Atrapada

13 —Marea alta

Es viernes y Mel llegó a Nueva York junto con Rox como a las diez de la noche. Le marcó a Andros haber si podía venir por ellas, mientras le dice a Rox que tenga paciencia. Claro que tampoco le ha contado, que Andros está dolido porque la perra con la que salía le puso el cuerno, y al menos ella no esperaba nada mejor, porque bien dice el dicho que de tal palo tal astilla. Pero ahora Mel intenta no llamarle perras, porque de todas las perras, ella, con su historial tan largo de hombres, resultó ser peor.
—¿Ya te contestó?
Preguntó Rox y Mel puso los ojos en blanco. Que mujer tan desesperante y está pensando considerar si quiere que regrese con Andros. Por un lado está la infiel y luego la psicópata celosa. Vaya novias que se busca su hermano.
—Espera—, le dijo volviendo a marcar y está vez corrió con más suerte. Contestó.
—Hola Mel.
Está ebrio y se oye bastante. Es lo que le está dejando esa estúpida hipócrita.
¿Dónde estás?
—En Drinks—, dijo arrastrando las palabras.
—Te veo ahí—, dijo y colgó, e inmediatamente pidió un taxi de sitio.
—Pensé que Andros iba a venir por nosotras.
—Vamos alcanzarlo. Está en un bar.

Cuando llegaron al bar vieron a Andros sentado en una de las mesas. Mel se acercó y enseguida notó que tiene los ojos inyectados de sangre, y a decir verdad no recuerda haberlo visto así de tomado.
—¿Porqué la trajiste?—, le preguntó molesto y alzando un poco la voz.
Así qué con ese grado de alcohol él pierde los modales y la caballerosidad pensó Mel. Ella levantó los hombros con indiferencia y eso lo enojó más, y luego a Rox se le ocurrió la grandiosa idea de abrazarlo por la espalda.
—No te enojes—, le susurró al oído.
Al mismo tiempo Rox, le mordió la oreja, y la cara de Andros cambió a mil colores, quitándole el brazo con poca amabilidad y alejándose de ellas para sentarse en otro lado. Rox quiso seguirlo.
—Déjalo, que solo vas a lograr que se enoje más.
Ellas se quedaron en la mesa y la verdad Mel se preocupó verlo así.
Roxanne supo que era su oportunidad. Pero Andros aún tomado a ese nivel la rechaza con determinación. Ella ahora sabe todo sobre la otra mujer, porque la señora Emma le ha contado todo. Entonces Rox se dirigió a la barra con el pretexto de ir por otra copa y se sentó en un banco, de esos lugares que no tienen gente a los lados. El barman le ofreció algo de beber al instante.
—Un Martini. Pero quiero algo mucho más fuerte que una simple bebida. ¿Dónde puedo conseguirlo?
El barman se acercó un poco.
—¿Qué busca exactamente?
—Algo que me haga tener un buen viaje. Éxtasis.
El barman le señaló un grupo de jóvenes.
—¿Me lo puedes conseguir?
—Tendrá un costo extra.
—No hay problema—, dijo extendiéndole un billete—, ¿Así está bien?—, el hombre asintió—. Te daré dos iguales si te apuras.
El hombre se acercó a otra persona, y esa persona se fue. Al poco tiempo regresó. Y el barman se acercó a Rox, entregándole la copa de Martini.
—Debajo va lo que quiere.
Rox le entregó lo que le dijo y pagó la bebida. Y regresó con Andros.
Va nerviosa, porque no sabe cómo demonios se la va a dar. Llegó a su lado.
—Vete—, le dijo al instante.
—No te enojes por favor. Solo vengo a decirte que no vendré más. No quiero que estés enojado conmigo.
Rox ya tenía la pastilla entre los dedos. La intención es dejarla caer mientras ella prueba de su copa.
—¿Puedo?—, le preguntó mientras agarra la copa.
Andros no dijo nada, y ella le dio un pequeño sorbo. Y luego dejó caer la pastilla. Espera que se diluya rápido.
Hizo un poco de tiempo y no soltó la copa mientras con disimulo la observa.
—Siento molestarte—, comentó mientras le llena la copa hasta el tope nuevamente.
Se paró y se fue a sentar con Mel, mientras va bastante nerviosa por lo que acaba de hacer.

Rox nunca ha consumido ningún tipo de drogas y sabe que Andros menos, pero la madre de él le dio la idea, y aparte le dijo que la única forma de atraparlo era que se embarazara. Si le daba un hijo él estaría con ella hasta el final.

Después de una hora Andros pagó la cuenta. Se sentía realmente mal, nunca se había emborrachado a ese grado. Se levantó y ya se iba.
Mel lo observó y se paró de la mesa porque no piensa dejarlo manejar así. Ni siquiera sabe si trae coche.
—¿Ya te vas?
Él la miró como si no la conociera. Después pareció reaccionar.
—Si. Ya pagué todo.
Se tambaleó y Mel lo vio realmente mal. Está totalmente ido y apenas y se sostiene.
—Dame las llaves del auto—, le pidió y él se le quedó mirando con la vista perdida. No se las va a dar pensó Mel—. No pienso dejar que manejes en ese estado.
—Ya lo he hecho antes y aquí sigo.
La realidad es que no a ese grado.
—Pues eso será cuando no te veo. Dame las llaves—, le dijo realmente enojada esta vez.
—No me des órdenes.
—Pues no te hagas el difícil. Por favor Andros deja que maneje yo.
Mel suavizó su tono y parece que funcionó porque sorprendentemente le dio las llaves.
—No la quiero cerca—, dijo mirando a Rox.
Definitivamente él no la soporta y es su insistencia que lo tiene chocado. Mel hablará seriamente con ella, porque así no va a reconquistarlo nunca y tiene que cambiar el método y dejar de acosarlo. Ella le hizo señas a Rox de que ya se van.
Agarró a Andros por el brazo, pero perdió el equilibrio y casi la tira. Rox tuvo que ayudarla a sostenerlo porque en una y se caen los dos.
Andros pesa bastante y es como querer cargar un edificio, lo cual es raro porque gordo no es, para nada, pero se ejercita y se mantiene en forma. Es un grandulón que mide 1.92 y un tanto musculoso. Aguantarlo es una odisea.
—No lo sueltes—, le pidió a Rox porque de momento siente que no podrán.
—Pesa mucho—, comentó Rox.
—Cómo si no te hubieras dado cuenta antes cuando lo tenías encima—, le soltó a las risas.
—Y mira que te cuento como es en la cama...
—No quiero saberlo. Solo imaginarlo me da asco.
—Ya cállense que estoy aquí—, les dijo con una leve sonrisa.
Por lo menos le han sacado una sonrisa después de todo.
Por fin llegaron al auto y el muy cabron no quiso irse atrás. Tampoco es que fuera a forzarlo a irse con la ex, o que lo fuera a violar allá atrás.




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