Atracción Destructiva

Capítulo treinta y uno

Skyler:

Chase me tomó de la mano y nos abrió paso entre la gente toda transpirada y borracha que había fuera de la casa. Me metí en su casa después de que él entrara y agradecí que no me soltara la mano en ningún momento. Lo último que quería era perderme de entrada y quedarme sola en aquel lugar. Al menos a su lado tenía compañía.

La sensación de Chase tomándome de la mano me volvía completamente loca, me encantaba que hiciera eso, me hacía sentir segura por más raro que sonara. Dejé de pensar en que algo podría salir mal y me centré en disfrutar. Estaba con el chico más guapo que había visto en el colegio, tenía que poner mi atención en él y no en otra cosa.

Su casa era bastante grande, muy hermosa y estaba a reventar de gente. A algunos pude reconocerlos del colegio, hasta incluso había alumnos del primer año que parecían no tener vergüenza alguna por cómo se movían y bebían de pico la cerveza.

La sala de estar en donde nos encontrábamos me daba envidia, tenía unos sofás enormes para una familia numerosa. Fue entonces cuando recordé a sus hermanos, quizás hoy me topaba con alguno de ellos y me sacaban plática.

—¿Dónde están tus padres? —pregunté cuando repentinamente varias personas empezaron a mirarnos como si tuviésemos algo en la cara.

Sí, lo entendía, que Chase estuviese de la mano con la chica nueva no era algo de esperar. Menos a pocos días de haber entrado en el colegio.

No me intimidaban, pero las chicas me veían de una manera muy desagradable, como si me dijesen con los ojos «Yo soy más linda que tú», pero no dejé que me afectara por más que realmente fuesen muy lindas.

—Nos dejaron la casa libre porque tenían planeado un viaje. Su vuelvo salió hace unas horas —respondió sin mirarme y llegamos hasta la cocina.

Chase se dio la vuelta para mirarme.

—¿Qué quieres tomar? Tengo vodka, tequila y cerveza. Pero si prefieres algo más fino como el vino o el wiski te puedo llevar al sótano a que escojas el tipo que quieres tomar.

De toda esa variedad de alcohol yo no quería ninguna, y eso que sí había para elegir. No era de tomar, no me gustaba mucho el sabor de ninguna bebida, mis preferencias estaban en las sodas, el jugo o el agua. Pero el alcohol no era para mí. Sin embargo, no es que no tomara nunca, a veces sí daba algún que otro sorbo pero no más de un vaso.

Chase elevó las cejas, esperando a que le respondiera una pregunta que había quedado en el aire por mis pensamientos.

—¿Entonces...? —dijo.

—Emm... —pensé y miré las botellas. No sabía bien qué decirle; ¿le contaba que no me gustaba el alcohol y me abstenía a una segura burla de su parte o simplemente le decía que me diera lo más fuerte que tuviera?

Porque a veces yo era así, con tal de quedar bien hacía cosas que no quería. Lo sé, patético.

—Lo que sea que me recomiendes más —respondí con una sonrisa.

—Bien —leí de sus labios.

Fruncí las cejas ante la música extremadamente alta que no me dejaba pensar con claridad. Sólo esperaba que no pusieran heavy metal porque, sino, realmente la cabeza me iba a estallar.

Mi acompañante tomó un vaso de vidrio y me sirvió vodka. Me lo tendió y esperó a que diera un trago mientras que él tomaba de la botella.

Hasta haciendo eso se veía bien.

—¿Por qué no me diste en un vaso de plástico? —señalé los vasos apilados que yacían sobre la mesada junto a toda esa cantidad de alcohol que barato seguro no habían salido.

—Porque tú te mereces uno de vidrio, no uno de plástico —respondió como si nada, como si eso no fuese a generarme cosquillas en cada parte de mi anatomía. Mi nivel hormonal ya estaba demasiado alto por estar a su lado y con esas palabras me iba a dar algo.

No le dije nada, pues no sabía qué decirle. Él se me quedó viendo otra vez, pero esta vez lo hacía diferente, de una forma más detenida, como si estuviese analizándome entera, como si quisiese saber todo de mí.

Aparté la vista de él y la transporté hacia la puerta que daba a la sala; algunas chicas seguían viéndome y también me las quedé mirando. No quería generar problemas, muchas veces había dejado en claro que yo no era así, pero ese día, en vez de apartar la mirada cuando vi a alguien mirarme mal, mantuve la vista sobre ellas. Si iban a querer intimidarme y hacerme sentir menos observándome así, no lo iban a lograr.

Una me caía peor que la otra, sólo estaba juzgándolas por la primera imagen que me daban, pero por cómo me despreciaban con la mirada, ¿qué iba a pensar de ellas? Era un grupito de cinco chicas que claramente parecían querer tener algo con Chase...

—¿No vas a beber?

Parpadeé y volví a la realidad.

—¿Qué?

—Si no vas a beber.

—Ah... —miré el vaso entre mis manos y me mordí el labio. Nunca había probado el vodka, pero decían que era bastante fuerte si no estabas acostumbrada a tomar—. Sí... —respondí, sacudiendo de lado a lado el líquido transparente.




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