Héctor fue hacia la puerta y salió de la habitación, dejando que Cameron entrara después de eso.
—¿Mejor? —Preguntó inmediatamente.
Pude ver como su mirada me recorría el rostro y la poca piel que salía de debajo de las sábanas, todo fue muy mecánico, controlado, un capitán evaluando a su ejército.
—Mucho mejor —respondí.
—Bien, daremos informe de todo esto —me aseguró—. No me importa que Héctor sea mi primo, no debió dejarte sola.
Había mucha tensión contenida en sus palabras.
—Bien —me di la vuelta, mostrándole mi espalda y diciéndole así que la conversación había terminado.
...
Como era de esperar, castigada.
Posteriormente de llegar a casa bastante tarde, con una blusa que no era mía (Tessa me la prestó ya que la mía alarmaría demasiado, me quedaba grande pero era mejor que la otra opción), y con Héctor acompañándome, Cecilia se alteró, Héctor intentó calmarla le dijo que se nos fue el tiempo en una película pero Cecilia lo ignoró, de cualquier forma eso no justificaba que llevara otra blusa, me dijo que le agradeciera que no se lo mencionaría a Federico y me castigó durante una semana, «De la casa al instituto, del instituto al trabajo y del trabajo a casa» esas fueron las palabras exactas que me dijo.
Yo por mi parte pensé en porque no me llamó al móvil al ver que era tarde, si realmente estaba tan preocupada por mí como dijo estarlo lo hubiera hecho ¿No es así?, llamé a Esmeralda para avisarle que no podría encontrarme con ella en el desayunador donde nos mirábamos todos los martes, no con el castigo que acababa de ganarme.
El resto de la semana transcurrió más o menos normal, me las arreglé para convencer a los chicos de que los pequeños moratones que tenía en mis piernas eran debido a una caída y más o menos ignoré a Matías durante esos días.
En el transcurso de la semana no fui a la casa de Héctor a entrenar o a Delidio debido al castigo que Cecilia me impuso, pero constantemente me encontraba con Héctor en el instituto, obviamente estaba cumpliendo con su encomienda de cuidarme, incluso llegaba a seguir el autobús en el que yo viajaba, él me saludaba e insistía en hablar con Cecilia para que anulara el castigo, pero conociendo a Cecilia, sabía que no serviría de nada.
Marcus se las arreglaba para ignorarme lo cual realmente no me importaba y Luciana se miraba cada vez más animada pero no pude saber la razón, no había visto a Cameron desde el lunes. Personalmente, me sentía intrigada con Eider, quería saber todo lo relacionado con él.
Era viernes y acababa de salir del instituto, tenía que ir al trabajo, los pasillos del instituto se iban vaciando con rapidez de los ansiosos estudiantes, mientras caminaba rumbo a la salida sentí unos pasos tras de mí y me giré para ver quién era.
–Mar, estuve buscándote –me dijo Matías, se miraba un poco acalorado.
– ¿Qué es lo que quieres? –Pregunté con cautela.
–Vamos, Mar –sacudió su rizada cabellera–. No seguirás molesta por lo del otro día.
– ¿Qué quieres que haga cuando te comportas de esa forma con mis amigos? –Repliqué.
–Déjame compensarte –repuso.
– ¿Cómo?
–Invitándote a salir –su enorme sonrisa apareció.
Me quedé sin aire, esto estuve tratando de evitar durante un buen tiempo, Matías era mi amigo y yo quería que siguiera siendo así.
–No puedo.
– ¿Por qué no?
Tomé una bocanada de aire.
–Estoy castigada –respondí.
–Le pedí a mi padre que te diera este día libre en el restaurante, te dejaré a la hora de salida en tu casa, tus padres ni siquiera se darán cuenta de que saliste, no puedes decirme que no.
Y sabia que el tenía razón, nadie en el trabajo obtenía tantas buenas atenciones como yo, y estaba casi segura de que el padre de Matías esperaba que su hijo y yo termináramos juntos algún día, ese pensamiento no me reconfortaba, pero después de los arreglos que Matías hizo no podía simplemente decirle que no e irme a casa.
–Está bien –suspiré.
–Podríamos caminar –Matías me sonrió ampliamente–. Y luego ir por una hamburguesa, ¿Qué te parece?
–Suena bien –respondí y le mostré una mueca que pretendía ser una sonrisa.
Salimos del instituto y caminamos en dirección al estacionamiento porque teníamos que atravesar para llegar a la salida, era completamente consciente de Matías demasiado cerca, caminando a mi lado, al ritmo de mis pasos. Quedaban pocos coches aparcados en el estacionamiento y me sorprendí al ver el Porsche descapotable de Cameron. Héctor y Marcus siempre venían en la furgoneta y Cameron no estudiaba aquí, al enfocar mí vista en el Porsche me di cuenta de que Cameron estaba recargado en él, su descuidado cabello negro caía sobre su frente y su mano estaba enlazada con la de Luciana que se encontraba frente a el.
Mi estómago dio un vuelco.
No se dio cuenta de mi presencia incluso cuando estuve muy cerca de él, toda su concentración estaba puesta en ella, pero Cameron no me importaba, en realidad él y Luciana parecían estar hechos el uno para el otro, antes de que estuvieran completamente fuera de mi campo de visión, Luciana se inclinó y depositó un beso en la mejilla de Cameron, él respondió con una sonrisa.
Sentí un golpe en el pecho, esto estaba mal, mal, mal.
Matías y yo caminamos por el parque durante un rato, me pareció lindo de su parte ya que dejó su Nissan dorado en un aparcamiento del instituto para que lo hiciéramos, él sabía cuanto me gustaba caminar y también cuanto me gustaba el parque, después fuimos caminando a una cafetería que no estaba muy lejos, pedí una baguette que era demasiado grande para mi así que la comimos entre los dos. Hablamos del día en que nos conocimos, en realidad la historia de cómo nos hicimos amigos era bastante extraña, pero era una linda anécdota que nos gustaba recordar, no siempre te haces mejor amiga de alguien con quien te tropiezas en la acera de la calle.
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Editado: 13.07.2022