Tomé una profunda respiración pero sentía como si el aire se atorara en mi garganta, la madera de la casa olía a pino, todo esto era tan lejano, tan triste, tan familiar y real.
Frente a mi había un espacio libre, ahí era donde alguna vez corrí, ahí era donde fui más feliz de lo que había sido nunca, terminé de entrar a la casa con pasos lentos, no quería mover absolutamente nada del lugar.
Fui a sentarme en el suelo, sintiéndome emocionalmente agotada y de poco me recosté en el, hecha un ovillo, ignorando la incomodad del gastado material, todo era real, mis padres, mi vida aquí, la muerte.
Ardientes lágrimas comenzaron a caer mientras abrazaba mi propio cuerpo, aquí era donde murieron mis padres, aquí fue donde yo los vi morir mientras ellos intentaban defenderme, el dolor en mi pecho se hizo más abrazador, más fuerte, casi incendiario y lo ignoré intentando recordar cuándo fue la última vez que me sentí tan miserable. Uno pensaría que después de todos estos años los recuerdos dejarían de doler, pero no era así, sentía todo tan fuerte que bien pude estar viviéndolo en ese momento.
No sé por cuánto tiempo lloré aunque pude haberlo hecho durante días, pero no encontré una forma más patética de acabar, en el mismo lugar donde mis padres quisieron salvarme hace casi once años, yo tenía que luchar, ser fuerte, lograr hacer grandes cosas que hicieran que su sacrificio valiera la pena.
Me obligué a levantarme, había algo aquí dentro llamándome y no era precisamente la miseria de descubrir este lugar, me acerqué a una habitación que tenía la puerta abierta y entré ahí, rápidamente reconocí la cama donde una vez estuve escondida la colcha remendada y desteñida estaba desperdigada en el suelo, roída, seguramente por los animales. Una pequeña silla de madera de apariencia casera que solo pudo haber sido utilizada por una niña se encontraba rota de una pata al lado de la pared. La habitación estaba de frente al espacio libre y fue así como pude ver a mis padres caer, la reconocí rápidamente, por alguna razón los recuerdos estaban fluyendo a mi interior como si los estuviera viviendo de nuevo, tanta infancia robada regresando a mí, esta era mi habitación aunque realmente nunca la usaba, a mi me encantaba estar en el cuarto de mis padres.
Una pequeña pila de libros que tanto papá como mamá utilizaban para leerme durante los días tormentosos a los que tanto les temía estaba cruelmente esparcida por el suelo, también esta había sufrido del paso del tiempo y los animales. De nuevo estaba llegando al borde de las lagrimas.
La urgencia se precipitó dentro de mí y comencé a buscar frenéticamente por la habitación, encontré un baúl de madera pegado a una de las paredes y fui hasta el, me senté en el suelo para abrirlo, no tenía el candado puesto y las bisagras hicieron un sonido chirriante como protesta cuando lo abrí, pesadas lagrimas cayeron por mis mejillas cuando vi lo que había dentro, ropa, en su mayoría vestidos, hermosos vestidos que pertenecieron a mi madre y luego ella me los dio a mí, que ganas tenía de abrazarla en estos momentos, de hundirme en sus brazos y decirle cuanto la amaba y cuanta falta me había hecho en todo este tiempo, al ver la ropa podía imaginarme usándola con mis liso cabello negro movido por el viento.
Al terminar de remover toda la ropa me encontré con el fondo del baúl, pero de alguna manera yo sabía que aquí tenía que haber más, me incliné más en dirección al baúl y hundí mis manos en el hasta que sentí que una tabla se movió ligeramente, la jalé con fuerza y al desprenderla noté que había un compartimento de metal, me incliné para ver mejor y noté que un libro estaba dentro.
Tomé el viejo libro entre mis manos antes de dejar caer la tapa del baúl, el dulce aroma a hojas desgastadas por el paso del tiempo me embriagó, era tan acogedor y me resultó desconocido pero a la vez extrañamente familiar, ahora que lo tenía en mis manos me di cuenta de la energía que este desprendía, era tan fuerte que entumeció mis manos, todo el libro estaba encuadernado torpemente con cuero de un café caoba, no tenía ninguna inscripción en su cubierta, nada que me pudiera dar una pista de si era o no lo que estaba buscando, pero yo lo sabía y estaba segura de que lo era, pegué el grueso libro en mi pecho y lo abracé con fuerza. De repente pasó, todo el dolor que había sentido las últimas semanas desapareció como si nunca lo hubiera sentido, la opresión se fue de mi pecho y di un fuerte suspiro, sintiéndome como una persona renovada y liberada, incluso después de ver todo esto me sentí un poco feliz.
Ya no había dolor físico.
No sabía si podía avisar a alguien de haber encontrado el libro, no sabía incluso si había alguien en quien confiar. Escuché un ruido a mis espaldas, me levanté rápidamente aun sosteniendo el libro en mi pecho y me giré.
— ¿Qué demonios crees que hiciste? Saliste corriendo como una desquiciada, me tomó más de una hora encontrarte, ¿sabes dónde estamos, Mar? ¿Acaso tienes una idea? ¡Estamos en terreno neutral! Pensé en usar telepatía pero si no se donde estás no puedo enfocarme en dirigir el pensamiento exclusivamente a ti y no quise arriesgarme, cualquier aberración pudo venir aquí y encontrarte ¿En qué diablos estabas pensando? —Jamás lo había oído sonar tan molesto y desesperado.
Todo el momento que habíamos pasado juntos en el bosque había desaparecido por completo.
Rayos, incluso había estado pensando en besarle.
Y luego estaba todo lo que me acababa de decir, no tenía nada que responder a eso ¿Cómo se suponía que iba a defenderme?, para nada quería contarle a alguien acerca del libro, luego como si el leyera mis pensamientos preguntó.
— ¿Qué es lo que tienes ahí?
Me tensé.
Apreté aún más el libro. No iba a dejar que lo averiguara.
—No te importa —respondí.
—Tal vez —me miró amenazadoramente—. Pero ¿Por qué no me dices que es y lo averiguamos?
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Editado: 13.07.2022