(J...
Lo he escuchado todo, está idiota ha caído rotundamente, es hora de iniciar con la face uno.
Él viene hacia mí y me gusta ver su cara de maldito, es una de las tantas cosas que compartimos y lo cual nos hace más fuertes.
Al tenerlo al lado le sonrío con malicia, él hace lo mismo, es mi espejo y esa es una parte clave para todo esto.
Nos colocamos las capuchas negras y él sale rápidamente de la biblioteca por la puerta principal y yo me voy por los últimos pasillos, dónde no hay nadie directo a la puerta trasera.
*Llamada*
- Afrodita... Reina mía...
- Zeus... Espero todo esté bajo control.
- Comenzamos el juego...- digo satisfecho.
- Será divertido... - la escucho reír maliciosa del otro lado.
Cuelgo y me voy por el callejón y camino solo hasta el cementerio.
Entro como siempre, sin que nadie me vea y voy directo a su tumba, está impecable, para eso le pago al cuidador.
- Muy pronto van a pagar, lo verán, lo prometo.
- Está todo listo, vamos con Afrodita.
- Te has lucido.
- Soy todo un maestro. - dice con arrogancia, yo solo entorno los ojos.
Hacemos una reverencia frente a nuestros padres antes de irnos y continuamos nuestro camino.
Tomamos las motocicletas aparcadas en el cobertizo de "la vieja casa", ponemos cascos negros en nuestras cabezas para que nadie nos reconozca y nos vamos.
Se siente bien poder disfrutar un momento de la libertad, y eso es lo que nos pasa, sé que es a ambos porque conozco mejor que nadie a mí espejo.
Llegamos a nuestro destino, es una casa escondida en la profundidad del bosque, es lujosa y con un estilo soberbio e imponente y muy grande.
Por muy increíble que parezca, nunca nadie pudo encontrarla desde que la mandamos construir.
Libero mi rostro del casco y me dirijo hacia la puerta, llegamos al mismo tiempo y yo entro primero.
Vamos a la piscina bajo techo que hay en la casa y vemos a una hermosa sirena en ella, retiramos la playera que traemos.
La hermosa sirena sale a nuestro encuentro y con el agua escurriendo por todo su cuerpo yo la observo descaradamente mientras mi espejo se deja caer en una de las reposeras que hay por el borde de la piscina.
Nunca he tocado de forma sexual a nuestra tercera integrante y ella sabe que nunca lo haré, ni ella desea que lo haga, ninguno de los dos, sin embargo sé que muchos la desean y tienen razón porque es condenadamente bella y si de otro me tratase, me la follaria ya mismo.
Lo que nos une es una relación fraternal, de confianza y la misma sed de venganza.
- Estás más hermosa que cuando nos fuimos, ¿cómo es eso posible?- ella sonríe y se arroja a mis brazos para que la cargue como su de un pequeño mono se tratase.
- Por algo soy aquí Afrodita - dice confiada, es tan liviana que me es de lo más cómodo poder cargarla.
- Tienes toda la razón- dice mi espejo con diversión por ver su actitud tan infantil al querer que la cargue.
Voy a sentarme en una de las reposeras con ella aún en brazos, me acomodo hasta estar recostado y ella sentada a horcadas sobre mis mis piernas.
- Comenzó el juego- dice mi espejo.
Ambos sonreímos.
- Al fin después de tanto tiempo... Cuanto tardaron... - se queja ella entornando los ojos.
Se baja de mí y se dirige hacia mi espejo, él se levanta para sentarse y ella se sienta en sus piernas para que masajee sus hombros, es una costumbre que tienen ambos.
- Mañana le llevarás flores, rosas, son sus favoritas e irán al "sweet snacks", es el que más le gusta- dice ella refiriéndose a mí.
- Buen trabajo- le digo mientras tomo uno de los vasos de limonada que hay en la mesa de centro.
Afrodita es la que se encarga de investigar todos y cada uno de los detalles de la vida de nuestro blanco, es una cracker y tiene dotes de espía.
Nosotros por nuestra parte somos médicos titulados, después de que a todos nos adoptaran a los 12 y 10 años, juntos la misma familia pero diferentes "padres" fuimos criados en opulencia y con las mejores escuelas pero nada de eso llenó nuestro vacío, todos fingimos felicidad hasta que hace tres años murieron nuestros padres adoptivos en un accidente aéreo.
Su avión se estrelló por imprudencia del piloto, la verdad me causó lástima ya que todos quisieron lo mejor para nosotros pero nunca llegaron a ocupar el lugar de nuestros padres.
La herencia se nos fué repartida y hemos terminado nuestras carreras con éxito.
Mi espejo y yo tenemos 27 y Afrodita tiene 25.
Han pasado 20 años... Y al fin pagarán.
Desearán nunca haber nacido.
- Debemos escojer tu atuendo para mañana- dice ella.
- Después de nadar un poco- digo estirandome perezoso al levantarme.
Quito el jean negro que traía y quedando en bóxer, camino hasta la orilla de la piscina haciendo un clavado perfecto.J...
Lo he escuchado todo, está idiota ha caído rotundamente, es hora de iniciar con la face uno.
Él viene hacia mí y me gusta ver su cara de maldito, es una de las tantas cosas que compartimos y lo cual nos hace más fuertes.
Al tenerlo al lado le sonrío con malicia, él hace lo mismo, es mi espejo y esa es una parte clave para todo esto.
Nos colocamos las capuchas negras y él sale rápidamente de la biblioteca por la puerta principal y yo me voy por los últimos pasillos, dónde no hay nadie directo a la puerta trasera.
*Llamada*
- Afrodita... Reina mía...
- Zeus... Espero todo esté bajo control.
- Comenzamos el juego...- digo satisfecho.
- Será divertido... - la escucho reír maliciosa del otro lado.
Cuelgo y me voy por el callejón y camino solo hasta el cementerio.
Entro como siempre, sin que nadie me vea y voy directo a su tumba, está impecable, para eso le pago al cuidador.