Atrapada entre voces

Capítulo 23

 

     Cuando abrí los ojos aun estaba oscuro, el frío era aun más fuerte que antes de que durmiera y me pregunté cómo sobrevivían las flores a este clima, me abracé a mi misma y luego enfoqué la silueta de Cámeron a la distancia, seguía sentado en el mismo sitio y al igual que yo, abrazaba su cuerpo, pero constantemente volteaba hacia diferentes direcciones. Con un suspiro me senté y volví a colocar la mochila en mis hombros, me tragué mi orgullo para levantarme e ir a donde Cámeron estaba, esto era lo menos que podía hacer por él.

–Puedes ir a dormir –le dije.

–No hace falta, aun puedo aguantar –pero su voz tenía ese timbre ronco que sugería que estaba cansado.

–Una vez que me despierto durante la noche ya no puedo dormir –mentí–. Así que no serviría de nada que estuvieras despierto.

–Está bien –dijo para mi sorpresa–. Iré a dormir, pero necesitas prestar mucha atención, si escuchas algún sonido extraño o ves algo quiero que me despiertes inmediatamente.

–Lo haré.

–Por cierto, aquí está tu daga –la sacó de su cinturón y me extendió la mano para dármela, después de que la tomé se fue.

La sostuve entre mis manos y sentí su peso, ya no estaba manchada por la sangre del jabalí, Cámeron debió limpiarla en algún momento mientras dormía, contemplé su filo, a pesar de ser un arma pequeña y ligera, con sólo darle un pequeño roce debería ser suficiente para cortarme a fondo. Me mordí el labio tan fuerte que me provoqué un pequeño corte, lamí la sangre y guardé la daga en la funda de mi brazo, luego me dediqué a observar en busca de cualquier cosa sospechosa mientras el frío viento aguijoneaba la piel de mi cara.

...

Desayunamos nueces, carne seca y al final me pasó una gran barra de chocolate, yo aún no había sacado ninguna de mis provisiones, pero pensaba compartirlas con Cámeron cuando fuera necesario ya que él había compartido todas sus cosas conmigo. 

Continuamos con nuestra búsqueda muy temprano en la mañana, cuando el cielo aún no había clareado completamente, así el día nos rendiría. Periódicamente nos sentábamos a descansar unos minutos o a tomar agua, después del incidente de los jabalíes no había pasado nada interesante y yo me obligaba a caminar sin quejarme a pesar de que aun me dolía la pierna, Cámeron no se molestó en preguntarme si me sentía bien.

Seguimos caminando entre algunos árboles y flores que se arremolinaban en los alrededores del paraje, después de los jabalíes pude comprender a lo que Cámeron se refería con una amenaza, pero para ser sincera, no estaba asustada, lo único que me preocupaba era en que estarían pensando las personas que dejé atrás para venir aquí. Tras seguir caminando, comencé a escuchar el arrastre de una corriente de agua, incluso desde esta distancia el sonido que hacía el agua al fluir me tranquilizaba, eventualmente, llegamos a un río, donde nos detuvimos a recuperar el aliento.

Cuando estuve en la orilla del río me dejé caer en el suelo, me quité mis tenis y mis calcetines, mis pies estaban doloridos por la caminata así que los dejé caer en la fría agua para entumecerlos un poco, el agua corría a raudales y arrastraba a mis pies con la corriente, podía notar que el río tenía mucha profundidad.

Me incliné para tomar agua con mis manos y salpicarla en mi cara, también me remangué el suéter y froté agua en mis brazos y cuello, si la corriente no hubiera sido tan fuerte, me hubiera gustado darme un baño. El río era tan cristalino que podía ver con claridad como los peces nadaban en el, no me molesté en ver mi reflejo.

–Déjame ver tu herida –Cámeron se sentó a mi lado y se inclinó hacia el caudal para lavarse las manos.

Puso mi pierna en su regazo y con sumo cuidado retiró mi vendaje con la cinta que lo mantenía quieto lo cual revivió el dolor pero lo aguanté, lavó mi herida y después me puso agua oxigenada, luego sacó unas vendas limpias y me vendó con fuerza, después se quedó quieto sin decir nada, me volví hacia él y me di cuenta de que tenía la vista fija en mi rostro, apenada por como tenía mi pierna sobre él me moví hasta sentarme frente a él con mis piernas pegadas a mi pecho.z

Aproveché ese momento para sacar dos bolsas de carne seca de mi mochila y le pasé una a Cámeron.

–Me empezaba a preguntar qué llevabas en esa mochila –dijo con una sonrisa antes de abrir la bolsa de carne.

–Pues confórmate, eso es todo lo que verás –me burlé.

–Cuando se trata de ti, creo que doy un paso adelante y dos atrás –rodó los ojos mientras sacaba de su mochila unas galletas saladas.

– ¿Y eso te frustra?

–No imaginas cuanto –me pasó una bolsita de galletas y le dio una mordida a su comida.

–Bien –declaré.

El resopló pero se quedó callado aun con la vista en mí, parecía un enigma la manera en que sus ojos azules se clavaban en los míos.

–Mar, ¿alguna vez has estado enamorada? –Me preguntó con voz muy seria.

Sentí como si me hubieran echado un balde de agua fría en la cara y me dejaran sin respiración, ¿Por qué él me preguntaría eso?, la única respuesta que se me ocurría era demasiado absurda tomando en cuenta la relación que el mantenía con Luciana, yo no sabía mucho acerca de esa relación pero cualquiera que tuviera ojos se daría cuenta de que ellos tenían algo.

–No lo sé –respondí sinceramente, me encogí de hombros y luego suspiré–. Creo que no ¿Por qué lo preguntas?

–Por nada –me mostró una sonrisa amarga–. Termina con tu comida.

Suspiré mientras terminaba con mi carne y galletas. Cuando terminamos miré como Cámeron llenó las botellas con agua de río y luego vertió unas gotas de lavandina para purificarla, agitó las botellas un poco y luego les enroscó las tapas para volverlas a guardar, me gustaba este lugar pero ahora que habíamos descansado y comido sabía que no duraríamos mas tiempo aquí así que me puse mis tennis que aun estaban en la orilla del río.




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