Atrápame

Capítulo 26

 

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El sonido del puño estampándose con violencia sobre el escritorio le sobresaltó, las venas se le marcaban en el brazo y el cuello, sus ojos grises adoptaron el brillo asesino, Vladimir Lébedevich estaba muy furioso con ella, el cambio de humor fue abrupto, apenas pudo mantener un tono cortés hasta que terminó la llamada.

— ¿Sabes el problema en el que nos has metido? —Cuestionó—. ¡¿Lo sabes?!

—Sí...

Vladimir cerró sus labios en una tensa línea, su mandíbula estaba rígida, casi temblando del enfado.

—Nunca creí que fueras capaz de esto, no tú Reed, eras de confianza, ¿qué demonios te pasó?

—Laila...

Reed era incapaz de hablar, ahora estaba completamente reducida, su valor y coraje se habían esfumado lejos de su alcance, cuando más los necesitaba...

—Ella...

— ¡Ya sé la historia, maldita sea! ¡¿Por qué no pediste mi ayuda?!

Reed se aferró a la tableta digital, deseando ser más pequeña, más invisible, hasta ahora no había conocido al hombre enojado, y a decir verdad, daba miedo.

—No quería...

— ¿Qué? ¿Que alguien me hiciera daño? —Vladimir lanzó una risa baja y siniestra—. Por favor Reed, soy un cambiante.

—Pero no eres invencible.

Vladimir le miró de frente y se levantó desde su asiento para apoyar sus puños sobre el escritorio, se inclinó, clavando su mirada tan profundo que le arrancó un escalofrío.

—Arruinaste la reputación de este Centro, Reed, no solo te metiste emocionalmente con un sujeto de estudio, sino que corrompiste el protocolo y violaste las políticas de confidencialidad... —Maldijo en voz baja—. Ahora tendremos a Derek Miller detrás de nosotros queriendo arrancar nuestras gargantas. Reed...

—Lo siento...

Mitigó un sollozo y se enderezó, ya no quería llorar, iba a arreglar las cosas, como fuera necesario, pero lo haría, y para eso debía controlar sus emociones aceptar el castigo e idear un plan infalible.

—Entiendo tu motivación —dijo, un poco más calmo—. Los cachorros son valiosos y no deben usarse, pero al sacarnos a todos del problema nos metiste en uno mucho más grande que no sé si puedo resolver, Reed... —Vladimir ladeó su mirada hacia la ventana, y ahí, ella pudo observar el beso rojo que marcaba la aleta del cuello de su camisa blanca—. Quedas despedida por infracción al protocolo, compartir información confidencial a terceros, e involucrarte afectivamente con un paciente. Por los años que has trabajado, se te retribuirá tu pago de este mes, más el cincuenta por ciento de tu ganancia anual y otro diez por ciento como apoyo para que te mantengas hasta encontrar trabajo.

Los labios de Reed temblaron.

— ¿Y mi licencia?

—No elevaré el informe a la Comisión.

— ¿Por qué no? —Cuestionó, al ver la mueca de disgusto en su rostro, Reed se mordió el labio, no debería presionar o terminaría mal.

—Porque yo lo digo, ahora recoge tus cosas y vete.

Asintiendo en silencio, retrocedió, pero antes de salir Vladimir le detuvo con una pregunta incómoda.

— ¿A quién le diste la información?

Reed pensó en frío, Adrien ya se había ido, si Vladimir se enteraba era posible que enviase a sus hombres a buscarlo, y si el lobo advertía que todo se había develado, quizá destruiría la unidad extraíble y eso no era lo que le convenía, Reed necesitaba recuperarla no solo para proteger la información que contenía, sino para entregarla al clan de Seth como muestra de arrepentimiento, era la mejor opción para intentar enmendar las cosas, pero antes de lograrlo primero debía obtener la unidad.

Y aunque estuviese caminando sobre una línea demasiado delgada, Reed consideró la respuesta, entre menos supiera el leopardo más segura estaba de lograr con su tarea, pero por otro lado, estaba sintiendo que volvía a tomar las decisiones equivocadas al trabajar por su cuenta.

—Un emisario Blue Storm —respondió con un tono inalterable—. Ni siquiera tengo su identificación real...

Antes de que pudiera seguirle cuestionando, Reed salió de la oficina y fue directamente al jardín de rosas para recoger a Laila.

— ¿Qué pasa? —La niña le preguntó mientras balanceaba las piernas en el banco.

—Nos iremos.

— ¿A dónde?

No tenía idea, se había acostumbrado a vivir en el habitáculo y cumplir con su rutina, ahora no sabía a dónde irían a parar.

—Tengo que recoger un par de cosas, ¿me ayudas?

Laila asintió con una sonrisa, y fue adelante de Reed brincando en el camino, a ella se le encogió el corazón de pena, estaban juntas de nuevo pero sin un lugar donde vivir. Antes de que la secuestraran, Reed había vendido la casa en Asunction Creek, para poder pagar los gastos de su escuela privada y su seguridad en la ciudad de Attica,
desde ese momento el habitáculo se convirtió en su hogar temporal, solo hasta conseguir un buen lugar en el pueblo.




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