Capítulo 46: El Regalo Perfecto
KATHLEEN
Mi vida no es igual desde que la abuela murió. Sin embargo, tengo la esperanza de poder sanar cada una de mis heridas pronto. Ha pasado poco tiempo desde el funeral, unas dos semanas tal vez, o un poco más. Mi mundo parece continuar su curso de la misma forma antes de que ella se fuera, mi cotidiana vida que se basa en estudios, un par de amigos, mi trabajo en casa de los Janssen y una que otra escapada que he tenido con Mikhail.
El hace mi vida diferente a como solía ser antes de conocerle. Cada vez que le veo es inexorable sonreír como una colegiala enamorada del chico más guapo de la prepa. Está bien, Wattpad. Ha sido mucho por el día de hoy.
Repaso el borde la caja con mis dedos. Tiene un lindo lazo rojizo en el medio, la he conseguido en una tienda de descuentos por lo que solo me ha costado 3 dólares. Me encontraba deambulando por la calzada frente a un pequeño boulevard de tienditas artesanas, fue amor a primera vista. El plástico de la caja está forrado por un papel azul celeste similar al color del cielo…y los ojos del ojizarco.
Me emociona recordar al ojizarco. Está noche será su fiesta de cumpleaños. A partir de esta noche, Mikhail Janssen será irresistiblemente legal.
Cuando Micah me comentó sobre la fiesta sorpresa que le tenía preparada su familia, no pude evitar querer apuntarme para la organización de la celebración. No obstante, el único detalle que me tiene con los nervios a flote, es el hecho de no saber qué regalarle para su cumpleaños.
Bien, ya tengo la cajita de regalo. Pero me falta lo más importante aún: el regalo.
Por más que me esfuerzo en pensar qué podría regalarle, solo sé que debe ser algo especial. La cuestión es… ¿Qué le regalas a una persona que ya lo tiene todo?
¿Un teléfono, tal vez?
¿Un reloj?
¿Una lapicera?
No. El tiene todo eso, y más.
Me golpeo la frente, estirando mis brazos por encima de la mesa. El olor a comida inunda mis fosas nasales. Últimamente, Katherine ha estado devorando la comida de la despensa como un depredador después de su invierno. La miro por el rabillo del ojo, una diminuta franela se desliza sobre su cuerpo, apenas si cubre su vientre. Mi hermana tararea una canción que me parece identificar mientras menea el cucharón adentro de la olla.
Esbozo una mueca antes de emitir un suspiro. Katherine voltea a mirarme, y sube una ceja.
— ¿Por qué no le regalas una camiseta y ya? —opina, meneando la salsa para sus macarrones.
Niego, moviendo la cajita de un lado a otro.
—Mikhail tiene camisetas por montones, inclusive, de marcas costosas de esas que venden por Amazon… —le explico.
Katherine, suelta la cuchara sobre el mesón, y sacude la cabeza como si quisiera pegarme un cucharazo en la frente.
—Entonces, ¿por qué no le regalas una gorra? —sugiere.
Muevo la cabeza, indecisa. Ya he visto a Mikhail con gorras, y por la manera en la que le he escuchado expresarse antes, me da la impresión de que no es fanático de las gorras.
—No le gusta las gorras.
Mi hermana sirve los platos con macarrones sobre la mesa, y vuelve a enfocarme después de merodear a sus alrededores. —Bueno, señorita perfeccionista, ¿por qué no le regalas algo hecho por ti misma? —propone, comenzando a devorar su plato—. Estoy segura de que sería un regalo único y significativo, con muchísimo más valor que una camiseta Gucci o una gorra de los Lakers —murmura con la boca llena.
Asimilo su sugerencia. Es una buena idea, de hecho.
—Solo veo un fallo en tu plan, Kathe —ella hace un ademán para que hable—. Tengo dos manos izquierdas.
Ella pone los ojos en blanco antes de proseguir comiendo sus macarrones con desespero.
—Tendrás que arreglártelas, Kathleen.
Mi mente se pierde entre mis pensamientos durante lacónicos segundos. Parpadeo para volver a la realidad antes de coger la cajita de regalo, y levantarme de la mesa. Es entonces ese momento literario en el que puedo imaginar a la bombilla encendiéndose sobre la coronilla de mi cabeza.
—Se me ha ocurrido una idea —expongo, deslizando mi chaqueta por encima de mi cuerpo. Me acerco a Katherine para depositar un beso sobre su cabello—. ¡Eres la mejor hermana del mundo mundial, Katherine Taylor!
Ella menea la cabeza, pero consigo distinguir la sonrisa que le he sacado.
Brillante.
***
Miro mi reloj asegurándome ser no tardar demasiado preparando el regalo perfecto para el ojizarco. Katherine tiene razón, podría regalarle una camiseta con un valor superior al de mi casa o tal vez, decidirme por comprar en cualquier bazar de ofertas y estoy segura de que al ojizarco no le importaría. Si bien podría decantarme por elegir cualquier objeto inanimado para regalarle, pero el regalo que le diera tiene que ser perfecto. Debe ser uno de esos regalos cuyo significado valga más que el precio que marca en la etiqueta.
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Editado: 17.11.2021