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Abrazándose a sí mismo cerca de la entrada, Seth vio con un nudo formándose en su garganta cómo sus amigos, su hermano y su alfa se alejaban de él. En el medio de la recepción, era la nueva curiosidad para los científicos y profesionales que aparecieron para pasar un rato libre en los sillones que estaban lejos a su derecha. Sus sentidos detectaron muchos tipos de cambiantes, también humanos, pero ni siquiera eso le hizo apartar la mirada de las puertas de vidrio.
Afuera no había nada, ellos ya salieron del rango de visión desde hacía diez minutos, pero su propia angustia al verse solo y lejos de casa por primera vez le hacía quedarse ahí, como el niño abandonado esperando a que su familia decida dar la vuelta y regresar por él.
Quizá estaba exagerando un poco las cosas, pero esa fragilidad oculta en su corazón le hacía sentirse demasiado débil si se encontraba fuera de su zona de confort, Seth jamás abandonó el territorio del clan desde que perdió todo lo que tenía un verdadero significado para él. Después de eso, solo le quedó su hermano menor, Caleb, quien fue su piedra angular para reconstruir su destrozado corazón.
Pero de eso ya había pasado mucho tiempo, Seth ya no era un niño, y quizá este era el momento en donde debía comportarse como un verdadero adulto y enfrentar nuevos caminos como un lobo solitario..., excepto que Seth no era ese tipo de lobo, y dudaba si quería convertirse en uno..., su alma y corazón estaban con su clan, necesitaba del contacto, de hacer reír y bromear, de sentirse parte de algo, lo necesitaba tanto que dolía en el pecho.
—No tienes nada de qué preocuparte —dijo Vladimir con ese acento tan fuera de lugar—. Aquí tendrás todo lo necesario para tu comodidad.
El hombre se detuvo junto a Seth con las manos en los bolsillos del pantalón de traje negro. Mirándolo de reojo, le parecía el prototipo de mafioso ruso con ese cabello rubio un poco corto, la barba en candado de un tono más claro, y por supuesto, esos extraños ojos ahumados que le hacían ver como a un muerto. Aunque, era más delgado y tenía pinta de inofensivo, Seth no era fácil de engañar.
Por eso no podía fiarse de él.
—Sé que no te agrado ahora —continuó—. Pero este lugar está hecho para ayudar al mundo, a nuestra raza, tarde o temprano terminarás por entenderlo.
Cuando lo miró de frente, Vladimir esbozó media sonrisa y le guiñó un ojo, luego con una ligera inclinación se despidió para ir a hablar con los tres hombres que estaban en los sillones.
«Esto no me gusta, regresemos al clan» su lobo estaba nervioso, el pelaje moviéndose bajo su piel «Ya no podemos volver, por ahora. Hay que obedecer a Derek» su animal gruñó en su mente, disconforme y considerando la idea de impulsarlo a dejarlo todo e irse derecho a lo conocido. Era un beta y uno fuerte, lo suficiente como para hacerle frente al alfa.
Seth no era un cobarde, por eso reprimió el visceral impulso de regresar, dio media vuelta y buscó con su mirada a la doctora Reed. La encontró en ese jardín que estaba en el medio del lugar, al aire libre, ella sostenía en una mano una delicada rosa blanca y la acercaba a su nariz para oler su aroma. Por alguna razón, eso le pareció tierno.
«Es humana» recordó su lobo «Y ellos hacen daño»
Inspirando profundo Seth caminó hacia ese jardín, las puertas de vidrio se abrieron de forma automática, y apenas estuvo en el camino de guijarros, el suave aroma de las rosas impactó de forma agradable en su sentido del olfato, la esencia subyacente estaba mezclada en el aire y cuando Reed volteó a verlo, Seth mantuvo para sí mismo el gruñido del lobo.
— ¿Ahora qué? —preguntó cruzándose de brazos.
Reed abandonó la rosa y se giró hacia él, ahora que estaba más cerca y con toda su atención puesta en ella, notó que era un poco más baja, esa masa salvaje de cabello estaba contenido en una coleta ligera, algunos rizados mechones se habían soltado, realzando su rostro. La apariencia del desorden desencajaba con su pulcro uniforme y su semblante serio, profesional y rígido.
—Solo pido dos semanas mínimo para acumular información útil.
Reed se enderezó y volvió a sostener su anotador. Seth capturó un ligero cambio en su semblante, algo efímero que le hizo ver por un segundo una fragilidad interna que ella se esforzaba por ocultar bajo su seriedad. La curiosidad del lobo picó por dentro.
—Bien, entonces, ¿qué haremos ahora? Espero no tener que pasar dos semanas encerrado.
De solo pensarlo su alma se estremecía dentro de su cuerpo, Seth no soportaba estar dentro de cuatro paredes por más de cuatro horas.
—Prometo no encerrarte —ella dijo, y una débil sonrisa asomó en su rostro—. Ven conmigo.
Al pasar cerca de la enorme fuente de agua, con ese fuerte murmullo tan relajante, Seth pasó sus dedos por la cortina de agua fría que caía del piso central. El olor a rosas era embriagador, natural, pero cuando terminaron de nuevo en el pasillo del habitáculo, todo se perdió en la esterilidad del aroma a antiséptico desvanecido en el aire. Reed ingresó y fue directo a las puertas corredizas, hizo algunos movimientos en su anotador y luego, se movieron de forma automática, abriéndose hacia el exterior.
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Editado: 10.07.2019