Atrapada entre voces

Capítulo 1 pt 2

 

Cuando ingresé a la primera clase me fui al asiento de la esquina trasera, como acostumbraba, este lugar lograba que me sintiera más cómoda porque así me podía concentrar en la clase, el resto de los estudiantes no tenían que fijar su atención en mi, aunque al parecer los profesores siempre dirigían su clase principalmente a los de la parte trasera, pero eso no me molestaba.

Matías llegó sólo un poco después que yo, el era mi mejor amigo desde hace un tiempo y tuve la suerte de que me consiguiera trabajo en el restaurante de su familia, me saludó con la mano y luego me dedicó una de sus sonrisas mientras se acercaba, después se sentó a mi lado. La profesora de historia, Cristal, llegó e inició su clase sin señal de algún nuevo alumno.

Cuando llegué a la segunda clase Esmeralda estaba en la puerta del aula lo que nos permitió entrar juntas, nos sentamos en nuestros lugares habituales y nos pusimos a hablar de cualquier cosa esperando a que entrara el profesor de ingles, una vez iniciada la clase me percaté de que la puerta del aula se abrió, me volví para ver y noté a los dos chicos que entraban al aula, ambos chicos eran altos, de piel morena clara y cabello oscuro, los dos eran muy parecidos, la única diferencia inmediata que noté fue que el primero en entrar era un poco más alto y corpulento que el segundo.

Por segunda vez en el día sentí como el aire abandonaba mis pulmones, ¿qué estaba pasando? ¿Quiénes eran ellos y por qué provocaban esta sensación en mi?

Sacudí la cabeza, me sentía incómoda y atraída al mismo tiempo.

Simplemente no podía dejar de verlos.

—Pasen muchachos —les animó el profesor, una vez que entraron, prácticamente los arrastró al frente.

Esmeralda me dio un golpeteo con el codo, ella tenía razón acerca de los chicos nuevos. Aunque ninguno de los dos era el que vi esta mañana e intenté ignorar el ligero pinchazo de decepción que sentí al no verlo.

—Clase, les presento a los nuevos estudiantes ellos son, Héctor y Marcus Bennett —el profesor les sonrió—. Instálense en el asiento que prefieran.

Como si tuvieran opciones, solo quedaban dos asientos disponibles y estaban frente al escritorio del profesor.

—Te lo dije —me susurró Esmeralda.

El resto de la clase transcurrió como todas las demás de ingles, haciendo ejercicios y revisándolos, pero para variar, yo era muy consiente de los dos chicos nuevos y mi cuerpo que no dejaba de sentirse en tensión parecía reaccionar a ellos.

Al final nos dejaron una tarea que prácticamente nadie iba a realizar y salimos en dirección a la cafetería.

 

...

Justo a la hora de salir del instituto pensé en qué hacer con el resto de mi día libre, lunes, miércoles y viernes trabajaba por las tardes en el restaurante de la familia de Matías y este viernes por la noche sería niñera de un niño de cinco años.

Fui a mi casillero a recoger un libro para hacer mi tareas, después de ponerlo en mi mochila y cerrar la puerta del casillero caminé en dirección a la salida para esperar por el autobús, estuve alrededor de quince minutos, viendo como los coches que iban a recoger a alguien llegaban y se iban antes de ver el color amarillo chillante del autobús y subir a él, el familiar traqueteo del autobús me dio la bienvenida, todo el camino llevé un sólo pensamiento en mi cabeza, el chico que vi esta mañana, aun no sabía su nombre de hecho dudaba saberlo algún día, ni siquiera habíamos hablado y sabía que era una debilidad de mi parte, pero no podía dejar de pensar en él.

...

El miércoles, saliendo del instituto fui a mi trabajo como mesera en el restaurante de comida mexicana llamado "El nuevo camino" pertenecía a la familia de Matías, de hecho fue él quien me ofreció el trabajo y desde entonces hemos sido muy buenos amigos.

Recorrí el pasillo del restaurante, todo se miraba como siempre, había poca luz pero cada mesa tenía su propia lamparita que lograba que el lugar se viera encantador, las mesas eran de gruesa madera de pino y las paredes estaban pintadas de un verde muy oscuro que a la vez combinaba a la perfección con la luz y decoración del lugar. Fui hasta los baños para el personal que siempre estaban muy bien iluminados, entré a un pequeño vestidor y pasé el pestillo de la puerta, me puse el uniforme de mesera que estaba dentro de mi mochila, era un vestido blanco que quedaba debajo de las rodillas, ceñido al talle, pero con vuelo a partir de las caderas y estaba sujeto por una gruesa tira de brillante listón rojo a la cintura, el baño tenía una repisa que abarcaba una pared completa, es ahí donde dejaba descansar a mi mochila que ahora contenía mi uniforme escolar dentro.

Salí del baño para comenzar con mi trabajo, anduve de aquí para allá presentándome ante los clientes, dejando menús, tomando sus ordenes, de vez en cuando tenía unos pocos minutos para retomar el aliento antes de que un cliente me llamara para que le llevara algo más, porque querían más salsa en sus enchiladas, se le antojaba un postre o simplemente porque pedían la cuenta, a veces tenía que limpiar la mesa antes de que los clientes se fueran y ellos se quedaban charlando minutos y en ocasiones hasta horas, cuando por fin se iban siempre soltaba un suspiro y sentía un peso menos, al menos hasta que una mesa se volvía a ocupar.

Miré hacía el enorme y redondo reloj de madera que estaba situado arriba del marco de la puerta que llevaba a la cocina 5:40, sólo veinte minutos más y todo terminaría, me dije a mi misma. Entonces Matías entró por la puerta principal, miró en mi dirección y me mostró una enorme sonrisa de perfectos dientes blancos muy típica de él, se pasó la mano por la cabeza tocando sus esponjosos rizos de castaño oscuro.

—Mar —dijo situándose justo frente a mí.

—Hola, Matías —le saludé.

— ¿Qué tal estas?

—En menos de veinte minutos termino mi turno, así que supongo que excelente —le sonreí y Matías me dirigió una sonrisa en respuesta.




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