Atrápame

Capítulo 22


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Reed lo llevó con disimulo hacia el habitáculo, aparentando continuar con su fachada profesional mientras sus colegas le saludaban al pasar.

No era fácil, no ahora que había corrompido una regla fundamental.

No involucrarse emocional y afectivamente.

Sin embargo, Reed no tenía tiempo para pensar en un error que a esta altura le parecía tan diminuto comparado con la escalada de malas acciones que tenía, durante toda la mañana estuvo pensando lo que iba a hacer, mientras buscaba a Yuri por todos lados, pero al parecer el cambiante pantera se había esfumado como el polvo, y se dio a la tarea de esquivarle los pasos.

Después de dar vueltas por las instalaciones en una búsqueda inútil, ella reconsideró sus opciones, Vladimir era la más viable, perdería su trabajo pero al menos lograría que Adrien fuera capturado antes de que obtuviera la información. Ese era un buen plan, sin embargo necesitaba que Vladimir no hiciera un escándalo antes para así poder tomar a Renan de imprevisto, Reed necesitaba discreción, de lo contrario el lobo se daría a la fuga y adiós su plan.

No estaba segura de que el director del centro colaborara con ella al enterarse, no perdía nada con intentarlo, después de todo a Reed ya no le quedaba más por perder.

Estaba a punto de arruinarlo todo, su carrera, profesión, la misma transparencia de su lugar de trabajo, la confianza de Seth..., y no podía actuar aún, porque todavía quedaba un detalle importante: el paradero de su hermana.

Eso era lo que frenaba sus acciones, acarreaba las dudas que no dejaban de atormentarle. Porque si Reed hablaba y atrapaban a Adrien, era posible que jamás descubriera dónde tenía a Laila, pero si no lo hacía terminaría destrozando a un clan entero...

«No, los Moon Fighters son poderosos y temidos... »

Pero qué si lo que Seth decía era cierto, si Derek Miller tenía una debilidad que Adrien y los suyos pudiesen explotar en su beneficio, ¿eso cambiaría las cosas?

—Te noto muy tensa.

Seth giró sobre sus pasos, su mirada era cautivadora, el azul estaba bordeado por anillos dorados, Reed estaba frente a ambos, lobo y humano la miraban a ella con tanto interés que parecía que estaban viendo su corazón. Cuando notó su aproximación, Reed le dio la espalda para quitarse su bata y colgarla del perchero.

—He tenido bastante trabajo... —dijo, pero cuando volvió a prestarle atención, a verlo, su coraje le abandonó, se sintió indefensa—. Estamos a mitad de la última semana, debemos aprovechar el tiempo.

« ¿Por qué no puedo decirlo? ¡Maldición Reed, habla de una vez! »

Claro, eso es..., lo adecuado. —Seth pasó una mano por su cabello, ahí estaba de nuevo, ese aire de inocencia corrompida que deshacía cualquier pensamiento—. ¿Tenemos sesión hoy?

—Sí.

Tal vez en un ambiente controlado ella podía pedir ayuda, Seth era un hombre comprensivo.

«Solo tengo que evitar que me mate antes»

Fui con Isabella —dijo de forma queda.

—Eso es excelente, ¿cómo está?

Seth se encogió de hombros mientras ingresaba a la sala de trabajo, miró durante un segundo al diván con las marcas de sus garras, Reed intuyó que podría estar recordando la sesión en donde su lobo se salió de control.

—Ella es fuerte, y yo estoy vivo —bromeó, su risa fue breve y suave—. Le he dado un par de instrucciones, saldrá adelante.

Eso era un alivio, y la breve muestra de alegría por Isabella fue corta, pero no era suficiente para apaciguar los nervios que le comían por dentro y que se esforzaba tanto por mantener fuera del refinado sentido del lobo.

—Toma asiento por favor.

Seth arrastró el sillón, más cerca de su silla que nunca.

— ¿Qué haremos hoy?

Ella revisó su tableta digital, era más como una excusa para calmar sus propios miedos, en realidad no tenía nada planeado pues ya las ganas y su motivación no se encontraban presentes, ya no quería investigar, su trabajo era un fiasco, un absoluto fracaso.

«Maldito Adrien»

Estaba pensando en...

—Oh ya no puedo con esto —Seth le interrumpió—. Por una vez dejemos el trabajo de lado, quiero..., quiero saber de ti Reed.

Sorprendida, Reed levantó la mirada de la tableta.

—Eso no es relevante.

—Lo es para mí.

—No necesitas saberlo.

Seth sonrió, de manera lenta y suave, al verlo su corazón se agitó inquieto en el pecho, como si reconociera al lobo que tenía en frente.

—No...

—Yo te dije mucho de mí —insistió, el lobo se recargó contra él apoya brazos derecho del sillón—. Es tú turno.

La sagacidad de su mirada le impedía pensar correctamente, su petición le había descolocado, pero si se permitía reconectar sus neuronas, tal vez no era tan mala idea, podía encaminar su explicación de una forma que no resultara tan... Impactante.




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