Atrapada entre voces

Capítulo 24

 

     Cámeron vendó mi herida una vez más y luego me dijo que fuera a descansar, dormí con mi espalda recargada a un árbol, la manta que él había traído se había quedado en el lugar donde nos atacaron los hombres y ya no tenía sentido para mi dormir en el helado suelo, Cámeron quiso hacer la primera guardia y al igual que la noche anterior tuve que despertarme por mi misma para relevarlo, gracias a dios no habían aparecido más hombres.

Seguimos con nuestro camino y cuando la cantidad de flores comenzó a menguar noté que estábamos por llegar al escarpado, me alegré al instante al darme cuenta de que ya no estaríamos más en la zona donde nos habíamos encontrado con aquellos hombres, aunque era posible que nos encontráramos con cosas peores tenía planeado vivir todo en su momento.

Cuando comenzamos a entrar al escarpado me sentí considerablemente mas tranquila, era más difícil caminar por este tipo de terreno pero yo le daba la bienvenida al cambio.

El escarpado comenzó con pequeñas elevaciones, noté que no era simplemente un escarpado, había pequeñas cuevas para los animales y muchas rocas, me detuve un momento y giré mi vista en todas direcciones.

– ¿Puedes continuar? –Cámeron habló en tono de reproche, volviendo a ser quien era normalmente, supe que nuestra especie de tregua había terminado.

–No hace falta que utilices ese tono de voz –dije poniéndome a caminar de nuevo, no estaba segura de porque me importaba, el era así siempre.

–Creo que me perdí –resopló–. ¿Cuándo decidimos que tú me dirías que tono de voz usar?

–Se que en tu caso es bastante difícil, pero ¿podrías de dejar de ser tan idiota por un momento?

–Ni siquiera sé porque me molesto en responderte –atacó levantando las manos–. Pareciera que jamás entenderás que no tienes el menor derecho de darme la contra –caminó rápido para adelantarme y tuve que caminar siguiendo su espalda.

– ¿Qué quieres que haga? Me tienes harta, nunca sé cómo vas a actuar –solté–. Que día serás comprensible o que día te vas a comportar como un idiota.

Se dio la vuelta de manera abrupta y quedamos frente a frente.

–Simplemente –dijo con voz afilada y lenta–. Espera a que  ningún día sea comprensible contigo –dio media vuelta y siguió caminando.

Mientras pensaba con desprecio en sus palabras, mi corazón se encogió.

Las elevaciones cobraban cada vez más altura, a pesar de que intenté no pensar en qué clase de animales podíamos encontrarnos aquí y había decidido que viviría cada cosa en su momento realmente no pude evitarlo ¿sería posible encontrarse con un dinosaurio?, sacudí la cabeza, la idea era bastante absurda como para ser real y de nada me serviría asustarme por eso, para colmo la temperatura continuaba disminuyendo, no sabía hasta que punto llegaría este frio y eso me atemorizaba.

Antes de llegar aquí, había tenido la absurda idea de que los escarpados eran lugares áridos, ahora me daba cuenta de que no era así, o por lo menos aquí no lo eran. Cuando miraba hacia arriba y fijaba mi vista en las imponentes elevaciones rocosas me daba un poco de temor, parecían inestables y tal vez era una idea absurda, pero no podía quitarme de la cabeza la escena de una avalancha.

–Aquí nos detendremos a comer –me informó Cámeron, deteniéndose de repente.

Yo no le respondí, no había olvidado la forma en que me habló, simplemente me senté en una de las rocas, Cámeron se sentó frente a mí y me pasó una lata de frijoles con la cual compartimos y un paquete de galletas saladas, mientras comía saqué mi botella de agua y le di un trago hasta terminarla, solo me quedaba una botella pero no dije nada, me negaba a dirigirle la palabra al idiota de Cámeron, no le hablé incluso cuando los dos comíamos de la misma lata, yo no era su juguete.

–Sé que es poco para comer, pero no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí y creo que lo mejor será racionar la comida que nos queda.

No le respondí, miré al cielo fingiendo que había algo realmente interesante, en realidad, mientras miraba pasó un ave muy parecida a un cuervo y me llamó la atención, cualquier cosa era mejor que soportar a Cámeron.

–Que inmadura –dijo con ironía y yo seguí sin responder.

–Naturalmente, tarde o temprano tendrás que dirigirme la palabra –mi respuesta fue más silencio–. ¿Que no dirás nada? Eres desesperante.

Suspiré y continué comiendo, cuidándome de los bordes dentados de la lata mientras lo hacía.

–Cada vez te vuelves más difícil –negó con la cabeza y yo miré las galletas en mi mano.

–Vamos, Mar, por lo menos dime que soy un idiota –dijo con pánico.

Me tuve que morder fuertemente la lengua, estaba a punto de soltar una carcajada ante la expresión de horror de Cámeron, cuando me di cuenta de que ya no iba a reírme como una desquiciada comencé a comer, estaba complacida por su reacción, tal vez la próxima vez que me hablara le respondería, si es que me hablaba con amabilidad. Él ya había terminado con sus galletas, tenía sus ojos azules clavados en mí como esperando a que yo terminara, decidí tomarme mi tiempo y las comí más lento de lo necesario.

–Hay algo de lo que te quería hablar –me dijo poniéndose de pie y dándome una mano para levantarme.

– ¿sobre qué? –Intenté sonar despreocupada pero no funcionó.

–Ya hablas –me sonrió.

–Decidí que habías tenido suficiente –le devolví la sonrisa–. ¿De qué quieres hablar?

–No estoy seguro de decirlo –tomó aire–. No después de que no me respondieras durante un largo tiempo.

–Ambos sabemos que quieres decirlo –suspiré–. No me lo habrías dicho si no, suéltalo.

–Es difícil –dijo retorciéndose las manos y pude notar que estaba nervioso.

– ¿Está todo bien? –Le pregunté seriamente.

–Sí, lo que pasa es que –respiró hondo–. Estoy... esto es más difícil de lo que pensé –dijo negando con la cabeza.




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