PRIMARIA— PRIMARIA 3:42 AM
08/01/xxx8
— Te amo — un susurro inmortal atrapado en las profundidades de mi mente.
Mis parpados se abrieron de golpe, sentí como si alguien murmurase en mi oído, pero como siempre, solo estaba yo. Todavía tenía sueño, mas, las pesadillas que me atosigaban al intentar pegar ojo, eliminaban todas las ganas de dormir. La noche pasada fue ajetreada, aunque, no era nada ajeno a lo normal.
Usé las energías sobrantes en mi cuerpo para sentarme en el borde de la cama. La catástrofe que hacía pasar por habitación exhibía lo que fue mi vida durante los últimos años, trabajo, trabajo y más trabajo. También me recordaba algo esencial, nada era sencillo, y el dolor palpitante en mi cabeza lo reafirmaba.
Solté palabras al aire. La unidad modular que me empeñaba en completar atendió a mi voz exhausta. Liberando un destello violeta, desde el otro extremo del pequeño cuarto se desplazó en un instante y paró frente a mi rostro. Sonreí.
El centro de una gran parte de mis problemas levitaba frente a mí. Con forma cúbica, el dispositivo que logré desarrollar luego de mucho esfuerzo, bautizado como Autómata y de nombre clave, ATM. Desarrollado con motivos meramente bélicos.
Nunca pensé en el mundo como un lugar complaciente con la debilidad, así que autómata me ayudaría a tapar la impotencia de la que fui víctima hacían ya años.
— Parece que hoy también estás perfecto — me levanté de la cama y sin orden alguna, el módulo me siguió.
Comencé a escudriñar en el desastre que tenía armado. Pagaba un cuarto en un pequeño pueblo, no tenía una casa propia, pero sí lo que se podría considerar el paraíso para los amantes de la chatarra.
No tardé en hallar lo que quería. Unos planos ahora estaban entre mis manos, contenían ideas para el desarrollo de autómata, alguien especial las planteó, así que esos pedazos viejos de papel tenían valor, al menos para mí.
Tomé la mochila colgada en el espaldar de la cama y los introduje, tras llevarme el morral al hombro contemplé atentamente a autómata. Faltaba hacer algo todavía.
— ATM, efectúa una auto revisión de software y hardware — el artefacto cúbico liberó destellos que molestaron levemente mis ojos. Estaba entusiasmado, podría por fin probar la función que tanto trabajé…
Autómata rechinó en varías tonalidades que se hacían más y más fuertes conforme pasaban los segundos. Pronto, mi dolor de cabeza entabló una relación muy amistosa con mi cerebro.
— ¡Cancelo la orden!, ¡cancelo la orden! — tras las palabras el sonido cesó.
Un suspiro se fugó de entre mis labios, hubiese sido demasiado extraño que funcionase a la primera, pero mi frustración siempre era eclipsada por mi afán con el progreso. Llevé las manos a la cabeza y analicé el aparato.
— Bien, primero bebamos algo, y luego intentemos una vez más.
…
Y mientras fracasaba, ojos tan verdes como la esmeralda esperaban el momento para brillar. Nunca era sencillo, iría por todo o nada buscando cumplir lo requerido. Preparándose para llevar a rastras al objetivo si fuera necesario.
Ignorante, continué con lo mío, sin esperar nada de lo que vendría luego. Desde ese punto en específico las cosas comenzarían a cambiar poco a poco, aunque no lo quisiese.
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Editado: 05.01.2020