Mientras transcurría la clase de historia me vi en la necesidad de abanicarme con un folder que contenía mis investigaciones, estaba sintiendo un calor inusual a pesar del aire acondicionado que estaba encendido y lo peor era que además de mi, nadie parecía notarlo.
Las palabras de la profesora me parecían lejanas y entrecortadas, como si estuviera escuchándolas a través del agua, cerré los ojos intentando controlar un repentino mareo, apenas era consciente de la mirada preocupada de Matías a mi lado.
Luego degusté el sabor del pollo que comí en el almuerzo, no quería comerlo pero los chicos me obligaron, no paraban de repetir que me miraba enferma y que últimamente no había comido bien, tardé un instante antes de darme cuenta de estaba a punto de vomitar, me levanté rápidamente de mi lugar y hablé dirigiéndome a la profesora Cristal.
– ¿Podría salir un momento?
Debió de notar la decadencia en mi rostro porque no dudó en permitírmelo, simplemente asintió y salí con prisa del aula.
Caminé entre los pasillos, rogando que el vomito aguantara hasta que llegara al baño, sentí arcadas y me envolví el estomago con los brazos teniendo un repentino dolor, sintiéndome... vacía, luego un sudor frío apareció en mi frente, una hilillo del sudor llegó hasta mis ojos y el picor se volvió casi insoportable, una sensación de asco me inundó seguida de mas arcadas.
El resto del camino lo recorrí jadeando, jamás había sentido tantos padecimientos juntos, además yo siempre había sido una persona relativamente sana, llegué hasta la puerta del baño de chicas más cercano, entré rápidamente a uno de los cubículos cerrando la puerta tras de mí y pasando el pestillo, llegué a tiempo, comencé a vomitar justo después de asegurar la puerta.
Era vagamente consciente de dos chicas conversando fuera del cubículo donde yo me encontraba, cuando terminé de vomitar sentí todo lo contrario a lo que se que debería de haber sentido, en vez de sentirme un poco mejor, la sensación de debilidad se apoderó de mi, tenía un terrible escozor en la garganta y mi cabeza palpitaba como si fuera a explotar, mientras sentía todo eso miraba los familiares garabatos grabados en la puerta del baño con tintas de diferentes colores, los garabatos parecían moverse dar vueltas y formar palabras en otro idioma, ¿griego? Cerré los ojos con fuerza y las figuras volvieron a la normalidad. Me quedé en el cubículo unos minutos más para asegurarme de que no volverían las arcadas, tiré de la palanca del baño y luego me permití salir.
Fui hasta el lavabo ignorando las miradas furtivas de las otras dos chicas que estaban en el baño, abrí la llave y comenzaron a caer borbotones de agua, ahuequé mis manos dejando que se llenaran del fresco liquido y luego me las llevé hasta la cara sintiéndome agradecida por la fría sensación que el agua dejaba en mi, después tomé más liquido, esta vez lo llevé hasta mi boca para enjuagarme el gusto amargo que me había dejado el vomito, entre el mareo que sentía apenas noté que las chicas que se encontraban en el baño ya lo habían abandonado.
Gracias por la ayuda.
Repetí el proceso, llevé agua hasta mi cara y luego enjuagué mi boca, me separé del lavabo dando pasos hacia atrás, y ahí estaba otra vez, esa sensación de vacío en mi estomago y esta vez se extendía hasta mi pecho.
Escuchaba el copioso gorgoteo del agua mientras retrocedía, abrazándome a mi misma como si eso pudiera llenar el vacío que se abría camino dentro de mí, las fuerzas abandonaron mi cuerpo y sentí como me desplomaba hasta el suelo sin poder hacer algo para evitarlo, luego, todo se volvió oscuridad.
...
Pestañeé varias veces, después cerré los ojos de nuevo, estaba recostada en algo cómodo y esponjoso, tal vez una camilla y por el ligero olor a antiséptico supuse que estaba en la enfermería del instituto, ya no me sentía enferma, el único padecimiento que se había mantenido era la sensación de vacío, me dolía el corazón. Abrí los ojos una vez mas y esta vez pude distinguir a cuatro figuras a unos dos metros de mí, no tardé mucho en reconocerlas, Esmeralda, Matías, Sofía y Cameron, quise incorporarme y en cuanto se dieron cuenta de eso todos a excepción de Cameron fueron a ponerse alrededor de mi camilla, Matías me ayudó a sentarme poniendo una mano en mi espalda, en cuanto me incorporé la quitó.
–Mar, ¿qué fue lo que pasó? Te mirabas terrible cuando abandonaste la clase de historia, cuando vi que no regresabas fui a buscarte y después tuve que llamar a Esmeralda para que fuera a buscarte a los baños –Matías habló atropelladamente y escuché la ansiedad en su voz.
Me tomé un momento para procesar la información, después negué con la cabeza, no tenía ganas de recibir sus atenciones, además la voz de Matías sonaba bastante desesperada.
–No vayas a decir de nuevo que te sientes bien, es obvio que te pasa algo y si no quieres que te lleve a rastras hasta un medico deberías decírmelo –Esmeralda sonaba severa, tanto que sentí una punzada de dolor, ella nunca me hablaba así.
Como respuesta mi pecho dolía, dolía demasiado, ya no era la misma Mar y lo sabía, algo dentro de mi había cambiado.
Empecé a marearme antes de poder responderle, entre jadeos volví a recostarme en la camilla, podía sentir la mirada preocupada de todos y escuchar que hablaban pero no entendía lo que querían decirme.
La oscuridad me llevó de nuevo.
Cameron(Narra Cameron)
– ¿Qué diablos tenía ese pollo?
Fallé intentando ocultar mi enojo, pero claro, ellos no tenían la culpa de nada, yo era el que tenía que asegurarse del bienestar de Mar, no ellos, aunque yo no había hecho absolutamente nada para que esto pasara, sabía a quién culparían los directivos.
Los directivos eran los que tenían los puestos más altos en Delidio, prácticamente, ellos se encargaban de mantener el orden, atender las quejas de los habitantes de Delidio y gobernar, generalmente esos puestos se pasaban generacionalmente, pero en ocasiones se hacían excepciones.
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Editado: 13.07.2022