Todo estaba preparado, tenía todo listo y no podía fallar ¿entonces porque falle? ¿Por qué no es ella la que me dijo que si? ¿Por qué tengo a esta rara frente a mí? ¿Por qué tengo que soportar esta situación? ¿Maldita sea porque?...
Bueno antes de que mi vida colapsara tenía un objetivo, me desperté temprano esa mañana. Mientras peinaba frente al espejo me dije
-Bien Daniel no más escusas eres genial y no serás un cobarde. Hoy le dirás a Sofía Millares que te gusta y quieres ser su novio. Puede que yo sea el tipo más insignificante para ella, pero debo intentarlo y tal vez deba dejar de hablar solo con el espejo- dije algo avergonzado por no quitarme la costumbre
Luego de sacar todo lo de mi armario examinarlo me estrese. Nada me convencía y estaba a punto de gritar “no tengo que ponerme”
-Ya apúrate tonto- dijo mi caprichosa hermana
-Dios me vas a provocar una úlcera eres peor que una mujer
La caprichosa metió sus manos en el bulto de ropa y examinó cada prenda.
-Me retracto entiendo tu pánico tu guardarropa es tan anticuado
-Ya deja de molestar y sal de aquí
En eso, saco un par de pantalones, una playera y una chamarra. Los acomodo y colocó unos tenis
-Listo hermanita está listo
-Sal de aquí pequeña mocosa
-De nada tonto
Dijo mientras salía. Luego de vestirme tome mis cosas y mi cámara. Viaje las escaleras y me senté a desayunar, levante un poco la mirada hacia donde estaba mi padre con su tableta. De pronto mi padre me miro y dejo la tableta sobre la mesa
-Se dice "buenos días, padre" ya tienes 20 años- reclamo mi padre
-Y aún me comporto como niño- agrego la caprichosa
-Buenos días, padre, ¿llegarás temprano hoy? Quiero salir en la tarde- le contesté tratando de evitar la misma discusión de cada mañana
-No llegaré tarde ¿a dónde iras y porque te vestiste de manera decente?- pregunto papá
-Yo lo ayudé papi- agrego la caprichosa
-Siempre me visto bien- les contesté algo ofendido
-No es verdad ¿acaso es por una chica?
-PAPÁ- grité avergonzado
Escuche las resistas de las sirvientas detrás de mí mientras la sonrisa de mi padre se ampliaba
-Está bien hijo ya no eres un niño, pero no olvides que deben cuidarse podre tener dinero, pero no pagaré ningún aborto- me dijo levantase y dejando algo junto a mi
-¿Y para qué quiero un condón?- pregunte algo ofendido por la indirecta
-¿Qué todavía no sabes para qué son? Creí que ya estabas en la universidad- se burló dejando la mesa y pidiendo sus cosas a una de las sirvientas
-Se para que son, pero no refiero a eso- le conteste levantándome de la mesa para no perderlo de vista, solo para no dejarlo con la última palabra
Las risas de las sirvientas se hicieron más evidentes y juraría que puse rojo al solo escucharlas. Papá acomodo su corbata y tomo su maletín.
-Bien hijo nos vemos espero que no te rechacen- me dijo volviendo a poner esa mirada seria de siempre
-Si, adiós- le dije en cuanto lo vi cruzar la puerta
Me volvi a sentar desanimado hasta que la caprichosa me paso el plato con donas de canela.