Selien
Helia al fin sabe la verdad. Selien esperó por este momento durante meses. Entonces, ¿Por qué no se sentía aliviado? Desde su última conversación con Universo, no podía parar de pensar en lo que él le había dicho.
“¿Sabes para qué sirve esta espada, Selien? Cualquiera que sea herido por ella, dejará de existir. Sería una pena empuñarla contra ti. O en contra Helia.”
La sola posibilidad le aterraba. ¿Y si lo mejor es desistir del plan? Pero no lo haría. No se echaría atrás tan fácilmente. Se había esforzado demasiado como para renunciar.
No desistiré.
Ceres ayer había estado en el Palacio de la Luna y le dijo que debía enfrentar a las Estrellas, para acabar con los rumores. No le contó a Baham. A decir verdad, en el último tiempo ella había estado un poco extraña. Aún no le había mencionado nada sobre el baile o sobre las visitas de Ceres.
Selien practicó durante horas frente al espejo de su habitación lo que le diría a las Estrellas. Optó por un traje negro para vestir, al igual que su camisa y corbata. Reemplazó su corona de laureles dorada por una color plata y aplicó un poco de sombra de ojos oscura para que resaltase sus ojos azules. Cuando colocó el carcaj de flechas en su espalda y recogió el arco, al mirarse al espejo no se reconoció. Se veía diferente.
Llegó la hora del atardecer y Selien se dirigió a los establos. Encontró a Baham esperándolo como de costumbre.
- Hola – saludó él.
- Llegas tarde… - dijo ella mientras se volteaba. No alcanzó a terminar la oración. Selien captó un pequeño sonrojo en sus mejillas. – Te… te ves bien.
- Gracias, tú también.
- ¿A qué se debe esta nueva apariencia? – preguntó ella tratando de contener una sonrisa nerviosa.
Selien quería contarle todo, pero no tenía mucho tiempo. Más tarde lo haría.
- Creo que ya es tiempo de que me defienda, de hacer que las demás Estrellas me tomen en serio – resumió él.
- ¡Bien! Lástima que ya no podré pelear con mis hermanos cada noche… - bromeó ella. – De todos modos, si no te resulta, tu solo llámame. Y si te resulta, llámame de cualquier manera y le pateamos el trasero a mis hermanos juntos.
- Buena idea – dijo riendo. - ¿Subimos ya? No tenemos mucho tiempo.
Salieron de los establos y se dirigieron a sus posiciones. Por petición de Baham, ambos se bajarían en la Luna y luego ella se iría caminando. Ella insistió que esta noche tomaría otro lugar en el cielo.
Mientras ayudaba a Baham a bajar del carro ella lo tomo del cuello de su traje y lo besó. Fue un beso rápido y corto, apenas lo notó.
- Buena suerte, te veo más tarde – dijo ella mientras se separaban. Su felicidad era evidente.
Se marchó en dirección al norte. ¿Qué acaba de pasar? Pero entonces escuchó unas risas a lo lejos.
- ¡Todo un galán, me has sorprendido! – exclamó Sirio entre risas.
- ¿No te bastó tratar de cortejar a Helia? ¿Ahora también quieres intentarlo con Baham? – preguntó Fénix.
Había llegado el momento, los enfrentaría. Lo haría por ella, pero también lo haría por él mismo. Estaba cansado, estaba harto. No permitiría que nadie más lo hiciera sentir inferior.
Antes de que ellos se dieran cuenta, Selien sacó una flecha de su carcaj y disparó.
- ¡¿Pero qué diablos te pasa?! – gritó Orión mientras esquivaba el proyectil.
Selien no lo dejó continuar. Sacó otras dos flechas y se las lanzó a Sirio y a Fénix. Su intención no era herirlos, solo asustarlos. Le divertía ver sus expresiones de miedo.
¿Es lo mismo que sienten ellos al molestarme?
Decenas de flechas salieron de su arco. Las Estrellas esquivaron la mayoría, pero de todos modos más de una los hirieron.
- ¡Ya para, Selien! No es divertido – gritó Sirio.
Selien no los escuchó. Una vez los tuvo donde los quería, acorralados en el suelo y con miedo, tomó la última flecha y la apuntó a los tres al mismo tiempo.
- Esto solo fue una advertencia – dijo él con voz firme. - Si vuelven a decir mentiras sobre mi descubrirán lo que puedo hacer con unas flechas y la intención de matar.
Ellos no respondieron. Simplemente se le quedaron viendo sin poder creer lo que había pasado.
- No los quiero cerca de mi o de mi palacio. Tampoco cerca de Baham, a ella también la dejarán tranquila – continuó.
A Selien le pareció que comprendieron el mensaje así que guardo la flecha y se fue caminando hacia la Luna. No se había dado cuenta que había dejado su puesto varios metros más allá.
Cuando volvió a tomar su lugar por fin comprendió lo que acababa de pasar.
Lo logré.
Solo le faltaba un tema por resolver. Baham. Ella dijo que lo vería más tarde. ¿Qué le diría? ¿Cómo le explicaría que ese beso no significó nada para él? No lo sabía.
Lo único que si sabía era que después de esta noche jamás volvería a agachar la cabeza ante nadie.
Jamás.