Nuestras lágrimas caían en los pechos de quienes intentaban consolarnos. Esperábamos a que mi abuela terminara de hacerle el reconocimiento. Tras unos minutos que se nos hicieron siglos eternos salió de la habitación.
-Está muy débil, su pulso apenas es perceptible. Dejadlo descansar, os avisaré cuando podáis entrar –nos dijo antes de irse a la cocina.
Nos miramos, solamos el aliento en un suspiro de alivio y nos a abrazamos llorando, pero esta vez eran lágrimas de alegría. Lágrimas porque aquel chico tan importante para nosotras al que creímos muerto en algún momento seguía vivo. Nadie sabía cómo ni por qué, pero lo estaba y eso era lo que nos importaba.
[...]
Los días pasaban y cada vez estábamos más preocupadas. La abuela no nos dejaba pasar a verlo. Habíamos hablado con sus padre en dos ocasiones para convencerlos (o coaccionarlos) para dejar que se quedara más tiempo. Su pulso era normal, constante y, ya, perceptible. Pero seguía sin despertar.
Sin que Jenny lo supiese, Clara y yo entramos aquella noche en la habitación. Lo vimos tan horrible que hasta nos pareció mono, pero comprobamos que estaba vivo. A lo largo del día habíamos temido que mi abuela no nos hubiera dejado verlo y no hubiera mentido porque sí que estaba muerto, pero no fue así y eso nos alivió bastante.
Salimos sin hacer ruido y, por el pasadizo, llegamos a la habitación de Jack, el cual nos esperaba junto a su amigo. Ambas no echamos a sus brazos en dos grandes abrazos de oso. Estaba vivo, más no podíamos pedir. Solo esperar que despertara.
-Veo que todo ha ido bien, ¿os quedáis aquí? –preguntó mi novio.
-No veo por qué no. Mi abuela nos deja siempre que la avisemos, pero como ya está durmiendo dejaré una nota y volveré –respondí.
-Te acompaño –me siguió Jack.
-Ya son pareja –le solté cuando estuvimos en mi casa.
-¿Qué?
-Que ya son pareja. Clara y Ángel.
-¡Ah!, ya. Desde antes de ayer.
-Pues yo me enteré ayer, mataría a Clara si no supiera por qué se olvidó de contármelo –llegamos a la cocina, escribo la nota y se la dejo en el medio de la mesa para que la vea cuando baje.
Sin previo aviso Jack me coge de la cintura juguetón y yo me giro en sus brazos para verlo a los ojos.
-¿Qué haces? –pregunto divertida.
-Hace tiempo que no pasamos un rato justos los dos solos, no creo que nos echen en falta un rato... -me contesta acariciando mi cuello con su nariz.
-Ya pero estamos en casa de mi abuela, sin nos descubre... -me corta.
-Está durmiendo, no lo hará –me besa haciendo que nuestras lenguas jueguen- ¿sabías que eres maravillosa?
Sonrío- puede –me besa de nueva, pero esta vez menos dulce y más vehemente.
-Ahora puedes estar completamente segura –me aúpa a la mesa y me sienta en ella besándome- y también preciosa...
Le sigo los besos para encajar los piropos- ¿no estamos yendo algo rápido? –pregunto un poco, tan solo un poco nerviosa.
-Yo creo que no –dice mirándome- pero si quieres parar pararemos –niego y él me acerca más hacia sí. Apoya su boca en mi oreja y susurra- bien, porque quiero hacerte mía Kate, te quiero –acto seguido muerde mi lóbulo haciendo que tenga un escalofrío.
Me sube a su colo mientras nos besamos y me lleva escaleras arriba hasta mi habitación. Me tumba en la cama poco a poco quedando encima de mí pero con su peso apoyado en sus brazos mientras me besa el cuello. Me estremezco y me arqueo buscando más contacto con él. De repente siento una insaciable necesidad de afecto.
Le quito la camiseta y hace lo mismo con la mía, me admira unos segundos y vuelve a besarme mientras nos quitamos lo zapatos. Me desabrochó el pantalón y me lo estaba quitando cuando las puertas del vestidor se abrieron de par en par dejando ver a dos muy confusos tortolitos.
Sin perder un segundo me vestí y Jack hizo lo mismo.
-Dios... sentimos interrumpir, es que como tardabais tanto decidimos venir a buscaron y... -habló Clar a toda máquina.
-Vale, tranquila, está bien. Vamos –volvimos a casa de mi novio mientras un incómodo silencio nos rodeaba a todos.
[...]
-¿Crees que en algún momento tendremos tiempo de terminar lo de anoche? –me pregunta Jack cuando estamos solos.
-Puede, pero de momento dejémoslo, por lo menos hasta que Stephan se recupere.
-Vale –me besa- ahora quiero que se recupere pronto.
-¿Y antes no lo querías? ¿Ni por mí? Da igual, no contestes, prefiero no escucharlo. Voy a ver si mi abuela me deja asar a verlo.
-Está bien, luego nos vemos –se despide y me voy a mi casa.
Como de costumbre mi abuela está en la cocina. La saludo y me quedo mirándola fijamente. Suspira.
-Se ha despertado hace dos horas, podéis verlo de uno en uno. Y no hagáis que se altere –me dice adivinando mis pensamientos.
-Gracias, gracias, gracias... -le doy un beso y subo corriendo las escaleras. Entro sin hacer ruido- hola –me mira y me saluda del mismo modo haciéndome un ademán para que me siente a su lado- Clara y yo estábamos muy preocupadas. No vuelvas a darme un susto así, ¿me oyes? Creí que estabas muerto. No sabría qué hacer si te pierdo. Eres demasiado importante para mí.