Atrapa Sueños

33. La Bestia Quiere Matar a la Bella

Deyna al menos quería terminar de presentar su tan soñada obra aunque sea en un sueño.

Respiró profundo, se concentró e hizo que el tiempo corriera normalmente, un truco que sabía hacer desde pequeña.

La música volvió a sonar y sus compañeros volvieron a moverse. El reflector le apuntaba. Todo andaba bien hasta que unos veinte minutos después, todo volvió a detenerse.

Era de nuevo su Majestad, que entraba desde atrás del escenario.

 

— ¿no te dije que despertaras rápido? — le preguntó molesta

— Yo solo quería terminar esta presentación, además trato de pensar en cómo recordar todo, así quizás encontraría una manera de despertar.

— Al menos en eso creo que puedo... ayudar — se le acercó velozmente saliendo de las sombras.

Colocó su dedo índice diestro en la sien de Deyna. Ella cerró los ojos, y en ese momento, un montón de imágenes comenzaron a pasarse por su cabeza, una tras de otra. 

También sonidos, olores, percepciones que le recordaron todo lo que había pasado, y también le daban la clave de cómo salir de ahí.

 

— Supongo, —dijo su Majestad— que ya sabes cómo salir de aquí.

— Así eso... creo

— Dímelo — ordenó

El tono de voz de su Majestad había cambiado, era diferente al de la mujer de hace 20 minutos. Deyna volteó para mirarla y se dio cuenta de que su voz no era lo único, sino también su mirada.

 

— ¿para qué quiere saber? — preguntó intrigante, curiosa.

Su Majestad hizo puños con su manos, levantando la derecha hasta su frente en forma de rabia, ira.

— ¡sólo DÍMELO! ¡AHORA! — Gritó

— NO LO HARÉ

— Bien, no me dejas más opción — amenazó

Entonces, su cara comenzó a deformarse, cómo si tuviera grumos en su interior. Su tamaño parecía reducirse al punto de sólo dejar el vestido, Deyna se acercó levantando ligeramente el vestido, y vio que aquella hermosa mujer se había convertido en una cobra egipcia negra que le saltó directo al rostro, pero ella la esquivó.

Era una pesadilla. 

La cobra se deslizó hasta Deyna, quien no tenía ninguna arma con la cuál defenderse. La bestia siseó y se multiplicó en seis. Seis cobras egipcias más grandes y gruesas que rodearon a Nima. 

Todas se irguieron en señal de ataque. Los ojos de éstas seis eran rojos y hacían contraste con sus escamas negras.

Sabido es que no puedes eliminar una pesadilla como parar el tempo, lo que si se puede hacer, es defenderse.

Como ya Deyna recuperó la memoria, hizo reaparecer su ánima en su índice izquierdo, y su arma, transformada en una espada en su mano derecha. Sintió como si volviera a respirar.

 

— Una por una — les dijo flexionando las rodillas.

SI hubiera sido la vida real, ella hubiera estado muriendo de miedo, pero como sólo era un sueño, las pesadillas no podían hacerle daño y esto lo sabía muy bien.

Una cobra se levantó hasta llegar a su cara e intentó morderla pero ella le lanzó arenilla a los ojos dejándola ciega, otras dos se acercaron por los costados. A la de la derecha Deyna le cortó la cabeza y a la otra le lanzó arenilla para  inmovilizarla y recién decapitarla.

Luego vinieron tres de golpe muy tramposas. Una se enredó en sus piernas mientras peleaba con las otras dos.

Al notarlo, Deyna le cortó parte de la cola, dejándola indefensa, entonces pudo cortarles la cabeza a las otras dos.

Lo había logrado, jadeaba de cansancio, cuando escuchó un siseo por atrás, giró rápidamente y vio que a la serpiente a la que sólo le había cortado un poco de la cola, se había regenerado.

Era lógico y algo estúpido a decir verdad. 

Alguien abrió las puertas del teatro, era la verdadera reina de los sueños, la auténtica Majestad.

Quien en forma de  humo fue hasta Deyna al ver la situación. El humo se agrupó en el suelo dando origen a otra cobra egipcia, majestuosamente dorada y con los ojos verdes y brillantes.

Las dos cobras comenzaron a pelear. Cabe aclarar que las peleas de cobras reales macho son extrañas, no usan su veneno si no mas bien el objetivo es estrellar al oponente contra el piso.

Pero éstas no son cobras reales son un sueño, contra una pesadilla.

Se movían esquivando ataques de la otra, comenzaron a enredarse entre sí, Deyna no podía hacer nada, estaban muy juntas como para intentar hacer algo, podría herir a la reina.

En un momento dado, la cabeza de su Majestad y de la pesadilla  se separaron un poco poniéndose frente a frente siseando. Entonces Deyna convirtió su arma en una pequeña daga, se acercó a la cobra negra y la degolló por fin.

La reina volvió a su figura original, jadeando y un poco herida del brazo izquierdo nada que arenilla no cure.

 

— Su majestad, ¿está bien? — le preguntó Deyna mientras le ayudaba a pararse.



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En el texto hay: suenos, romance, magia

Editado: 27.11.2019

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