo , haciéndola estremecerse por cada sensación que le provocaba su tacto, no se resistía, no había palabras, solo miradas cómplices de lo que estaba por suceder. Sus labios estaban hinchados por esos besos tan intensos, no dejaba de tocarla, la ropa de Hans salió volando por toda la habitación, hasta que no aguanto mas y bajo sus dedos hacia la parte más sensible de su amada, haciendo que ella se estremeciera aún más, arqueandose y abriendo sus piernas para dar más facilidad a sus caricias. Con pesar dejo sus labios para pasar a lamer cada centimetro de su cuello, olia a rosas y jazmin, olor que embriagaba sus sentidos queriendo aun mas de ella, y fue ahi cuando introdujo uno de sus dedos en su interior, los gemidos comenzaron a agudizarse, a hacerse mas fuertes mas intensos,luego paso de uno a dos, y sus movimientos de dentro a fuera eran a compas de las manecillas de un reloj, no se precipito queria que fuese especial, que lo recordase siempre, que jamas olvidase quien era el Hans Jacoby III.
Logró hacer que Mila cambiase de color a un rojo carmesí en sus mejillas, y al ver que emitía un gemido intenso y sordo, estaba más que convencido que le había hecho ver más que estrellas. saco despacio sus dedos para después posicionarse entre sus piernas,poco a poco posicionó su duro miembro en su inexplorada entrada, pero no se adentró en ella, solo la miro y dijo:
-Puedo detenerme si deseas.
Por Dios esos ojos verde-azulados, cómo podría decirle que no, si en esos momentos lo que quería era que él le quitase su virginidad, a nadie mas le debía pertenecer.
-No quiero que te detengas, hazme tuya Hans, qui.quiero hacerlo.- Dijo Mila con voz entrecortada, definitivamente estaba perdida en él. Con Khan jamás llegó hasta ese punto, el placer era diferente, algo nuevo, se sentía bien, no quería dejar de sentir eso que Hans le provocaba, si no la contrario pedía más.
Hasta que poco a poco al fin entró en ella, fundiéndose ambos en un solo ser.
Cada embestida era mejor que la anterior, Hans noto que Mila sentía dolor asi que decidió detenerse, debía ser perfecto, así que detuvo su ritmo hasta que por petición de ella misma el vaivén de cuerpos volvió a empezar.Le preocupaba la experiencia, quería que fuese inolvidable. Estaban abrazados, y el seguia moviendose dentro de ella, Mila no dejaba de acariciar su piel su pecho sus brazos, sus piernas hasta inclusive sus nalgas, quería tocar todo de él, si iba a ser la última vez que iban a estar juntos quería recordarlo por siempre y para siempre.