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Reed abrió los ojos y se encontró con el color blanco de unas luces en el techo, de igual color, le costó comprender en dónde estaba y por qué se sentía tan extraña. Todo alrededor parecía ilusorio, como moviéndose en cámara lenta a medida que pasaba su mirada alrededor, cuando su visión se aclaró y los sentidos recuperaron la fuerza, Reed supo que estaba en la enfermería.
Intentó levantarse de la camilla pero se sentía sin fuerzas.
—Ya despertaste.
Irina se levantó del sillón negro que desencajaba con la coloración del lugar, Laila estaba durmiendo en él.
— ¿Qué pasó? —Preguntó con voz rasposa—. ¿Por qué estoy aquí?
Irina revisó sus signos vitales en los aparatos digitales a los que estaba conectada.
—Nada grave, sufriste un pico de estrés y te desmayaste.
Cerró los ojos, tratando de recordar, su mente estaba adormecida al igual que su cuerpo.
— ¿Dónde está Seth?
Irina le miró con cierta tristeza en sus ojos azul claro.
—Se fue ayer.
Las lágrimas desbordaron sus ojos, la mirada se le nubló y pronto el nudo en su garganta se hizo más y más fuerte, los recuerdos vinieron a ella como el peor de los tormentos, el sonido de su voz desgarrada a los gritos, la furia de su mirada queriendo quemarla por completo, y ese dolor tan profundo que podía partir su alma en dos. Reed lo había destruido.
Se sentía como la persona más malvada y perversa sobre la tierra, y sentir esa energía envolviendo su corazón no ayudaba para nada. Reed miró a Laila y se hizo añicos, haciéndose un ovillo en la camilla lloró, quería que todo fuera una pesadilla, deseaba con todas sus fuerzas jamás haber conocido a Seth, solo así ya no podría sentir su dolor... No existía mujer más miserable y desdichada que ella, una traidora vinculada al hombre que le entregó su confianza, y su corazón. Ella no lo merecía.
—Tranquila, Reed, todo va a estar bien.
A través del agua que nublaba su vista, se encontró con la mirada amable de Irina.
—Nada va a estar bien, nunca, porque lo arruiné todo.
Tragó el nudo de amargura, y respiró tratando de calmarse al ver a Laila quejarse entre sueños. Por ella había hecho todo, ese era su consuelo agridulce, y ahora estaba ahí junto a Reed, no volvería a perderla de vista.
— ¿Sabes cómo funcionan los vínculos entre cambiantes?
Irina asintió. Reed usó sus brazos para sentarse en la camilla, necesitaba pensar, tenía muchas dudas en su mente, era definitivo, los problemas todavía estaban lejos de terminarse.
—Es una unión de cuerpo y corazón, el primer lazo que establecen las parejas cambiantes.
Irina dejó su anotador digital y movió una silla blanca para sentarse cerca de Reed, tomó su mano, era como si estuviera sintiendo las emociones que se revolvían alrededor de su corazón..., pero eso era imposible, los leones no eran como los lobos..., aunque ahora aprendió a jamás subestimar a los cambiantes.
—Estoy vinculada a él —murmuró—. Tengo que liberarlo.
—No te aconsejo eso, podrías hacer más daño del que te imaginas.
—No creo que sea peor del que ya le he hecho.
Irina inclinó la cabeza de forma lenta hacia un costado, su rubio cabello cayó en el movimiento. Ahora era el tiempo de ser condenada por todos sus conocidos, de enfrentarse al repudio por corromper el protocolo de todas las formas posibles... Era momento de perder lo poco que le quedaba.
—Reed, ¿hay algo que no me estás diciendo?
Ella asintió, más lágrimas cayeron pero las borró de inmediato, expuso toda la verdad, sin omitir nada y para cuando había terminado de hablar Irina retiró su mano, distanciándose, no tenía el reproche en su mirada pero Reed sabía que estaba ahí, y se preparó, debía tomar fuerzas desde donde ya no le quedaban, pues todavía faltaba Vladimir.
—Debiste pedir ayuda —dijo con tono duro.
—Lo sé, y ese fue mi primer error, pero..., realmente no sé..., dejé que el miedo me dominara, muchas veces pensé en hablar pero siempre recordaba la amenaza.
—Perderás tu licencia, y tu trabajo.
—Lo sé..., pero Laila está viva y sana, eso es lo que más me importa.
Irina se echó hacia atrás, su mirada fue a parar al blanco techo.
— ¿Qué vas a hacer ahora?
Reed le miró, su pecho tembló de miedo.
—Le diré todo a Vladimir, esto tiene que acabar.
Irina suspiró, se levantó para acomodar sus almohadas y en silencio le instó a descansar, Reed no podía, tenía demasiado en mente y lo único en lo que podía pensar era en Seth.
—Te dejaré en observación otras cuatro horas más, duerme un poco Reed, lo necesitas.
Cuando su asistente se fue, la habitación quedó bajo el silencio, Reed volteó hacia Laila y la observó mientras dormía, era imposible describir cuánto la quería, cuánto la había extrañado durante estos horribles meses en los que no supo nada de su vida. Ella quiso que su inocencia tanto física como psicológica no hubiesen sido alteradas, pero la conocía como la palma de su mano, Laila había cambiado, cuando la miraba a los ojos era como ver la personalidad de alguien mayor, de la experiencia.
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Editado: 10.07.2019