Desperté de nuevo en mi cama, cálida y familiar, hasta que los eventos de los últimos 4 años pasaron como un rayo.
Ángeles llorones. El pasado. Sola. Sin la Tardis. El doctor con un nuevo rostro.
—Doctor!
Grite sentándome de golpe en la cama mirando alrededor, la Tardis me había dejado entrar cuando la vi, como si estuviera esperándome, luego tome una siesta y estaba de nuevo viajando por el tiempo y el espacio, pero ya no era el mismo, ahora tenía un rostro diferente, un traje diferente.
Me levante de la cama temiendo por lo que me fuera a encontrar afuera, como si ya no conociera el lugar que me había acogido alguna vez. Apenas tome el pomo de la puerta, esta se abrió haciéndome mirar al hombre con pajarita el cual traía una bandeja con lo que parecía comida y ropa colgada en su brazo, entonces lo note, yo tenía solo una pata puesta ¿Cuándo me había cambiado? ¿Acaso el…
No pude seguir mi hilo de pensamientos cuando escuche su voz.
—Sayu! Despertaste!
Sonaba animado, aliviado; Me hice a un lado para dejarlo entrar mientras pasaba igual de rápido como solía hacerlo, sin perder tiempo, eso me hizo sonreír. Algunas cosas no cambiaban.
—¿te sientes mejor?
No había rastro de nuestra conversación previa y me aliviaba que no hiciera preguntas, no aun. No estaba lista.
—hace… mucho que no viajo, se… se siente extraño volver….aqui
No había pensado que decirle, pero mis ojos encontraron el suelo casi de inmediato, había sido tonto mencionar eso, lo vi en sus ojos cuando me vio salir del pasillo, no estaba preparado para verme.
Lucia diferente, mi cabello lo había dejado crecer, pero ciertamente no me favorecía en lo absoluto, según mi propia opinión, mi trabajo como Aidoru (Idol) se había ido y no esperaba recuperarlo, no había pensado en ello mucho desde lo que había pasado, pero allí estaba yo, mirando al suelo, las puntas de mi cabello, mis pies descalzos y el final de aquella bata que lucía una talla más grande, ¿de quién era?
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*semanas en la Tardis después*
—no puede ser…
Dijo casi para sí mismo luego de que hiciera honor a su nombre, El Doctor.
Habíamos caído en un viajecito a un hospital en el futuro uno donde me tomaron como rehén y ahora estaban haciéndome pruebas. Él estaba mirando mis resultados en la pantalla mientras y en sus ojos vislumbraba la esperanza de algo retorcido en su mente.
—¿qué sucede? ¿Estoy enferma?
Pregunte curiosa aun atada a aquella camilla con tantos aparatos conectados a mi cuerpo, a mi cabeza.
—puedo… puedo hacerte volver con mi anterior rostro.
Mi expresión de confusión total no disminuyo su gran sonrisa.
Logramos irnos liberando al resto de personas que usaban como experimentos genéticos, habían tantas especies, tantas vidas, todas con un único sentimiento, gratitud.
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Llegamos a Tokio nuevamente esta vez a la prefectura de Chiba, el Doctor no me había dicho nada excepto que observara, entonces fue que lo vi, había visto tantas fotos de ella que mi corazón se encogió solo para subir en adrenalina.
—Okaa-san…
Murmure cubriendo mi boca con mis manos usando ese ridículo suéter extremadamente largo, sentí las tibias manos del doctor sobre mis hombros.
¿Por qué lo hacía? No lo entendí del todo, hasta que me vi, una pequeña versión de mi.
—supe… que ella murió cuando eras muy pequeña.
Explico con calma mirándome a la distancia como mi madre tomaba asiento conmigo en sus brazos diciéndome alguna cosa que no logre escucha pero su rostro lleno de amor solo hizo que siguiera llorando sin parar.
—so-solo la recuerdo por fotos
Me atragante con mis propias palabras mientras quitaba con furia las lágrimas de mis mejillas con las mangas del suéter con olor a café.
Luego de un buen rato regresamos a la Tardis, quedándome en silencio mientras estaba sentada en el frio piso de cristal, haciendo que mis pies quedaran flotando.
—Sayu…Sayu, ¿en qué piensas?
Pregunto casi en un susurro sentando a mi lado, apoyando los brazos en la barra de metal.
—en… que no haces nada sin un motivo, doctor.
Limpie de mis mejillas el pequeño rastro de lágrimas para mirarle, entonces esos viejos ojos se ablandaron.
—tienes razón… siempre tengo un motivo pero…cual es la regla número uno.
—¿No tomes decisiones impulsivas?
Ambos nos reímos por un momento, hasta que tomo mi mano.
—debemos romper la regla uno, Sayu, Necesito que confíes en mí.
Se veía el terror en sus ojos, la fuerza con la que tomaba mis manos hizo que todo mi cuerpo vibrara.
—siempre lo he hecho, Sensei.
Ambos nos quedamos en silencio lo suficiente para hacerme mirar alrededor.
—¿por..porque cambio?
Mi pregunta lo saco de sus pensamientos para mirar con anhelo toda la sala de control.
—cuando… cuando cambie… cuando cambio— se corrigió a si mismo tomando mi mano aun entre las suyas dibujando líneas invisibles en ella. —La Tardis a veces, lo hace conmigo, no sé cómo o porque, tal vez los años juntos nos han unido en … mas de un sentido.
Lo observe con una ceja levantada bastante divertida por como explicaba y miraba a la Tardis y con su otra mano acariciaba el suelo de cristal.
—es tu primera novia,¿ no? ¿O esposa?
Dije algo pensativa y divertida al mismo tiempo, su expresión es de ofendido pero a medida que pasaban los segundos su rostro mostraba una sonrisa hasta ambos estallar en carcajadas.
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Editado: 29.05.2023