Selien
Selien tenía planeado subir a su carro lunar en cuanto alguien tocó a su puerta. Era Baham.
- Selien, ¿Puedo pasar? – preguntó la Estrella.
- Si. ¿Qué haces aquí? Aún quedan minutos para el atardecer…
- Universo te está esperando en el Gran Salón, quiere hablar contigo. No se le ve muy feliz – advirtió ella.
¿Qué querría Universo conmigo?, ¿Será que Ceres le contó el plan?
- Está bien, iré. Mientras tanto, prepara a los pegasos, por favor.
- Ten cuidado – dijo Baham. La preocupación en su rostro era evidente.
Selien salió de su habitación y fue en busca de Universo. En cuanto llegó vio que él estaba sentado en su trono.
- Aproxímate, Selien.
- Me han dicho que quieres hablar conmigo.
- No tomará mucho tiempo… - aseguró Universo mientras se levantaba y se acercaba. – Me ha llegado cierta información que me gustaría corroborar contigo. He escuchado rumores acerca de ti que me tienen sumamente preocupado – dijo con voz melosa mientras daba vueltas alrededor de Selien.
- ¿Rumores? – preguntó Selien. Antes de poder reaccionar, recibió un golpe directo en el rostro lo hizo caer al suelo.
- ¿¡Cómo te atreves a desobedecerme!? – bramó Universo. – ¡Te dije que no hablaras con Helia!
Selien aún no se recuperaba del golpe, el rostro le dolía.
- No le he hablado – era la verdad.
- Entonces, ¿Cómo explicas los rumores que he escuchado de la Estrellas? Dicen que estás perdidamente enamorado de ella y que han estado viéndose a escondidas.
- Jamás haríamos eso. Ella no sabe de mí y yo nunca haría algo para acércame a ella. Es imposible.
- ¿Sabes para qué sirve esta espada, Selien? – preguntó Universo, señalando la espada que él siempre llevaba en su cinturón. – Fue un regalo de mi padre, el Cielo. Me dijo que estaba hecha de un hierro indestructible. Cualquiera que sea herido por ella, dejará de existir. Sería una pena empuñarla contra ti. O en contra Helia.
- Te lo vuelvo a decir, Universo, no le he hablado – aseguró tratando de no mostrar miedo ante esa insinuación. No le podía hacer eso, no le podía hacer eso a ella.
- Tómalo como un… consejo de amigos. Si vuelvo a escuchar nuevos rumores como esos, no dudaré en deshacerme de ambos – dijo Universo mientras tomaba a Selien por el mentón para que él lo mirara a los ojos. – Quedas advertido.
Cuándo Universo se marchó, Selien se fue a su habitación a tratar de calmarse. Aún faltaban 10 minutos para que iniciara el atardecer y aún no estaba nada listo. Se cambió sus ropas rápidamente y al mirarse en el espejo se dio cuenta que tenía la mejilla enrojecida.
¿Qué haré ahora?
Buscó rápidamente su maquillaje y trató de cubrir el área del golpe. En cuanto estuvo listo, fue hacia los establos en donde debería estar Baham esperándolo.
- ¿Todo bien? – preguntó ella.
- Si, vamos – mintió él.
En cuanto se subieron al carro lunar para poder tomar sus posiciones, Selien comprendió que había llegado el momento de fingir. Fingir ante las Estrellas que no tenía ningún tipo de interés en Helia.
Eso será difícil…
Llegó el atardecer y Selien no miró a Helia. Utilizó la máscara de la indiferencia que tanto le había mencionado Baham, con la esperanza de que las Estrellas lo notaran y así poder terminar con esos rumores.
Y para cuando llegó la noche, no se molestó ni un segundo en mirar a Helia dormir. Era lo mejor. Pronto encontraría a Ceres para que le dijera a Helia que había pasado.
Fue probablemente la noche más larga de su vida.