–Mar, me enteré de que vendrías hoy –su voz sonaba aturdida pero igualmente Eider envolvió sus brazos a mi alrededor.
– ¿Cómo te enteraste? Ni siquiera yo lo sabía hasta hace un momento.
–Fisgoneando –dijo con una nota de burla en su voz.
–Te extrañé –le dije animada, luego dándome cuenta de mis palabras me aparté de él y bajé mi cabeza para que no pudiera ver el rubor en mis mejillas.
–Es bueno verte de nuevo –cuando levanté mi vista pude ver su sonrisa, una sonrisa deslumbrante–. ¿Por qué no damos un paseo?
No podía negarme a algo que viniera de él.
...
Cameron (Aquí narra él)
Básicamente, el sermón que León me dio consistió en reprenderme por la pelea que tuve con Mar, yo tenía que aclararle sus dudas siempre y cuando no me pidiera información clasificada y al parecer una «inocente» pregunta acerca de Grigori podía y tenía que ser respondida de mi parte, también me mostró su reprobación al decirme que yo dejaba que Mar pasara por encima de mí, me dijo que soy su superior y tengo que hacerme respetar, suspiré, hacerme respetar por ella, esa idea sonaba graciosa en mi mente, nunca había tenido problemas para que alguien me respetara pero Mar era demasiado terca.
Cuando la charla con León terminó, pregunté por la ubicación de Mar, él se limito a sonreír y luego respondió «Grigori».
Me tensé, ella estaba con él. No la quería con él.
Decidí pensar en lo próximo que iba a hacer para ayudar a la causa, tenía que actuar con cautela, mi trabajo era lo más importante para mi, en vez de ir a buscarla salí al patio del recinto y me senté en el pasto, la naturaleza era increíble, en Delidio aprendíamos a convivir con ella en armonía y a cambio la naturaleza nos recompensaba, los lugares como este nos hacían sentir en paz con nosotros mismos.
El patio del recinto era un lugar asignado especialmente, para relajarte y pensar, siempre podía encontrar tranquilidad en este lugar, era como tener una pequeña parte del bosque en el recinto.
Cerré los ojos y escuché como el viento zumbaba en mis oídos, estábamos a otoño y eso ciertamente se notaba.
Me encontré pensando en Luciana, en cómo se sentía su mano junto a la mía y en el sabor de sus labios, estar con ella era bueno y me hacía sentir bien, era fácil y nada estaba mal entre nosotros, no había ningún riesgo, pero luego me pregunté.
¿Qué es la vida sin riesgos?, uno no puede sentarse a esperar que las cosas lleguen, si así fuera la vida sería demasiado fácil, hay que luchar por lo que uno quiere, sin riesgos no hay recompensa.
Y lo difícil de conseguir es lo que te causa mayor satisfacción.
Había una chica que me parecía especialmente difícil de conseguir.
Un sonido de risas me sacó de mis pensamientos.
Mar
– ¿Y vives aquí? En el recinto me refiero, las dos veces que he venido te he encontrado –le pregunté a Eider mientras caminábamos lado a lado en el patio del lugar.
–Si, vivo aquí, toda mi familia murió lo cual hace que me ofrezcan cobijo en este lugar –me respondió.
Lo dijo de manera demasiado natural como para ser algo tan malo.
–Lo siento, no debí preguntar –comencé a sentirme incomoda lo cual era muy difícil en presencia de Eider.
–No te preocupes –me tranquilizó–. Muchos perdimos a gran parte de nuestra familia en los días oscuros, simplemente aprendes a vivir con ello.
Tenía una pequeña idea acerca de cómo habían sido los días oscuros, no había recibido mucha información al respecto, solo la suficiente para saber que se trataba de una guerra.
–Pues bien –lo miré–. Yo espero encontrar a mis padres.
–No quiero desanimarte, Mar, pero no deberías hacerte muchas ilusiones.
–Simplemente estoy guardando la esperanza –suspiré.
–Eso es bueno –sonrió–. Es bueno tener esperanza –se detuvo un momento–. Ahora, quiero mostrarte algo que seguro nadie te ha enseñado, cierra los ojos.
Lo hice.
–Deja tu mente en blanco, muy bien, ahora concéntrate en el sonido del viento, el cantar de las aves, escucha que es lo que tienen para decirte.
Escuché el aullar del viento entre las hojas y el sonido que hacían estas al estremecerse, como el cantar de las aves parecía estar en sincronía con ese sonido,
–Relaja tu cuerpo.
Su voz parecía venir de muy lejos.
Nunca había escuchado mi entorno con tanta atención y parecía como si lo supieran, como si ese hermoso sonido lo estuvieran haciendo sólo para mí, mi cuerpo vibró de alegría, era completamente diferente a cualquier cosa que hubiera sentido antes.
Una explosión de nuevos sentidos estaba en mi, mi tacto se agudizó, mi piel podía sentir las motas de polvo cayendo sobre ella, no con una sensibilidad dolorosa, si como un descubrimiento de algo de mi que había perdido, esta conexión que amaba con la naturaleza se amplificaba.
Abrí mis ojos y me encontré con la cara sonriente de Eider frente a mí.
– ¿Qué tal? –Preguntó sin molestarse por ocultar su alegría.
–Fue asombroso –le sonreí.
Y luego por extraño que parezca los dos comenzamos a reír a carcajadas, la risa de Eider fue tan agradable para mis oídos que me encontré extrañamente feliz.
– ¿Qué pasa con esas risas? Este lugar es para venir a pensar –dijo una voz molesta a mi espalda, me giré.
–Bennett –dijo Eider.
–Cameron ¿Qué haces? –Interrumpí.
– ¿Qué haces tú aquí, Mar? este no es lugar para tus jugueteos –su vista viajó de mi a Eider.
– ¿Cómo no lo imaginé? Tú la trajiste aquí –escupió las palabras.
–Le enseñaba a estar en sintonía con su entorno, al parecer ninguno de ustedes se molestó en hacerlo –le respondió cortante, la forma en que lo hizo me sobresaltó, nadie le hablaba así a Cameron, nadie se enfrentaba a él, excepto claro por mi.
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Editado: 13.07.2022