Baham
¿Qué hice? Besé a Selien.
Todo fue tan rápido, ni siquiera lo pensó. Solo pasó.
Selien se veía y actuaba diferente. Estaba más decidido y seguro de sí. Este atardecer ni siquiera se molestó en mirar a Helia, era como si se hubiese olvidado de ella completamente.
¿Será que ahora hay alguien más en su corazón?
En toda la noche no pudo pensar otra cosa además del beso. Le dijo que lo vería luego así que contó las horas para poder hablar con él. Decidió que iría al Palacio de la Luna y lo esperaría ahí. Si llegaba antes que él, podría reunir el suficiente coraje que necesitaba para hacer lo que iba a hacer.
Cuando quedaban minutos antes del amanecer y vio a Selien a lo lejos preparando su carro para el término de su viaje, Baham se apresuró al palacio.
Es ahora o nunca.
En cuanto entró examinó su apariencia en el gran espejo junto a la puerta principal. Estaba ocupando un vestido simple color gris brillante. Vio que estaba un poco despeinada así que hizo lo posible para arreglar su largo cabello blanco. Una vez lista, se sentó en las escaleras del palacio a esperarlo.
Su corazón latió con fuerza mientras lo veía entrar, pero le sorprendió la frialdad en su mirada.
- ¡Hola! – dijo ella mientras se levantaba y corría a abrazarlo. Él no le correspondió el gesto.
- Baham, tenemos que hablar – el pesar en su voz era evidente.
- Ah, está bien. Cuéntame cómo te fue con mis hermanos.
- Sentémonos primero.
Mientras tomaban asiento, a Baham le pareció que algo le pasaba a Selien.
- ¿Ha pasado algo, Selien? ¿Mis hermanos te hicieron algo? – preguntó.
- Hablé con ellos. Ya no nos molestarán, no si no quieren que les dispare una flecha en la frente.
- ¡Genial! Ya era hora – dijo mientras estrechaba su mano.
- Baham, ¿Por qué me besaste? – preguntó él mientras retiraba su mano.
No seguiré fingiendo.
- Seré sincera contigo, Selien. Te mentí. Te mentí cuando dije que no tenía ningún sentimiento romántico por ti. Creí… que si te lo decía me rechazarías. Sé que tienes sentimientos por Helia y siempre lo he respetado. Pero hoy después de ver que ya no la veías como antes pensé tal vez ya no te sentías así. Eso me dio el coraje para hacer lo que hice. Selien, te he amado desde el primer día. He tratado de ignorar este sentimiento, pero siempre fallo. Por eso te besé.
- Baham, yo…
- Déjame continuar. Se que se te dificulta hablar de tus sentimientos, pero por favor necesito que me digas, aquí y ahora, qué es lo que sientes.
El silencio reinó entre ellos durante segundos que se sintieron como horas.
- Baham, eres mi única amiga y te quiero. Este último año hubiera sido una pesadilla sin ti y sin tu amistad. Amo pasar tiempo contigo y amo que me reprendas cada vez que mis flechas pasan cerca de ti durante mis entrenamientos. Pero…
- ¿Pero? – interrumpió.
- No siento lo mismo que tú. Probablemente nunca lo haga.
¿Qué?
Lágrimas de frustración se formaron en sus ojos.
- Pero… yo creí que…- pero entonces recordó. – Es por la pelirroja, ¿Verdad? La que te ha estado visitando. La he visto venir varias veces.
- ¿Ceres? No, ella ha venido por otro asunto.
- ¿Entonces?
- Sigo teniendo sentimientos por Helia. Siempre ha sido Helia.
“Solo eres una Estrella”
- Entonces, ¿Por qué no la has mirado esta noche? – preguntó ella. - Si la amas tanto, ¿Por qué la ignoras?
- Baham, yo tampoco he sido sincero contigo. No te he contado muchas cosas en el último tiempo – respondió él.
- Así que ahora nos ocultamos cosas - murmuró.
- ¡No! No es eso, es solo que…
- Selien, basta. Estoy cansada y ya no quiero seguir hablando. Fui una tonta al pensar que algún día te fijarías en mí. Hagamos como que esto nunca pasó, ¿Si? Seguiremos siendo los de siempre – dijo ella mientras se levantaba.
- Espera, no te vayas.
- Tranquilo, no pasa nada. Siento haberte besado así. Nos vemos mañana en el mismo lugar.
Mientras salía por las puertas del palacio vio a la pelirroja acercarse. Cuando cruzaron camino ella la detuvo.
-¿Estás bien? – preguntó. Por su apariencia, debía de ser una diosa de algún planeta menor.
- Si. Selien te espera dentro – respondió Baham mientras dejaba atrás a la diosa.
Soy una tonta. ¿Cómo pude pensar que él olvidaría a Helia tan fácilmente?
No debí haberlo besado.